03. Cara y Piel Cabelluda

Cara

La cara es la superficie anterior de la cabeza, desde la frente hasta el mentón y de una oreja a la otra. La cara nos proporciona identidad como individuos humanos. Por lo tanto, los defectos en esta región u otras alteraciones resultantes de procesos patológicos o traumatismos tienen importantes consecuencias, más allá de sus efectos físicos.

La forma básica de la cara está determinada por los huesos subyacentes. La individualidad de la cara se debe principalmente a variaciones anatómicas en la forma y prominencia relativa del cráneo subyacente, en el depósito de tejido adiposo; en el color y los efectos del envejecimiento sobre la piel suprayacente, y en la abundancia, naturaleza y disposición del pelo sobre la cara y la piel cabelluda. El tamaño relativamente grande de las almohadillas grasas de la mejilla en el lactante evita el colapso de las mejillas durante la succión y confiere el aspecto de mejillas rechonchas. El crecimiento de los huesos de la cara requiere más tiempo que el de los huesos de la calvaria. El hueso etmoides, las cavidades orbitarias y las porciones superiores de las cavidades nasales casi han completado su crecimiento hacia el 7. o año. La expansión de las órbitas y el crecimiento del septo nasal desplazan los maxilares inferoanteriormente. Durante la infancia se produce un considerable crecimiento de la cara, al desarrollarse los senos paranasales y hacer erupción los dientes permanentes.

La cara desempeña un importante papel en la comunicación. Nuestras interacciones con otros tienen lugar en gran medida a través de la cara (incluidas las orejas); de aquí el término interfaz para un punto de interacciones. Mientras que la forma y los rasgos de la cara nos proporcionan nuestra identidad, gran parte de nuestro estado afectivo hacia los demás y de sus percepciones sobre nosotros son consecuencia del modo en que utilizamos los músculos faciales para establecer las ligeras modificaciones de los rasgos que constituyen la expresión facial.

Piel cabelluda

La piel cabelluda se compone de piel (normalmente con cabello) y tejido subcutáneo que cubre el neurocráneo desde las líneas nucales superiores en el hueso occipital hasta los bordes supraorbitarios del hueso frontal (figs. 8-3 y 8-4 A). Lateralmente, la piel cabelluda se extiende sobre la fascia temporal hasta los arcos cigomáticos.

La piel cabelluda se compone de cinco capas, de las cuales las tres primeras están conectadas íntimamente y se mueven como una sola unidad (ej. al arrugar la frente y mover la piel cabelluda) (fig. 8-15 A):

  1. Piel. Delgada, excepto en la región occipital; contiene numerosas glándulas sudoríparas y sebáceas, y folículos pilosos. Posee una abundante irrigación arterial y un buen drenaje venoso y linfático.
  2. Tejido conectivo. Forma la gruesa y densa capa subcutánea, ricamente vascularizada e inervada por los nervios cutáneos.
  3. Aponeurosis epicraneal. Lámina tendinosa ancha y fuerte que cubre la calvaria y sirve de inserción para los vientres musculares que convergen desde la frente y el occipucio (el músculo occipitofrontal) (fig. 8-15 B), y desde los huesos temporales de cada lado (los músculos temporoparietal y auricular superior). En conjunto, estas estructuras constituyen el epicráneo musculoaponeurótico. El vientre frontal del músculo occipitofrontal tracciona de la piel cabelluda anteriormente, arruga la frente y eleva las cejas; el vientre occipital de dicho músculo tracciona de la piel cabelluda posteriormente y alisa la piel de la frente. El músculo auricular superior (parte posterior especializada del músculo temporoparietal) eleva la oreja. Todas las partes del epicráneo (músculo y aponeurosis) están inervadas por el nervio facial.
  4. Tejido areolar laxo. Es una capa de aspecto esponjoso que incluye espacios potenciales que pueden distenderse por la presencia de líquidos resultantes de traumatismos o infecciones. Esta capa permite el desplazamiento libre de la piel cabelluda propiamente dicha (las tres primeras capas: piel, tejido conectivo y aponeurosis epicraneal) sobre la calvaria subyacente.
  5. Pericráneo. Es una capa densa de tejido conectivo que forma el periostio externo del neurocráneo. Está firmemente unido, pero puede desprenderse del cráneo con bastante facilidad en el sujeto vivo, excepto donde el pericráneo se continúa con el tejido fibroso de las suturas craneales.

