Cabeza
Este es un resumen de la cabeza que le ayudará a repasar los aspectos relevantes de cara a un hipotético examen.
Cráneo
El cráneo es el esqueleto de la cabeza, una amalgama de componentes unidos para constituir una formación esquelética.
Los componentes funcionales básicos incluyen el neurocráneo, que contiene el encéfalo y los oídos internos, y el viscerocráneo, compuesto por las órbitas, las cavidades nasales y las láminas portadoras de los dientes (procesos alveolares) de la cavidad bucal.
Aunque inicialmente hay un cierto grado de movilidad entre los huesos craneales, ventajosa durante el parto, más tarde se fijan entre sí mediante articulaciones esencialmente inmóviles (suturas), que sólo otorgan movilidad a la mandíbula.
Abundantes fisuras y forámenes facilitan la comunicación y el paso de las estructuras vasculonerviosas entre los componentes funcionales.
La sustancia ósea del cráneo está distribuida de un modo desigual. Los relativamente delgados huesos planos (aunque la mayoría son curvados) proporcionan la fuerza necesaria para mantener las cavidades y proteger su contenido.
Sin embargo, los huesos y los procesos del neurocráneo también proporcionan inserción proximal a los potentes músculos masticadores que se insertan distalmente en la mandíbula.
Las elevadas fuerzas de tracción que se generan a través de las cavidades nasales y las órbitas, que están interpuestas entre las inserciones musculares, se ejercen sobre porciones engrosadas y resistentes de los huesos, que forman potentes pilares o contrafuertes.
La parte más superficial del cráneo proporciona puntos de referencia visibles y palpables.
Las características internas de la base del cráneo reflejan las principales formaciones del cerebro que descansan sobre ella.
Las crestas óseas que irradian desde la silla turca o fosa hipofisaria, situada centralmente, dividen el cráneo en tres fosas.
Los lóbulos frontales del cerebro están situados en la fosa craneal anterior.
Los lóbulos temporales se hallan en la fosa craneal media.
El rombencéfalo, compuesto por el puente, el cerebelo y la médula oblongada, ocupa la fosa craneal posterior; la médula oblongada continúa a través del foramen magno, donde establece continuidad con la médula espinal.
Cara y piel cabelluda
La cara nos proporciona nuestra identidad como individuo humano. Por lo tanto, sus defectos congénitos o adquiridos tienen consecuencias más allá de los efectos físicos.
La individualidad de la cara es consecuencia principalmente de las variaciones anatómicas.
El modo en que los músculos faciales modifican los rasgos básicos es fundamental para la comunicación.
Los labios y la forma y el grado de apertura de la boca son componentes importantes del habla, pero el énfasis y las sutilezas del significado vienen dados por nuestras expresiones faciales.
Estructura de la piel cabelluda
La piel cabelluda es un manto de tejido blando algo movible que cubre la calvaria.
El componente principal de la piel cabelluda es el epicráneo musculoaponeurótico, al cual está firmemente adherida la piel suprayacente, aunque está separado del periostio externo del cráneo (pericráneo) por un tejido areolar laxo.
La capa areolar permite la movilidad de la piel cabelluda sobre la calvaria, así como la separación traumática de la piel cabelluda y el cráneo.
La fijación de la piel a la aponeurosis epicraneal mantiene juntos los bordes de las heridas superficiales; en cambio, las heridas que perforen dicha aponeurosis se abren ampliamente.
Después de un traumatismo craneal puede acumularse sangre en el espacio areolar, profundo a la aponeurosis.
Músculos de la cara y la piel cabelluda
Los músculos faciales desempeñan papeles importantes como dilatadores y esfínteres de las puertas de entrada de los sistemas alimentario (digestivo), respiratorio y visual (hendiduras bucal y ocular, y narinas), al controlar lo que entra, y algo de lo que sale, del organismo.
Otros músculos faciales ayudan a los músculos de la masticación, para lo cual mantienen el alimento entre los dientes al masticar.
Las partes carnosas de la cara (párpados, mejillas) forman paredes para la contención dinámica de las órbitas y la cavidad bucal.
