Factores Que Inciden en El Desarrollo De La Gestación

Factores que inciden en el desarrollo de la gestación

La acción de factores externos o sustancias, en el periodo de la gestación correspondiente a la organogénesis, pueden interferir con los procesos celulares que se producen en esta etapa. Esta interferencia puede dar lugar a la aparición de anomalías congénitas: malformaciones, desorganizaciones o disrupciones, deformaciones o displasias.

En un principio se postulaba que la única causa de los defectos congénitos era la genética, pero a partir de la presencia de malformaciones en extremidades con la Talidomida, se observó que existían agentes ambientales que actuaban como factor de riesgo para el desarrollo fetal. Estos factores ambientales pueden ser fármacos, radiaciones, drogas, infecciones, agentes químicos, factores maternos…

Estos factores fueron definidos como teratógenos: “Cualquier factor ambiental capaz de causar una anomalía en la forma o en la función actuando sobre el desarrollo embrionario o fetal”.

La teratología es la ciencia que estudia los factores ambientales productores de anomalías en el período embrionario o fetal.

Las causas ambientales de malformaciones en seres humanos constituyen alrededor del 10 % de los casos y menos del 1 % se relacionan con la prescripción de fármacos, sustancias químicas o radiaciones. Las anomalías genéticas corresponden al 65 %-75 % de los casos. Las anomalías de origen desconocido suponen un 15-25 % de los casos.

Principios de la teratogénesis

Los principios de la Teratología son los factores que determinan la capacidad de un agente para provocar defectos congénitos. James G. Wilson, embriólogo y anatomista estadounidense, propuso seis principios de teratogénesis:

  • La susceptibilidad a la teratogénesis depende del genotipo del embrión y del modo en el que éste interactúa con factores ambientales.
  • La susceptibilidad a los agentes teratogénicos varía con el estadio del desarrollo en el momento de la exposición (Tabla 94).
  • Los agentes teratogénicos actúan de manera específica en las células y los tejidos en desarrollo, desencadenando una embriogénesis anormal (patogénesis).
  • Las manifestaciones finales del desarrollo anormal son la muerte, la malformación, el retraso en el crecimiento y el desorden funcional.
  • La influencia de los factores medioambientales adversos en el desarrollo del tejido depende de la naturaleza de tales factores.
  • Las manifestaciones de un desarrollo anormal aumentan en grado, en función de la dosis, desde la ausencia de efectos hasta el nivel letal.

Alcohol

El alcohol tiene una gran capacidad teratógena pudiendo provocar abortos, mortalidad perinatal y un grupo de malformaciones fetales (Tabla 95) que se recogen bajo el nombre de Síndrome Alcohólico Fetal (Fig. 56).

El alcohol puede ocasionar malformaciones cardiacas (soplos, defecto septal atrial y ventricular, anomalía de los grandes vasos, tetralogía de Fallot), renogenitales (hipopasia de labios, hipospadias, defecto renal), cutáneas (hemangiomas, hirsutismo en la infancia), esqueléticas (pectus excavatum, restricción de movimientos, hipoplasia de uñas, sinostosis radioulnar, anomalía de lippel) y musculares (hernia diafragmática y diastasis de rectos).

En relación a la frecuencia y dosis consumida, se debe hacer hincapié en que no existe ningún nivel seguro documentado de ingesta de alcohol.

Tabaco

El tabaco puede incrementar el riesgo de aborto, placenta previa, parto pretérmino y desprendimiento de placenta. No existe evidencia científica de que el tabaco provoque malformaciones fetales. El consumo de más de 10 cigarrillos al día se asocia con crecimiento intrauterino retardado en el feto; pudiendo aparecer también en fumadoras pasivas. El efecto vasoconstrictor del tabaco puede originar reducción del flujo sanguíneo uteroplacentario y de la cantidad de oxígeno, ocasionando una hipoxia fetal transitoria que puede ser la causa de retraso mental. Diversos estudios asocian el consumo del tabaco con la muerte fetal intraútero y muerte súbita del lactante.

Drogodependencia

La drogadicción supone un problema de salud pública importante en nuestra sociedad. A lo largo de los años hemos observado cómo el patrón de consumo se ha modificado. Durante los años ochenta e inicio de los noventa, la droga más consumida era la heroína; mientras que en la actualidad el consumo de este tipo de droga ha sido sustituido por las drogas de síntesis. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE) la droga más consumida por las mujeres es el alcohol, seguido del tabaco y del cannabis. El uso de la cocaína ha aumentado pero todavía no alcanza valores destacados. Las anfetaminas, el éxtasis y los alucinógenos son consumidos en un porcentaje muy bajo de mujeres y no se ha detectado ningún caso de consumo de heroína.