Fig. 8-15

Fig. 8-15. Capas de la piel cabelluda, cráneo y meninges. A) La piel está estrechamente unida a la aponeurosis epicraneal, que se mueve libremente sobre el pericráneo y el cráneo gracias al tejido conectivo laxo interpuesto. La aponeurosis es la aponeurosis epicraneal, el tendón plano intermedio del músculo occipitofrontal. Se muestran las meninges craneales y el espacio subaracnoideo (leptomeníngeo). B) Se muestra la inervación de los dos vientres del músculo occipitofrontal por las ramas temporal y auricular posterior del nervio facial.

Músculos de la cara y la piel cabelluda

Los músculos faciales (músculos de la expresión facial) se hallan en el tejido subcutáneo de la parte anterior y posterior de la piel cabelluda, la cara y el cuello. Desplazan la piel y modifican las expresiones faciales para manifestar los estados de ánimo. La mayoría de los músculos se insertan en los huesos o la fascia, y su acción consiste en traccionar de la piel. Los músculos de la piel cabelluda y la cara se ilustran en la figura 8-16, y sus inserciones y acciones se describen en la tabla 8-3.

Fig. 8-16 Fig. 8-16-bis

Fig. 8-16. Músculos de la cara y la piel cabelluda.

Tabla 8-3

Todos los músculos de la expresión facial se desarrollan a partir del mesodermo de los segundos arcos faríngeos. Durante el desarrollo embrionario se forma una lámina muscular subcutánea que se extiende sobre el cuello y la cara, portando ramos del nervio de dicho arco faríngeo (nervio facial, NC VII) para inervar todos los músculos formados a partir del arco. La lámina muscular se diferencia en músculos que rodean los orificios faciales (boca, ojos y nariz) y actúan como mecanismos esfinterianos y dilatadores, que asimismo contribuyen a la expresión facial (fig. 8-17). Debido a su origen embrionario común, el platisma y los músculos faciales a menudo se fusionan y sus fibras con frecuencia están entremezcladas.

Fig. 8-17

Fig. 8-17. Músculos de expresión facial en acción. Estos músculos son esfínteres superficiales y dilatadores de los orificios de la cabeza. Los músculos de la cara, inervados por el nervio facial (NC VII), se insertan en la piel del rostro y la mueven, dando lugar a numerosas expresiones faciales.

Músculos de la piel cabelluda, la frente y las cejas

El occipitofrontal es un músculo digástrico plano, con un vientre occipital y un vientre frontal que comparten un tendón común, la aponeurosis epicraneal (figs. 8-15 y 8-16 A y B; tabla 8-3). Como la aponeurosis es una capa de la piel cabelluda, la contracción independiente del vientre occipital retrae la piel cabelluda, y la contracción del vientre frontal lo desplaza hacia delante. Si actúan de forma simultánea, el vientre occipital, con inserciones óseas, actúa sinérgicamente con el vientre frontal, que carece de dichas inserciones, para elevar las cejas y producir arrugas transversales en la frente, lo que otorga al rostro una expresión de sorpresa.

Músculos de la boca, los labios y las mejillas

Los labios y la forma y el grado de apertura de la boca son importantes para hablar con claridad. Además, con las expresiones faciales añadimos énfasis a la comunicación vocal. Varios músculos modifican la forma de la boca y los labios al hablar y durante actividades como cantar, silbar y emplear la mímica facial. La forma de la boca y los labios se controlan mediante un grupo tridimensional de series musculares (fig. 8-16 B y C; tabla 8-3):

  • Elevadores, retractores y eversores del labio superior.
  • Depresores, retractores y eversores del labio inferior.
  • Orbicular de la boca, el esfínter situado alrededor de la boca.
  • Buccinador en la mejilla.

En reposo, los labios se hallan en suave contacto y los dientes están juntos.

El orbicular de la boca, el primero de la serie de esfínteres asociados con el sistema alimentario (tubo digestivo), rodea la boca dentro de los labios y controla la entrada y salida a través de la hendidura bucal. El orbicular de la boca es importante durante la articulación de la palabra (habla).

El buccinador (del latín, trompetista) es un delgado músculo plano y rectangular que se inserta lateralmente en los procesos alveolares del maxilar y de la parte alveolar de la mandíbula, en oposición a los dientes molares, y en el rafe pterigomandibular, un engrosamiento tendinoso de la fascia bucofaríngea que separa y da origen posteriormente al músculo constrictor superior de la faringe. Ocupa un plano situado más profundo y medial que los otros músculos faciales, pues pasa profundamente con respecto a la mandíbula, y por lo tanto está más estrechamente relacionado con la mucosa bucal que con la piel de la cara. El buccinador, activo al sonreír, mantiene también las mejillas tensas, lo que impide que se plieguen y lesionen al masticar.