Todos los músculos faciales derivan del segundo arco faríngeo; por lo tanto, reciben inervación del nervio de este arco, el nervio facial (NC VII).
Los músculos faciales son subcutáneos, la mayoría con un origen esquelético y una inserción cutánea.
La cara carece de la fascia profunda que se halla presente en otros lugares del organismo.
Inervación de la cara y la piel cabelluda
La cara es muy sensible. Recibe inervación sensitiva de las tres divisiones del nervio trigémino (NC V).
Los principales ramos terminales de cada división llegan al tejido subcutáneo de cada lado de la cara a través de tres forámenes que se hallan alineados verticalmente.
Cada división inerva una determinada zona sensitiva, de modo similar a los dermatomas, pero sin que haya solapamiento de los nervios adyacentes; por lo tanto, las lesiones dan lugar a unas áreas de parestesia distintas y definidas.
Las divisiones del NC V aportan sensibilidad no sólo a la piel superficial de la cara sino también a las mucosas profundas de los sacos conjuntivales, la córnea, la cavidad nasal y los senos paranasales, así como a la cavidad y el vestíbulo bucales.
La piel que cubre el ángulo de la mandíbula está inervada por el nervio auricular mayor, un ramo del plexo cervical.
Ocho nervios aportan sensibilidad a la piel cabelluda: anteriormente a la oreja mediante ramos procedentes de las tres divisiones del NC V, y posteriormente a la oreja mediante ramos de los nervios espinales cervicales.
El nervio facial (NC VII) es el nervio motor de la cara; inerva todos los músculos de la expresión facial, así como el platisma, el vientre occipital del occipitofrontal y los músculos de la oreja que no forman parte propiamente de la cara.
Estos músculos reciben inervación del NC VII principalmente por cinco ramos del plexo nervioso parotídeo.
Vascularización de la cara y la piel cabelluda
La cara y la piel cabelluda están muy vascularizadas.
Las ramas terminales de las arterias de la cara se anastomosan libremente (incluso con anastomosis a través de la línea media con sus homólogas contralaterales). Por lo tanto, las hemorragias por heridas de la cara pueden ser difusas, pues el vaso seccionado sangra por ambos extremos.
La mayoría de las arterias de la cara son ramas, o derivan de ramas, de la arteria carótida externa; las arterias que se originan en la arteria carótida interna que irrigan la frente constituyen excepciones.
La principal arteria de la cara es la arteria facial.
Las arterias de la piel cabelluda se hallan firmemente inmersas en el tejido conectivo denso que cubre la aponeurosis epicraneal. Por lo tanto, cuando se lesionan, estas arterias sangran desde ambos extremos, al igual que las arterias de la cara, pero son menos capaces de contraerse o retraerse que otros vasos superficiales; a consecuencia de ello, las hemorragias son profusas.
Las venas de la cara y la piel cabelluda acompañan en general a las arterias y proporcionan un drenaje venoso principalmente superficial.
Sin embargo, también se anastomosan con el plexo venoso pterigoideo y con los senos venosos de la duramadre a través de venas emisarias, lo que constituye una vía potencialmente peligrosa para la diseminación de las infecciones.
La mayoría de los nervios y vasos de la piel cabelluda discurren verticalmente hacia el vértice; así pues, una herida horizontal puede producir más daño vasculonervioso que una vertical.
El drenaje linfático de la mayor parte de la cara sigue el drenaje venoso hasta los nódulos linfáticos que rodean la base de la parte anterior de la cabeza (nódulos submandibulares, parotídeos y cervicales superficiales).
Una excepción a esta norma es el drenaje linfático de la parte central del labio y el mentón, que inicialmente drena en los nódulos linfáticos submentonianos. Todos los nódulos de la cara drenan a su vez en los nódulos linfáticos cervicales profundos.
Meninges craneales
Las meninges craneales se componen de tres capas intracraneales: una importante capa externa fibrosa bilaminar (duramadre) y dos capas internas membranosas, continuas y delicadas (aracnoides y piamadre).