La drogadicción varía en las diferentes áreas de población, por lo que no se conoce con exactitud su prevalencia. En los últimos años se ha observado un importante incremento de la prevalencia de la drogadicción, más marcado en mujeres que en hombres. Por otra parte, se ha comprobado que el 90 % aproximadamente de las mujeres drogadictas están en edad reproductiva.

La gestante consumidora de drogas no utiliza una única sustancia, sino que con frecuencia asocia otras drogas, está mal nutrida, padece alguna infección, en las que destacan hepatitis B, hepatitis C o infección por virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y lleva un mal control prenatal.

La utilización de drogas por parte de la gestante conlleva una situación de alto riesgo para la mujer, el feto y el recién nacido. La droga consumida por la embarazada puede afectar al crecimiento fetal, a la adaptación del recién nacido a la vida extrauterina, con manifestación de síndrome de deprivación, o al desarrollo posterior del niño.

A. Cocaína

Su fácil paso a través de la barrera hematoplacentaria, así como su lenta eliminación, hacen de esta potente droga estimulante una de las más nocivas para la salud materno- fetal (Tabla 96).

B. Marihuana, hachís y cannabis

El problema del consumo de este tipo de drogas sobre la gestación radica más en la asociación con el consumo de otras drogas que con los efectos de éstas. Sus efectos son similares a los del tabaco ya que no produce malformaciones. Aun así, diversos estudios asocian el consumo de cannabis, marihuana y hachís con retraso del crecimiento intrauterino y efectos neonatales como mayor necesidad de reanimación, respuestas motoras exageradas y temblores.

En un estudio realizado sobre 12000 gestaciones con feto único, entre las semanas 18-20, se encontró que el 5 % de ellas fumaban cannabis antes o durante el embarazo y no se halló incremento del riesgo de morbilidad o mortalidad perinatal. Por el contrario, sí se encontró un aumento significativo de fetos con bajo peso al nacer en mujeres que fumaron cannabis regularmente a lo largo del embarazo.

C. Anfetaminas

Al igual que otras drogas, las anfetaminas aumentan la tasa de complicaciones maternas y fetales: recién nacidos de bajo peso, parto prematuro, aumento de mortalidad perinatal, complicaciones hemorrágicas tras el parto y posible síndrome de abstinencia del recién nacido.

Diversos estudios encuentran relación entre el consumo de anfetaminas y aumento de ciertas malformaciones fetales como atresia biliar, cardiopatías congénitas y labio leporino, así como retrasos neurológicos en el recién nacido e hiperactividad posterior.

Las investigaciones realizadas sobre los efectos de las anfetaminas en el feto no son muy concluyentes, ya que unos estudios encuentran una posible producción de malformaciones en el feto; otros no hallan asociaciones al respecto.

D. Heroína

La adicción a la heroína y a otros opiáceos origina con frecuencia un deterioro de la salud de la mujer y del feto (Tabla 97). Además, habitualmente la mentalidad de la paciente y el ambiente que la rodea condicionan que el control de la gestación no se realice con la periodicidad necesaria.

E. LSD

Existen pocos datos fiables sobre los efectos de la dietilamida ácido lisérgico (LSD) sobre la gestante y el feto.

Las semillas de la Argyreia nervosa (Hawaiian baby woodrose) son consumidas por las adolescentes como drogas alucinógenas. Contiene alcaloides (lisergacidamida y lisergacidetilamida) semejantes al LSD, pero sus efectos son diferentes. Produce un efecto sedante y una alteración autonómica desagradable, semejante a la escopolamina y se supone que puede producir distrés fetal.

F. Barbitúricos

El consumo de barbitúricos puede ocasionar depresión respiratoria del recién nacido cuando se consumen cerca del parto. El abuso puede generar síndrome de abstinencia en la madre y el feto.

G. Opiáceos

En consumidoras de codeína o pentazocina se ha descrito síndrome de abstinencia del recién nacido.

Sustancias tóxicas

Los contaminantes industriales y sustancias químicas procedentes de la agricultura, así como adictivos alimentarios, no suelen ser teratógenos en humanos.

A. Plaguicidas

Algunos plaguicidas pueden provocar durante los primeros años de vida efectos de hiperactividad, pérdida de vitalidad, alteraciones de la coordinación y de la memoria, retraso en el desarrollo neurológico, desórdenes conductuales y alteraciones motoras. En gestantes agricultoras, se han observado malformaciones en el feto como defectos orofaciales, musculoesqueléticos y del SNC; así como muerte fetal intrauterina.