Anteriormente, las fibras del buccinador se mezclan de forma medial con las del orbicular de la boca, y el tono de los dos músculos comprime las mejillas y los labios contra los dientes y las encías. La contracción tónica del buccinador, y especialmente del orbicular de la boca, aporta una suave pero continua resistencia frente a la tendencia de los dientes a ladearse hacia fuera. Si el labio superior es corto o hay retractores que eliminan esta fuerza, aparece protrusión de los dientes.

El orbicular de la boca (desde la cara labial) y el buccinador (desde la cara vestibular) actúan conjuntamente con la lengua (desde la cara lingual) para mantener el alimento entre las caras oclusales de los dientes durante la masticación y para evitar que se acumule en el vestíbulo bucal. El buccinador también ayuda a que las mejillas resistan las fuerzas generadas al silbar y succionar. El nombre de este músculo se debe a que comprime las mejillas al soplar (ej. cuando un músico toca un instrumento de viento). Algunos trompetistas (notablemente el difunto Dizzy Gillespie) distienden los buccinadores y otros músculos de las mejillas de tal modo que las hinchan extraordinariamente al soplar con fuerza en sus instrumentos.

Diversos músculos dilatadores divergen desde los labios y los ángulos de la boca, de modo algo parecido a los radios de una rueda, y retraen los distintos bordes de la hendidura bucal, ya sea de forma colectiva, en grupos o de modo individual. Lateral-mente a los ángulos de la boca, o comisuras de los labios (las uniones de los labios superior e inferior), las fibras de hasta nueve músculos faciales se entrelazan o unen en una formación muy diversa y multiplanar que se denomina modiolo, causante en gran parte de la existencia de hoyuelos en muchos individuos.

El platisma es una lámina muscular ancha y delgada en el tejido subcutáneo del cuello (fig. 8-16 A y B; tabla 8-3). Los bordes anteriores de los dos músculos se decusan sobre el mentón y se mezclan con los músculos faciales. Al actuar desde su inserción superior, el platisma tensa la piel, provoca crestas cutáneas verticales, expresa un gran estrés y libera la presión sobre las venas superficiales. Al actuar desde su inserción inferior, el platisma ayuda a deprimir la mandíbula y los ángulos de la boca, como en una mueca.

Músculos de la entrada de la órbita

La función de los párpados es proteger el bulbo ocular (o globo ocular) de los traumatismos y la luz excesiva. Los párpados también mantienen húmeda la córnea, al extender las lágrimas.

El orbicular del ojo cierra los párpados y arruga verticalmente la frente (figs. 8-16 A y B, y 8-18; tabla 8-3). Sus fibras se distribuyen en círculos concéntricos alrededor del borde de la cavidad orbitaria y los párpados. La contracción de estas fibras estrecha la hendidura palpebral (abertura entre los párpados) y ayuda al flujo de lágrimas; para ello, los párpados se unen primero lateralmente y luego se va cerrando la hendidura palpebral en dirección medial. El músculo orbicular del ojo se compone de tres porciones:

  1. Porción palpebral. Se origina en el ligamento palpebral medial y está localizada sobre todo dentro de los párpados; cierra suavemente los párpados (como al parpadear o dormir) para evitar que se desequen las córneas.
  2. Porción lagrimal. Discurre posteriormente al saco lagrimal; cierra los párpados medialmente y ayuda al drenaje de las lágrimas.
  3. Porción orbitaria. Está superpuesta al borde de la cavidad orbitaria y se inserta medialmente en el frontal y el maxilar; cierra con fuerza los párpados (como al hacer un guiño o al entrecerrar los ojos) para proteger los ojos frente al resplandor o el polvo.

Cuando se contraen de modo simultáneo las tres porciones del orbicular, los ojos quedan firmemente cerrados (figs. 8-17 y 8-18 C).

Fig. 8-18

Fig. 8-18. Disposición y acciones del músculo orbicular del ojo. A) Porciones orbitaria y palpebral del orbicular del ojo. B) La porción palpebral cierra suavemente los párpados. C) La porción orbitaria cierra fuertemente los ojos.