Duramadre
La lámina más externa (perióstica) de la duramadre se continúa con el periostio de la cara externa del cráneo y está íntimamente adosada a la superficie interna de la cavidad craneal.
La lámina más interna (meníngea) es una capa de sostén que refleja más fielmente los contornos del encéfalo.
La capa interna está separada de la capa externa en ciertos lugares para formar los repliegues o reflexiones de la duramadre, que penetran en las grandes fisuras situadas entre las porciones del cerebro y subdividen parcialmente la cavidad craneal en compartimentos más reducidos, que impiden los movimientos del encéfalo por inercia.
Al separarse de la lámina perióstica, se crean espacios interlaminares que alojan los senos venosos de la duramadre, que reciben el drenaje venoso del encéfalo y, a su vez, drenan principalmente en la vena yugular interna.
Leptomeninge
La aracnoides y la piamadre son capas continuas, parietal y visceral respectivamente, de la leptomeninge que rodea el espacio subaracnoideo lleno de LCE.
La aracnoides y la piamadre están conectadas entre sí por finas trabéculas que atraviesan el espacio subaracnoideo.
El espacio subaracnoideo de la cavidad craneal continúa con el del conducto vertebral.
La aracnoides normalmente está adosada a la superficie interna de la duramadre por la presión que ejerce el LCE.
La piamadre reviste íntimamente el tejido neural y sus vasos superficiales; discurre profundamente a lo largo de los vasos a la entrada o salida de estos del sistema nervioso central.
Vasos y nervios de las meninges
Las meninges craneales reciben irrigación sanguínea principalmente de las ramas meníngeas medias de las arterias maxilares.
La duramadre recibe inervación sensitiva de los ramos meníngeos de las tres divisiones del nervio trigémino, y fibras del ganglio espinal C2.
Encéfalo
Partes del encéfalo
Los dos hemisferios de la corteza cerebral, separados por la falce del cerebro, son los rasgos dominantes del encéfalo humano.
Aunque el patrón de giros y surcos es muy variable, otras características del encéfalo, incluido su tamaño global, son muy constantes de un sujeto a otro.
A efectos descriptivos, cada hemisferio cerebral está dividido en cuatro lóbulos que están relacionados con los huesos suprayacentes homónimos, aunque los límites de unos y otros no coinciden.
El diencéfalo constituye el núcleo central del encéfalo. El mesencéfalo, el puente y la médula oblongada componen el tronco del encéfalo; la médula oblongada se continúa con la médula espinal.
El cerebelo es la masa encefálica subtentorial que ocupa la fosa craneal posterior.
Ventrículos del encéfalo
En el centro de cada hemisferio cerebral hay un ventrículo lateral; por lo demás, el sistema ventricular del encéfalo es impar y está constituido por formaciones medias que se comunican con el espacio subaracnoideo que rodea al encéfalo y a la médula espinal.
Los plexos coroideos secretan el LCE al interior de los ventrículos, y el líquido sale de ellos hacia el espacio subaracnoideo.
El LCE es absorbido hacia el sistema venoso, normalmente al mismo ritmo con que se produce, a través de las granulaciones aracnoideas relacionadas con el seno sagital superior.
Irrigación arterial y drenaje venoso del encéfalo
El aporte continuo de oxígeno y nutrientes es esencial para las funciones del encéfalo.
El encéfalo recibe un doble aporte de sangre desde las ramas cerebrales de las arterias carótidas internas y vertebrales.
Las anastomosis entre estas arterias constituyen el círculo arterial del cerebro.
También existen anastomosis entre las ramas de las tres arterias cerebrales sobre la superficie del cerebro.
En el adulto, si se bloquea una de las cuatro arterias que llevan sangre al encéfalo, las restantes no suelen ser capaces de aportar una circulación colateral suficiente; por lo tanto, se produce un trastorno del flujo sanguíneo cerebral (isquemia) y un ictus isquémico.
El drenaje venoso del encéfalo se produce a través de los senos venosos de la duramadre y las venas yugulares internas.