B. Metilmercurio

Los recién nacidos de madres que consumen pescado con alto contenido en mercurio pueden desarrollar daño cerebral, retraso mental y ceguera. Pueden desarrollar la enfermedad de Minamata, caracterizada por alteraciones neurológicas y conductuales. El metilmercurio es teratogénico.

La ingesta de pescado con alto contenido de mercurio en embarazadas requiere revisarse como factor de riesgo. Según las indicaciones de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) se recomienda limitar el consumo a 300 gr por semana de: atún blanco o bonito del norte (fresco o en conserva), rape, cabracho, lubina (salvaje), mero, raya, salmonete grande (mayor de 300 gr). Recomiendan evitar el consumo de: pez espada o emperador, tiburones (cazón, tintorera, marrajo…), atún rojo, aguja, lucio y anguila.

C. Plomo

El plomo es un metal pesado. Se puede encontrar en muchos lugares como en las pinturas viejas, en la fabricación de cerámica, fabricación de baterías, reparaciones de automóviles, la imprenta y en soldaduras y tuberías de los sistemas de agua públicos.

Este metal atraviesa la membrana placentaria y se acumula en los tejidos fetales, aumentando el riesgo de aborto, anormalidades fetales, retraso del crecimiento intrauterino y déficit funcionales.

Los niveles altos de plomo en sangre durante la infancia están asociados con déficits de atención, impulsividad, pérdida de rendimiento escolar, agresión y conducta delictiva.

D. Bifenilos policlorados

La mujer se expone a los bifenilos policlorados (BPC) a través de los alimentos como el pescado y aguas contaminadas. En las mujeres embarazadas atraviesan la barrera placentaria y se distribuyen en los tejidos fetales pudiendo alcanzar los mismos niveles sanguíneos que en la madre. Estas sustancias son teratógenas y producen crecimiento intrauterino retardado y cambios de coloración en la piel.

E. Sustancias tóxicas en el ámbito laboral

En el ámbito laboral las gestantes pueden estar expuestas a sustancias químicas (Tabla 98) o biológicas (Tabla 99), que aumentan los abortos espontáneos y dan lugar a alteraciones genéticas y malformaciones.

Radiaciones

Las radiaciones ionizantes tienen efectos teratogénicos. La acción teratógena depende de las dosis recibidas y el momento de la gestación en que tiene lugar la radiación. Con dosis inferiores a 10 rads no se producen efectos teratógenos en el feto. Entre las semanas 10 y 17 de gestación se debe evitar la exposición a radiaciones ionizantes.

Las radiaciones ionizantes pueden ocasionar un aumento de la incidencia de leucemia en niños, mutaciones genéticas y alteración de ovogonias del feto hembra, pudiéndose transmitir a su descendencia.

Siempre que a una paciente embarazada se le practiquen procedimientos de radiodiagnóstico que supongan la irradiación del embrión o el feto, debe realizársele un estudio dosimétrico para estimar la dosis recibida y, de esta forma, valorar el riesgo para su futuro hijo. Las dosis prenatales, debidas a la mayoría de los procedimientos de diagnóstico llevados a cabo de manera adecuada, no presentan un incremento apreciable del riego de muerte prenatal, malformación o deterioro del desarrollo mental sobre la incidencia natural de esos factores.

La OMS recoge que ninguna mujer de edad inferior a 30 años debe ser sometida a procedimientos diagnósticos terapéuticos que le administren más de 15 rads. Para alcanzar niveles de toxicidad se requieren 25-50 rads.

Las microondas a dosis muy elevadas pueden producir cataratas congénitas en el feto. Las dosis empleadas en el uso doméstico no son peligrosas.

La OMS y otros organismos han evaluado numerosas fuentes y exposiciones diferentes a campos electromagnéticos en el entorno cotidiano y de trabajo, como las pantallas de computadora, colchones de agua y mantas eléctricas, equipos de soldadura por corrientes de radiofrecuencia, equipos de diatermia y radares. El conjunto de los resultados demuestra que la exposición a los niveles típicos de los campos del medio no aumenta el riesgo de desenlaces adversos como abortos espontáneos, malformaciones, peso reducido al nacer y enfermedades congénitas. Se han publicado informes esporádicos de asociaciones entre problemas sanitarios y la presunta exposición a campos electromagnéticos, como informes sobre partos prematuros y con peso reducido de trabajadoras de la industria electrónica, pero la comunidad científica no ha considerado que estos efectos estén necesariamente ocasionados por la exposición a campos electromagnéticos (frente a la influencia de factores como la exposición a disolventes).

El yodo radioactivo es un isótopo que se utiliza para realizar imágenes del tiroides. Es teratógeno durante el embarazo ya que puede dañar la glándula tiroides del feto.