Músculos de la nariz y las orejas

Los músculos de la nariz pueden aportar datos sobre el tipo de respiración. Por otra parte, aunque estos músculos son funcionalmente importantes en ciertos mamíferos (elefantes, tapires, conejos y algunos mamíferos acuáticos que se sumergen), carecen relativamente de importancia en los humanos, excepto por lo que respecta a la expresión facial y al campo especializado de la cirugía plástica estética. Los músculos de las orejas, importantes en los animales capaces de aguzar o dirigir las orejas hacia la fuente del sonido, tienen aún menos trascendencia en el ser humano.

Nervios de la cara y la piel cabelluda

La inervación cutánea (sensitiva) de la cara y la parte anterosuperior de la piel cabelluda procede principalmente del nervio trigémino (NC V), mientras que la inervación motora de los músculos faciales corre a cargo del nervio facial (NC VII).

Nervios cutáneos de la cara y la piel cabelluda

El nervio trigémino (NC V) se origina en la parte lateral del puente mesencefálico mediante dos raíces, motora y sensitiva, comparables a las raíces motora (anterior) y sensitiva (posterior) de los nervios espinales. La raíz sensitiva del NC V se compone de las prolongaciones centrales de neuronas seudomonopolares localizadas en un ganglio sensitivo (el ganglio del trigémino) situado en el extremo distal de la raíz; este ganglio queda cortocircuitado por los axones de las neuronas multipolares, constitutivos de la raíz motora. El NC V es el nervio sensitivo de la cara y el nervio motor de los músculos masticadores y de otros varios pequeños músculos (fig. 8-19).

Fig. 8-19

Fig. 8-19. Distribución del nervio trigémino (NC V). A) Las tres divisiones del NC V se originan a partir del ganglio del trigémino. Además de este, un ganglio sensitivo (similar a los ganglios sensitivos de los nervios espinales) y cuatro ganglios parasimpáticos (tres de los cuales se muestran aquí) se asocian a los ramos del nervio trigémino. B) Ramos del nervio mandibular (NC V 3 ) llegan a los músculos de la masticación. C) Esta imagen a modo de «libro abierto» de la pared lateral y el septo de la cavidad nasal derecha muestra la distribución superficial y profunda de las divisiones NC V 1 y NC V 2 (e incidentalmente NC I) en la cavidad nasal y en la parte superior de la cavidad bucal, en y junto a la línea media de la cabeza.

Las prolongaciones periféricas de las neuronas del ganglio trigémino constituyen tres divisiones del nervio: el nervio oftálmico (NC V1), el nervio maxilar (NC V2) y el componente sensitivo del nervio mandibular (NC V3). La denominación de estos nervios corresponde a sus principales áreas terminales: ojo, maxilar y mandíbula, respectivamente. Las dos primeras divisiones (nervios oftálmico y maxilar) son completamente sensitivas. El nervio mandibular es principalmente sensitivo, pero recibe las fibras (axones) motoras de la raíz motora del NC V que inervan sobre todo los músculos de la masticación. Los nervios cutáneos derivados de cada división del NC V se ilustran en la figura 8-20, y el origen, el recorrido y la distribución de cada nervio se describen en la tabla 8-4.

Los nervios cutáneos del cuello se solapan con los de la cara. Los ramos cutáneos de los nervios cervicales procedentes del plexo cervical se extienden sobre la cara posterior del cuello y la piel cabelluda. El nervio auricular mayor inerva la cara inferior de la oreja y gran parte de la región parotídea de la cara (el área que cubre el ángulo de la mandíbula).

Fig. 8-20

Fig. 8-20. Nervios cutáneos de la cara y la piel cabelluda.

Tabla 8-4

Nervio oftálmico

El nervio oftálmico (NC V1), división superior del nervio trigémino, es la más pequeña de las tres divisiones del NC Se ori-gina en el ganglio del trigémino como un nervio totalmente sensitivo, e inerva el área de piel derivada de la prominencia frontonasal embrionaria. Al penetrar en la órbita por la fisura orbitaria superior, el NC V1 se trifurca en los nervios frontal, nasociliar y lagrimal (fig. 8-19). A excepción del nervio nasal externo, los ramos cutáneos del NC V1 alcanzan la piel de la cara a través de la entrada de la órbita (fig. 8-21).