Región orbitaria, órbita y bulbo ocular
Órbitas
Las órbitas son cavidades piramidales con bases y vértices dirigidos anterior y posteriormente, respectivamente, que albergan los bulbos oculares y las estructuras visuales accesorias.
Las paredes mediales de las órbitas contralaterales son paralelas, y las paredes laterales son perpendiculares entre sí.
Los bordes y las paredes laterales de las órbitas, más expuestas a los traumatismos directos, son fuertes.
Las paredes superior (techo) e inferior (piso) son compartidas con la fosa craneal anterior y el seno maxilar, respectivamente; gran parte de la pared medial, delgada como un papel, es común con las celdillas etmoidales.
La pared medial y la pared inferior, por lo tanto, son vulnerables a la propagación de procesos patológicos desde los senos paranasales, y a fracturas por estallido en los traumatismos cerrados sobre el contenido orbitario, por aumento súbito de la presión intraorbitaria.
El conducto óptico y la fisura orbitaria superior, en el vértice de la órbita, son las vías primarias por las cuales entran y salen de la órbita estas estructuras.
Estructuras visuales accesorias
Los párpados y el aparato lagrimal son dispositivos protectores del bulbo ocular.
El saco conjuntival es una clase especial de bolsa mucosa que permite a los párpados desplazarse sobre la superficie del bulbo ocular al abrirse y cerrarse, lo que extiende una película humectante y lubrificante de líquido lagrimal dentro del saco.
El líquido se secreta en el fórnix superior lateral del saco y se disemina por la parte anterior del bulbo ocular por la acción de la gravedad y el parpadeo, con el fin de limpiar la córnea y proporcionarle nutrientes y oxígeno al empujar el líquido hacia el ángulo medial del ojo.
El líquido y las sustancias irritantes que contiene se acumulan en el lago lagrimal.
Desde aquí drenan por capilaridad, a través de los puntos lagrimales superior e inferior, a los conductillos lagrimales, que pasan al saco lagrimal.
El saco drena por vía del conducto nasolagrimal a la cavidad nasal, donde el líquido fluye posteriormente y luego se deglute.
Aunque el saco conjuntival se abre anteriormente por vía de la hendidura palpebral, el líquido lagrimal acuoso no atraviesa la barrera lipídica secretada por las glándulas tarsales en los bordes de la hendidura, a menos que se produzca en exceso, como durante el llanto.
Bulbo ocular
El bulbo ocular contiene el aparato óptico del sistema visual.
Presenta una estructura trilaminar con:
- una capa externa fibrosa de soporte, compuesta por la esclera, opaca, y la córnea anterior, transparente;
- una capa vascular media, que se compone de la coroides (encargada principalmente de nutrir los conos y bastones de la retina), el cuerpo ciliar (que produce el humor acuoso y ajusta la lente) y el iris (que protege la retina), y
- una capa interna que consta de las porciones óptica y ciega de la retina.
La córnea es el principal elemento de refracción del bulbo ocular; la lente efectúa los ajustes del enfoque.
La estimulación parasimpática del cuerpo ciliar reduce la tensión de la lente y permite su engrosamiento para la visión próxima.
La relajación del cuerpo ciliar en ausencia de estímulos estira la lente y la adelgaza para la visión lejana.
La estimulación parasimpática también contrae el esfínter de la pupila, que cierra la pupila en respuesta a la luz intensa.
La estimulación simpática del dilatador de la pupila abre la pupila para admitir más luz.
El segmento anterior del bulbo ocular está lleno del humor acuoso, elaborado por los procesos ciliares de la cámara posterior.
El humor acuoso atraviesa la pupila hacia la cámara anterior y se absorbe por la circulación venosa en el seno venoso de la esclera.
El segmento posterior, o cámara vítrea, está lleno del humor vítreo, que mantiene la forma del ojo, transmite la luz y conserva la retina en su lugar contra la coroides.
Músculos extrínsecos del bulbo ocular
Hay siete músculos extrínsecos: cuatro rectos, dos oblicuos y un elevador del párpado superior.
Seis músculos se originan en el vértice de la órbita; los cuatro músculos rectos salen de un anillo tendinoso común.