Estrés

El estrés se considera como aquella respuesta del organismo ante la identificación de condiciones adversas o amenazantes.

Los estudios hasta la actualidad establecen que el estrés materno durante el embarazo está relacionado con incremento en los abortos espontáneos, mayor inquietud en los fetos durante el ultrasonido, y mayor irritabilidad, llanto y dificultad para calmarse en los primeros meses de vida. Otros estudios establecen que el estrés se relaciona con malformaciones congénitas, disminución del peso al nacer, menor tiempo de gestación, alteraciones neuroendocrinas y del neurodesarrollo motor y sensorial, trastornos psiquiátricos como esquizofrenia y trastornos de conducta. Se observó en varios estudios que el estrés en los primeros meses del embarazo se puede asociar con problemas cognitivos en los hijos, problemas de atención y menor puntuación en los test de inteligencia.

Los estudios disponibles hasta la actualidad no aportan datos concluyentes y son necesarios más estudios.

Asesoramiento a la gestante

El embarazo es el momento adecuado para que la gestante y su pareja interrumpan el consumo de tabaco. En las consultas prenatales se debe informar, tanto a la gestante como a la pareja si es fumadora, de los riesgos que presenta el tabaco para el embarazo y para el recién nacido, de los beneficios que tiene su abandono y ofrecer apoyo para el proceso de deshabituación. Es aconsejable informarles de que no se recomienda permanecer en espacios cerrados con humo. La mejor recomendación es dejar de fumar totalmente, si esto no se consigue, se debe reducir al máximo posible la cantidad de cigarrillos que se fuman por día.

La matrona informará a las gestantes sobre los riesgos del alcohol durante el embarazo, sobre la mayor probabilidad de efectos adversos en el primer trimestre de embarazo y sobre la no existencia de evidencia del nivel seguro del consumo de alcohol. Puesto que no se ha demostrado que haya una cantidad de alcohol segura para el feto, las mujeres deben dejar de beber inmediatamente si sospechan que están embarazadas y deben abstenerse de beber alcohol si intentan quedarse embarazadas. Las consumidoras esporádicas suelen abandonar el consumo con la información sanitaria, por el contrario, las consumidoras habituales suelen requerir programas de deshabituación y apoyo social.

A pesar de que el tabaco y el alcohol son las sustancias más consumidas, existe un aumento creciente del consumo de otras sustancias. La gestante debe recibir información acerca de los riesgos que tiene el consumo de drogas durante la gestación y derivarla a un programa de deshabituación. Toda gestante adicta a drogas debe ser considerada de riesgo.

Se debe informar a la gestante que no debe automedicarse. El consumo de fármacos durante el embarazo ha de estar supervisado por el médico.

Es aconsejable evitar la exposición a rayos X durante el embarazo, a no ser que sea necesaria y autorizada por el médico.

La ingesta de pescado con alto contenido de mercurio en embarazadas requiere revisarse como factor de riesgo. Según las indicaciones de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) se recomienda limitar el consumo a 300 gr por semana de: atún blanco o bonito del norte (fresco o en conserva), rape, cabracho, lubina (salvaje), mero, raya, salmonete grande (mayor de 300 gr). Recomiendan evitar el consumo de: pez espada o emperador, tiburones (cazón, tintorera, marrajo…), atún rojo, aguja, lucio y anguila.

Se debe evitar la exposición a agentes químicos como sustancias etiquetadas con las frases R40, 45, 46, 49, 61, 63 y 64, preparados etiquetados sobre la base de la Directiva 83/379, mercurio y su derivados, medicamentos antimitóticos, agentes químicos con peligro de absorción cutánea conocido, monóxido de carbono, plomo y sus derivados, Agentes químicos y procedimientos industriales enumerados en el anexo 1 de la Directiva 90/394/CEE.

La gestante debe conocer los agentes químicos que se utilizan en su trabajo para poder informarla del riesgo reproductivo (disminución de la fertilidad, abortos espontáneos, muerte fetal, bajo peso al nacer y defectos congénitos) y reducir su exposición. La mujer debe evitar la exposición a radiaciones ionizantes, extremando las medidas de protección.

El Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad recomienda la ingesta de un suplemento, de 0,4 mg/día y 4 mg/día, en gestantes de riesgo, de ácido fólico al día a toda mujer que esté planeando un embarazo, con el fin de prevenir malformaciones como la espina bífida.

Se recomienda la suplementación con yodo durante todo el embarazo y la lactancia con 200 μg más de lo recomendado en la población general (250-300 μg en total). Es muy importante que el suplemento se inicie, si es posible, antes de la gestación, igual que se recomienda con los folatos, para prevenir retraso mental y parálisis cerebral.

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