Fig. 8-21

Fig. 8-21. Nervios cutáneos de la región orbitaria/periorbitaria. Se muestran los nervios cutáneos relacionados con las paredes y el borde de la órbita y el esqueleto fibroso de los párpados. La piel del párpado superior está inervada por ramos del nervio oftálmico (NC V1), mientras que el párpado inferior está inervado principalmente por ramos del nervio maxilar (NC V2).

El nervio frontal, el ramo más voluminoso procedente de la trifurcación del NC V1, discurre a lo largo de la pared superior de la órbita hacia la entrada de la órbita y se bifurca aproximadamente a mitad de su camino en los nervios supraorbitario y supratroclear, que se distribuyen por la frente y la piel cabelluda (figs. 8-21 y 8-22).

El nervio nasociliar, el ramo de tamaño intermedio de la trifurcación del NC V1, suministra ramos al bulbo ocular y se divide dentro de la órbita en los nervios etmoidal posterior, etmoidal anterior e infratroclear (fig. 8-19). Los nervios etmoidales posterior y anterior abandonan la órbita; este último sigue un circuito que pasa por las cavidades craneal y nasal. Su ramo terminal, el nervio nasal externo, es un nervio cutáneo que inerva la parte externa de la nariz. El nervio infratroclear es un ramo terminal del nervio nasociliar, del cual constituye su principal ramo cutáneo.

El nervio lagrimal, el ramo más pequeño que proviene de la trifurcación del NC V1, es sobre todo un ramo cutáneo, pero también, por vía de un ramo comunicante, lleva algunas fibras secretomotoras procedentes de un ganglio relacionado con el nervio maxilar, para inervar la glándula lagrimal (figs. 8-20 y 8-21).

Fig. 8-22

Fig. 8-22. Nervios de la piel cabelluda. Los nervios aparecen en orden: NC V1, NC V2, NC V3, ramos anteriores de C2 y C3, y ramos posteriores de C2 y C3.

Nervio maxilar

El nervio maxilar (NC V2), la división intermedia del nervio trigémino, se origina también como un nervio completamente sensitivo (fig. 8-19 A), discurre anteriormente al ganglio del trigémino y sale del cráneo a través del foramen redondo, en la base del ala mayor del esfenoides. Penetra en la fosa pterigopalatina, donde emite ramos para el ganglio pterigopalatino, y continúa anteriormente para penetrar en la órbita a través de la fisura orbitaria inferior (fig. 8-19). Emite el nervio cigomático y transcurre anteriormente por el surco y el foramen infraorbitarios, donde toma el nombre de nervio infraorbitario (fig. 8-21).

El nervio cigomático llega a la pared lateral de la órbita y da lugar a dos de los tres ramos cutáneos del NC V2, los nervios cigomaticofacial y cigomaticotemporal. El nervio cigomático emite un ramo comunicante que lleva fibras secretoras al nervio lagrimal. En su camino hacia la cara, el nervio infraorbitario emite ramos palatinos, ramos para la mucosa del seno maxilar y ramos para los dientes superiores medios y anteriores. Para alcanzar la piel de la cara atraviesa el foramen infraorbitario, en la superficie infraorbitaria del maxilar. Los tres ramos cutáneos del nervio maxilar inervan el área de la piel derivada de las prominencias maxilares embrionarias.

Nervio mandibular

El nervio mandibular (NC V3) es la división inferior y de mayor tamaño del nervio trigémino (fig. 8-19 A). Se forma por la unión de fibras sensitivas del ganglio sensitivo y de la raíz motora del NC V en el foramen oval, en el ala mayor del esfenoides, a través del cual sale del cráneo el NC V3. El NC V3 posee tres ramos sensitivos que inervan el área de piel derivada de la prominencia mandibular embrionaria. También emite fibras motoras a los músculos de la masticación (fig. 8-19 B). El NC V3 es la única división del NC V portadora de fibras motoras. Los principales ramos cutáneos del NC V3 son los nervios auriculotemporal, bucal y mentoniano. En su camino hacia la piel, el nervio auriculotemporal transcurre profundamente respecto a la glándula parótida, a la que aporta fibras secretomotoras procedentes de un ganglio relacionado con esta división del NC V.

Nervios de la piel cabelluda

La inervación de la piel cabelluda anterior a las orejas se realiza mediante ramos de las tres divisiones del NC V, el nervio trigémino (figs. 8-22, 8-20 B y tabla 8-4).

Posteriormente a las orejas, la inervación procede de los nervios espinales cutáneos (C2 y C3).