Sólo el oblicuo inferior surge anteriormente en la órbita. El elevador del párpado superior efectúa la acción que indica su nombre.
El músculo liso asociado (músculo tarsal superior) ensancha aún más la hendidura palpebral durante las respuestas simpáticas; se produce ptosis en ausencia de inervación simpática de la cabeza (síndrome de Horner).
Con los ojos en aducción (convergencia), como en la lectura de cerca, los músculos oblicuos superior e inferior producen descenso y elevación, respectivamente, con dirección de la mirada hacia abajo o arriba de la página.
La coordinación de los músculos extrínsecos contralaterales es necesaria para dirigir la mirada en una determinada dirección.
Nervios de la órbita
Todos los músculos de la órbita reciben inervación del NC III, excepto el oblicuo superior y el recto lateral, inervados por los NC IV y VI, respectivamente.
Vascularización de la órbita
La circulación extraocular proviene principalmente de las arterias oftálmica (carótida interna) e infraorbitaria (carótida externa); esta última irriga estructuras próximas a la pared inferior de la órbita.
Las venas oftálmicas superior e inferior drenan anteriormente en la vena facial, posteriormente en el seno cavernoso e inferiormente en el plexo venoso pterigoideo.
La circulación intraocular se realiza sólo a partir de la arteria oftálmica, con la arteria central de la retina que irriga toda la retina a excepción de la capa de conos y bastones, nutrida por la lámina coroidocapilar de la coroides.
Las estructuras ciliares del iris reciben sangre de las arterias ciliares anteriores (desde las ramas de la arteria oftálmica al músculo recto) y de dos arterias ciliares posteriores largas.
Múltiples arterias ciliares posteriores cortas irrigan la coroides.
Las venas vorticosas superior e inferior drenan los bulbos oculares a las venas oftálmicas respectivas.
Regiones parotídea y temporal, fosa infratemporal y articulación temporomandibular
Región parotídea
La mayor de las glándulas salivares, la glándula parótida, contribuye de un modo importante al contorno de la cara.
La glándula ocupa un espacio complejo anterior a la oreja y se encabalga sobre la mayor parte de la cara posterior de la rama de la mandíbula.
El tejido adiposo existente en la glándula le confiere flexibilidad para acomodarse a los movimientos de la mandíbula.
El conducto parotídeo discurre anteriormente a través del masetero, en paralelo y aproximadamente a un dedo inferior al arco cigomático, y luego gira medialmente para entrar en el vestíbulo bucal superior, opuesto al 2º molar maxilar.
La fascia parotídea se continúa con la lámina superficial de la fascia cervical profunda, y recubre la glándula en forma de vaina parotídea.
La vaina está inervada por el nervio auricular mayor, pero la glándula recibe inervación secretomotora parasimpática del nervio glosofaríngeo, a través de una vía compleja en la que interviene el ganglio ótico.
Medial y anteriormente a la glándula parótida, uno de los músculos de la masticación, el masetero, se sitúa lateralmente a la rama de la mandíbula y recibe inervación de los ramos masetéricos del nervio mandibular, e irrigación de la arteria maxilar que atraviesa la incisura mandibular.
Fosas temporal e infratemporal
La fosa temporal y su continuación inferior profundamente al arco cigomático y a la rama de la mandíbula, la fosa infratemporal, están ocupadas en gran parte por derivados del primer arco faríngeo embrionario: tres de los cuatro músculos de la masticación (el músculo temporal y los dos pterigoideos) y el nervio que les aporta fibras motoras, el nervio mandibular (NC V3).
Articulación temporomandibular y músculos de la masticación
La articulación temporomandibular es una articulación de tipo gínglimo, modificada por la presencia de un disco articular intercalado entre la cabeza de la mandíbula y las superficies articulares del hueso temporal.
En el compartimento superior tienen lugar movimientos de deslizamiento entre la fosa mandibular y la eminencia articular, producidos por el músculo pterigoideo lateral (protracción) y las fibras posteriores del músculo temporal (retracción).