Nervios motores de la cara

Los nervios motores de la cara son el nervio facial, que inerva los músculos de la expresión facial, y la raíz motora del nervio trigémino/nervio mandibular, que inerva los músculos de la masticación (masetero, temporal, pterigoideos medial y lateral). Estos nervios inervan también algunos músculos situados más profundamente (fig. 8-19 A).

Nervio facial

El NC VII, el nervio facial, posee una raíz motora y una raíz sensitiva/parasimpática (esta última es el nervio intermediario). La raíz motora del NC VII inerva los músculos de la expresión facial, incluidos el músculo superficial del cuello (platisma), los músculos auriculares, los músculos de la piel cabelluda y algunos otros músculos derivados del mesodermo del segundo arco faríngeo embrionario (fig. 8-23). Después de seguir un circuito a través del hueso temporal, el NC VII sale del cráneo por el foramen estilomastoideo, localizado entre los procesos mastoides y estiloides (figs. 8-9 B y 8-11). Justo después emite el nervio auricular posterior, que transcurre posterosuperiormente a la oreja para inervar el músculo auricular posterior y el vientre occipital del músculo occipitofrontal (fig. 8-23 A y C).

El tronco principal del NC VII discurre anteriormente y queda englobado en la glándula parótida, en la cual forma el plexo parotídeo. Este plexo da lugar a los cinco ramos terminales del nervio facial: temporal, cigomático, bucal, marginal de la mandíbula y cervical. Los nombres de estos ramos hacen referencia a las regiones que inervan. Los músculos específicos inervados por cada ramo se describen en la tabla 8-3.

El ramo temporal del NC VII emerge del borde superior de la glándula parótida y cruza el arco cigomático para inervar los músculos auricular superior, auricular anterior, vientre frontal del occipitofrontal y, lo más importante, la parte superior del orbicular del ojo.

El ramo cigomático del NC VII, mediante dos o tres ramos, discurre superiormente y sobre todo inferiormente al ojo para inervar la parte inferior del músculo orbicular del ojo y otros músculos de la cara inferiores a la órbita.

El ramo bucal del NC VII discurre externamente al músculo buccinador, al cual inerva, así como a los músculos del labio superior (partes superiores del orbicular de la boca y fibras inferiores del elevador del labio superior).

El ramo marginal de la mandíbula del NC VII inerva el músculo risorio y los músculos del labio inferior y el mentón. Emerge del borde inferior de la glándula parótida y cruza el borde inferior de la mandíbula, profundamente al platisma, para alcanzar la cara. En un 20% de los individuos, este ramo discurre inferior al ángulo de la mandíbula.

El ramo cervical del NC VII discurre inferiormente desde el borde inferior de la glándula parótida, y luego posteriormente a la mandíbula para inervar el platisma (fig. 8-23).

Los ramos cutáneos del ganglio geniculado acompañan al ramo auricular del nervio vago hacia la piel en ambos lados de la oreja en la región de la concha. Aunque no es evidente anatómicamente, su existencia es más evidente por las manifestaciones clínicas.

Fig. 8-23

Fig. 8-23. Ramos del nervio facial (NC VII). A) Los ramos terminales del NC VII se originan del plexo parotídeo en el interior de la glándula parótida. Salen de la glándula cubiertos por su cara lateral e irradian en una dirección generalmente anterior a través de la cara. Aunque está íntimamente relacionado con la glándula parótida (y a menudo contacta con la glándula submandibular mediante uno o más de sus ramos inferiores), el NC VII no envía fibras nerviosas a las glándulas salivares. También se muestran dos músculos que representan los extremos de la distribución del NC VII, el occipitofrontal y el platisma. B) Método sencillo para mostrar y recordar el trayecto general de los cinco ramos terminales del NC VII hacia la cara y el cuello. C) Disección del lado derecho de la cabeza, que muestra el nervio auricular mayor (C2 y C3), que inerva la vaina parotídea y la piel situada sobre el ángulo de la mandíbula, y ramos terminales del nervio facial, que inervan los músculos de la expresión facial. B, bucal; C, cervical; M, marginal de la mandíbula; T, temporal; Z, cigomático.

Vasos superficiales de la cara y la piel cabelluda

La cara se halla ricamente irrigada por arterias superficiales y venas externas, como resulta evidente por los fenómenos de rubefacción y palidez (ej. la palidez por el frío). Las ramas terminales de arterias y venas se anastomosan libremente, incluyendo las anastomosis a través de la línea media con sus homónimas del lado opuesto.