La mandíbula debe protraerse para abrir totalmente la boca.
En el compartimento inferior se producen movimientos de bisagra y de giro por la acción de la gravedad (descenso) y por tres de los cuatro músculos de la masticación (elevación): masetero, pterigoideo medial y porción anterior del temporal.
Vascularización e inervación de la fosa infratemporal
En la fosa infratemporal se hallan también la segunda porción de la arteria maxilar y su equivalente venoso, el plexo venoso pterigoideo.
Los compartimentos craneales adyacentes comunican con las citadas fosas, y las estructuras vasculonerviosas discurren desde y hacia ellas a través de vías óseas, que son:
- el foramen oval, a través del cual penetra el nervio mandibular desde la fosa craneal media;
- el foramen espinoso, a través del cual entra la arteria meníngea media y vuelve a la fosa craneal media la rama meníngea del NC V3;
- la fisura pterigomaxilar, por la que discurre la arteria maxilar hacia la fosa pterigopalatina para luego distribuirse;
- la fisura orbitaria inferior, que atraviesan las venas oftálmicas inferiores para drenar en el plexo venoso pterigoideo, y
- el foramen mandibular, el nervio alveolar inferior lo atraviesa y pasa al conducto mandibular para distribuirse por la mandíbula y los dientes.
Región labial
Cavidad bucal
La cavidad bucal (boca) es la puerta de entrada primaria del sistema digestivo, y una puerta de entrada secundaria del sistema respiratorio, especialmente importante para el habla en este último caso.
Se extiende desde la hendidura bucal hasta el istmo bucofaríngeo.
Está dividida por las mandíbulas superior e inferior y sus arcos dentarios en un vestíbulo bucal superficial (entre los labios y las mejillas y las encías y los dientes) y una cavidad bucal propiamente dicha, más profunda (interna a las mandíbulas y a los arcos dentarios).
La cavidad bucal (y especialmente el vestíbulo) está limitada por los labios y las mejillas, que son repliegues musculofibrosos flexibles y dinámicos que contienen músculos, vasos y nervios y glándulas mucosas, cubiertos superficialmente por la piel y profundamente por la mucosa bucal.
Las mejillas incluyen también los cuerpos adiposos de las mejillas.
Dientes
Las potentes porciones alveolares del maxilar y la mandíbula contienen, en secuencia, dos series de dientes (20 deciduos y 32 permanentes).
Las coronas de los dientes emergen de las encías, y las raíces están enclavadas en los alvéolos dentarios mediante el periodonto.
Los maxilares y sus dientes, encías y el vestíbulo adyacente reciben ramificaciones del nervio maxilar (NC V2), una arteria y las venas satélites.
Los mismos elementos en la mandíbula están inervados por el nervio mandibular (NC V3) y los vasos alveolares inferiores.
Paladar
La pared superior de la cavidad bucal propiamente dicha está formada por los paladares duro (dos tercios anteriores) y blando (tercio posterior); este último es un colgajo sometido a control, que permite o limita la comunicación con la cavidad nasal.
La mucosa del paladar duro incluye abundantes glándulas palatinas.
Ramas de las arterias maxilar (arterias palatinas mayor y menor) y facial (arteria palatina ascendente) irrigan el paladar; las venas drenan en el plexo pterigoideo. El paladar recibe inervación sensitiva del nervio maxilar (NC V2); los músculos del paladar blando reciben inervación motora del plexo faríngeo (NC X) y de un ramo del nervio mandibular (NC V3) para el tensor del velo del paladar.
Lengua
La lengua es una masa de músculo estriado que recibe inervación del NC XII y está revestida por una mucosa especializada con papilas linguales.
Ocupa la mayor parte de la cavidad bucal cuando la boca está cerrada.
Los músculos extrínsecos controlan principalmente la posición de la lengua, mientras que los músculos intrínsecos controlan sobre todo su forma, para manejar los alimentos durante la masticación y la deglución, y para el habla.
Posee una elevada sensibilidad; cuatro nervios craneales le aportan fibras sensitivas.