Arterias superficiales de la cara

La mayoría de las arterias superficiales de la cara derivan de ramas de la arteria carótida externa, como se ilustra en la figura 8-24. El origen, el recorrido y la distribución de estas arterias se presentan en la tabla 8-5. La arteria facial proporciona la principal irrigación arterial a la cara. Se origina en la arteria carótida externa y discurre junto al borde inferior de la mandíbula, justo anterior al masetero (figs. 8-23 C y 8-24 B). La arteria tiene aquí un curso superficial inmediatamente profunda respecto al platisma.

La arteria facial cruza la mandíbula, el buccinador y el maxilar en su trayectoria sobre la cara hacia el ángulo medial del ojo, en la unión de los párpados superior e inferior (fig. 8-24 B). La arteria facial está situada profundamente respecto a los músculos cigomático mayor y elevador del labio superior. Cerca del final de su sinuoso recorrido a través de la cara, la arteria facial pasa aproximadamente a un través de dedo lateralmente al ángulo de la boca. La arteria facial envía ramas a los labios superior e inferior (las arterias labiales superior e inferior), asciende por el lado de la nariz y se anastomosa con la rama nasal dorsal de la arteria oftálmica. Distalmente a la arteria nasal lateral al lado de la nariz, la parte terminal de la arteria facial toma el nombre de arteria angular.

La arteria temporal superficial es la rama terminal más pequeña de la arteria carótida externa; la otra rama es la arteria maxilar. La arteria temporal superficial emerge en la cara entre la articulación temporomandibular y la oreja, penetra en la fosa temporal y finaliza en la piel cabelluda al dividirse en sus ramas frontal y parietal. Estas ramas arteriales acompañan o se hallan muy próximas a los ramos correspondientes del nervio auriculotemporal.

La arteria transversa de la cara (facial transversa) surge de la arteria temporal superficial dentro de la glándula parótida y cruza la cara superficialmente al masetero (figs. 8-23 C y 8-24 B), aproximadamente a un través de dedo inferior al arco cigomático. Se divide en numerosas ramas que irrigan la glándula parótida y su conducto, el masetero y la piel de la cara. Se anastomosa con ramas de la arteria facial.

Además de la arteria temporal superficial, otras diversas arterias acompañan a los nervios cutáneos de la cara. Las arterias supraorbitaria y supratroclear, ramas de la arteria oftálmica, acompañan a los nervios homónimos a través de las cejas y la frente (fig. 8-24; tabla 8-5). La arteria supraorbitaria continúa e irriga la piel cabelluda anteriormente al vértice. La arteria mentoniana, la única rama superficial derivada de la arteria maxilar, acompaña al nervio homónimo en el mentón.

Fig. 8-24

Fig. 8-24. Arterias superficiales de la cara y la piel cabelluda.

Tabla 8-5

Arterias de la piel cabelluda

La piel cabelluda posee una rica irrigación sanguínea (fig. 8-24 A; tabla 8-5). Las arterias discurren en la segunda capa de la piel cabelluda, la capa de tejido conectivo subcutáneo entre la piel y la aponeurosis epicraneal. Las arterias se anastomosan libremente con otras arterias adyacentes, y cruzando la línea media con las arterias contralaterales. Las paredes arteriales se hallan firmemente unidas al tejido conectivo denso en el cual yacen, lo que limita su capacidad para contraerse cuando se seccionan. Por consiguiente, las hemorragias por heridas en la piel cabelluda son profusas.

La irrigación arterial proviene de las arterias carótidas externas a través de las arterias occipitales, auriculares posteriores y temporales superficiales, y de las arterias carótidas internas a través de las arterias supratrocleares y supraorbitarias. Las arterias de la piel cabelluda aportan poca sangre al neurocráneo, que está irrigado principalmente por la arteria meníngea media.

Venas externas de la cara

La mayoría de las venas externas de la cara drenan en venas que acompañan a las arterias de la cara. Al igual que la mayoría de las venas superficiales, están sujetas a muchas variaciones; un patrón frecuente se muestra en la figura 8-25, y se ofrecen detalles en la tabla 8-6.

Fig. 8-25

Fig. 8-25. Venas de la cara y la piel cabelluda.

Tabla 8-6

Al igual que las venas de otros lugares, poseen abundantes anastomosis que permiten su drenaje por vías alternativas durante períodos de compresión temporal. Las vías alternativas incluyen vías superficiales (por las venas facial y retromandibular/yugular externa) y profundas (por las anastomosis con el seno cavernoso, el plexo venoso pterigoideo y la vena yugular interna).