El surco terminal divide la lengua en dos tercios anteriores, que reciben la sensibilidad general del nervio lingual (NC V3) y fibras gustativas del NC VII, y un tercio posterior que recibe toda la inervación sensitiva del NC IX.
En las inmediaciones de la epiglotis, el NC X proporciona inervación sensitiva general y especial.
Glándulas salivares
Secretan saliva para iniciar la digestión, al facilitar la masticación y la deglución.
La glándula parótida, la de mayor tamaño, recibe inervación parasimpática del NC IX por vía del ganglio ótico.
Las glándulas submandibular y sublingual reciben inervación parasimpática del NC VII por vía de la cuerda del tímpano, el nervio lingual y el ganglio submandibular. Sus conductos se abren en la cavidad bucal bajo la lengua.
Fosa pterigopalatina
La fosa pterigopalatina es un importante centro de distribución de los ramos del nervio maxilar y la porción pterigopalatina (3ª) de la arteria maxilar.
Está localizada entre la fosa infratemporal, la cavidad nasal, la órbita, la fosa craneal media, la bóveda faríngea, el seno maxilar y la cavidad bucal (paladar), y se comunica con todos ellos.
La fosa pterigopalatina contiene el nervio maxilar (NC V2), el ganglio pterigopalatino parasimpático, la 3ª porción de la arteria maxilar y las venas satélites, así como una matriz adiposa circundante.
Nariz
La nariz es el sistema de ventilación que atraviesa la cabeza y permite la creación de un flujo de aire entre el ambiente externo y el sistema respiratorio inferior (pulmones).
Cuando el aire penetra a través de la nariz, se analiza su composición química (aumento de la olfacción y el gusto) y se calienta, humidifica y filtra a su paso hacia los pulmones. Cuando sale, libera calor y humedad.
La nariz también proporciona una vía de drenaje para el moco y el líquido lagrimal.
Esqueleto de la nariz
En su abertura anterior a través de las narinas, la cavidad nasal queda subdividida por un septo nasal medio.
La nariz propiamente dicha y el septo anterior se benefician de la flexibilidad que les proporciona un esqueleto cartilaginoso, que reduce la posibilidad de fracturas nasales.
A excepción del septo y la pared inferior, las paredes de la cavidad nasal están muy neumatizadas por los senos paranasales, y en sus paredes laterales se encuentran las conchas o cornetes.
Cavidades nasales
Tanto los senos como las conchas o cornetes aumentan la superficie secretora para el intercambio de humedad y calor.
Esencialmente, todas las superficies están recubiertas de una mucosa secretora gruesa y vascularizada, cuya porción anterosuperior (incluida la mayor parte de la mucosa de los senos paranasales) recibe la arteria y el nervio oftálmicos (NC V1), y la porción posteroinferior (incluida la mucosa del seno maxilar) recibe la arteria y el nervio maxilares (NC V2).
La mucosa de la pared superior y las áreas adyacentes de las paredes y el septo reciben también inervación sensitiva especial procedente del nervio olfatorio (NC I).
Posteriormente, la cavidad nasal se continúa con la nasofaringe a través de las coanas; el paladar blando sirve como válvula o puerta de entrada para controlar el acceso de la vía aérea nasal.
El hueso y la mucosa de las paredes laterales de esta vía presentan perforaciones que corresponden a las aberturas de los conductos nasolagrimales, los senos paranasales y la tuba auditiva.
Sólo el hueso es perforado por el foramen pterigopalatino, a través del cual pasan las estructuras vasculonerviosas hacia el interior de la mucosa nasal.
Senos paranasales
Los senos paranasales reciben la denominación correspondiente al hueso que los aloja.
El seno maxilar es el de mayor tamaño.
La mayoría se abren en el meato nasal medio, a excepción de los senos esfenoidales, que drenan en el receso esfenoetmoidal.
Oído
El oído se divide en oído externo, medio e interno.
Los tres intervienen en el sentido de la audición, pero el oído interno posee además una función vestibular.
El oído externo es un conducto en forma de embudo que vehicula las ondas sonoras para alcanzar el oído medio.
La oreja sobresaliente y la porción lateral del meato acústico externo poseen un esqueleto de cartílago elástico que les aporta flexibilidad. La inervación sensorial primaria del oído externo proviene de los NC V y X.
La membrana timpánica responde a las ondas sonoras transportadas por vía aérea y las convierte en vibraciones, que se transmiten por el elemento sólido de los huesecillos del oído medio.
Dado que toda la pared lateral del oído medio está formada por una membrana delgada, la cavidad timpánica es un espacio sensible a la presión, ventilado por la tuba auditiva.
La mucosa que reviste la cavidad timpánica y la tuba auditiva está inervada por el NC IX.
En la ventana vestibular, entre los oídos medio e interno, las vibraciones de los huesecillos sólidos se convierten en ondas sonoras transmitidas por el líquido.
El oído interno consta de un laberinto membranoso, delicado y complejo, lleno de líquido intracelular (endolinfa) y suspendido en una cavidad ósea que está ocupada por líquido extracelular (perilinfa).
Aunque el laberinto óseo es mucho mayor y algo menos complejo, su arquitectura refleja la del laberinto membranoso.
La porción posterior del laberinto óseo adopta la disposición de tres conductos semicirculares; la ampolla de cada conducto membranoso contiene una cresta ampular sensible a los movimientos de la cabeza.
El vestíbulo óseo central contiene un utrículo y un sáculo membranosos, provisto cada uno de una mácula para controlar la posición de la cabeza con respecto a la línea de tracción gravitatoria.
Las crestas y máculas neuroepiteliales están inervadas por la porción vestibular del NC VIII.
La porción anterior del oído interno contiene un conducto coclear membranoso que está suspendido entre las dos rampas de la vía continua para las ondas sonoras, conducidas por la perilinfa; el conducto y los conductos perilinfáticos giran en espiral en torno a las dos vueltas y media de la cóclea ósea.
La deformación del órgano espiral dentro del conducto coclear, producida por las ondas sonoras, estimula los impulsos conducidos por la porción coclear del NC VIII para el sentido de la audición.
Leer más:
01. Descripción General de la Cabeza
Visión general de la cabeza.
02. Cráneo
Apuntes sobre el cráneo: cara anterior del cráneo, cara lateral del cráneo, cara posterior del cráneo, cara superior del cráneo, cara externa de la base del cráneo, cara interna de la base del cráneo, paredes de la cavidad craneal, y regiones de la cabeza.
03. Cara y Piel Cabelluda
Apuntes sobre la cara y la piel cabelluda: músculos de la cara y la piel cabelluda, vasos superficiales, y anatomía de superficie de la cara.
04. Meninges Craneales
Apuntes sobre las meninges craneales: duramadre, aracnoides, piamadre, y espacios meníngeos.
05. Encéfalo
Apuntes sobre el encéfalo: partes del encéfalo, sistema ventricular del encéfalo, irrigación arterial del encéfalo, y drenaje venoso del encéfalo.
06. Ojo, Órbita, Región Orbitaria, y Bulbo Ocular
Apuntes sobre el ojo, la órbita, la región orbitaria y el bulbo ocular: órbitas, párpados, aparato lagrimal, bulbo ocular, músculos extrínsecos del bulbo ocular, inervación de la órbita, vascularización, y anatomía de superficie del ojo y el aparato lagrimal.
07. Regiones Parotídea y Temporal, Fosa Infratemporal y Articulación Temporomandibular
Apuntes sobre las regiones parotídea, temporal, fosa infratemporal y articulación temporomandibular.
08. Región Bucal
Apuntes sobre la región bucal: cavidad bucal, labios, mejillas, encías, dientes, paladar, lengua, y glándulas salivares.
09. Fosa Pterigopalatina
Apuntes sobre la fosa pterigopalatina: porción pterigopalatina de la arteria maxilar, y nervio maxilar.
10. Nariz
Apuntes sobre la nariz: cavidades nasales, vascularización e inervación de la nariz, y senos paranasales.
11. Oído
Apuntes sobre el oído: oído externo, oído medio, y oído interno.