Las venas faciales, que discurren con las arterias faciales o paralelamente a ellas, son venas sin válvulas que realizan el principal drenaje superficial de la cara. Las tributarias de la vena facial incluyen la vena facial profunda, que drena el plexo venoso pterigoideo de la fosa infratemporal. Inferiormente al borde de la mandíbula, la vena facial se une con la rama (comunicante) anterior de la vena retromandibular. La vena facial drena directa o indirectamente en la vena yugular interna. En el ángulo medial del ojo, la vena facial comunica con la vena oftálmica superior, que drena en el seno cavernoso.

La vena retromandibular es una vena profunda de la cara, formada por la unión de la vena temporal superficial y la vena maxilar; esta última drena el plexo venoso pterigoideo. La vena retromandibular discurre posteriormente a la rama de la mandíbula, dentro del parénquima de la glándula parótida, superficialmente a la arteria carótida externa y profunda respecto al nervio facial. Cuando emerge desde el polo inferior de la glándula parótida, la vena retromandibular se divide en una rama anterior, que se une con la vena facial, y una rama posterior, que se une con la vena auricular posterior, inferiormente a la glándula parótida, para formar la vena yugular externa. Esta vena discurre inferior y superficialmente en el cuello y desemboca en la vena subclavia.

Venas de la piel cabelluda

El drenaje venoso de las partes superficiales de la piel cabelluda se realiza a través de las venas que acompañan a las arterias de la piel cabelluda: las venas suprarobitaria y supratroclear. Las venas temporales superficiales y las venas auriculares posteriores drenan la piel cabelluda anterior y posterior a las orejas, respectivamente.

La vena auricular posterior a menudo recibe una vena emisaria mastoidea desde el seno sigmoideo, un seno venoso de la duramadre (fig. 8-33). Las venas occipitales drenan la región occipital de la piel cabelluda. El drenaje venoso de las partes profundas de la piel cabelluda de la región temporal se lleva a cabo a través de las venas temporales profundas, tributarias del plexo venoso pterigoideo.

Drenaje linfático de la cara y la piel cabelluda

En la piel cabelluda no hay nódulos linfáticos, y excepto en la región parotídea y de la mejilla, tampoco los hay en la cara. La linfa procedente de la piel cabelluda, la cara y el cuello, drena en el anillo superficial (collar pericervical) de nódulos linfáticos (submentonianos, submandibulares, parotídeos, mastoideos y occipitales), localizados en la unión de la cabeza y el cuello (fig. 8-26 A). Los vasos linfáticos de la cara acompañan a otros vasos faciales. Los vasos linfáticos superficiales acompañan a las venas; los linfáticos profundos, a las arterias. Todos los vasos linfáticos de la cabeza y el cuello drenan directa o indirectamente en los nódulos linfáticos cervicales profundos (fig. 8-26 B), una cadena de nódulos que se localizan principalmente a lo largo de la vena yugular interna en el cuello. La linfa procedente de estos nódulos profundos llega al tronco linfático yugular, que se une con el conducto torácico en el lado izquierdo y con la vena yugular interna o la vena braquiocefálica en el lado derecho. A continuación se ofrece un resumen del drenaje linfático de la cara:

  • La linfa procedente de la parte lateral de la cara y la piel cabelluda, incluidos los párpados, drena en los nódulos linfáticos parotídeos superficiales.
  • La linfa de los nódulos parotídeos profundos drena en los nódulos linfáticos cervicales profundos.
  • La linfa del labio superior y las partes laterales del labio inferior drena en los nódulos linfáticos submandibulares.
  • La linfa del mentón y la parte central del labio inferior drena en los nódulos linfáticos submentonianos.

Fig. 8-26

Fig. 8-26. Drenaje linfático de la cara y la piel cabelluda. A) Drenaje superficial. En la unión de la cabeza y el cuello se forma un collar pericervical de nódulos linfáticos superficiales compuesto por los nódulos submentonianos, submandibulares, parotídeos, mastoideos y occipitales. Estos nódulos reciben inicialmente la mayor parte del drenaje linfático de la cara y la piel cabelluda. B) Drenaje profundo. Todos los vasos linfáticos de la cabeza y el cuello drenan finalmente en los nódulos linfáticos cervicales profundos, ya sea directamente, desde los tejidos, o indirectamente, tras pasar por el grupo de nódulos linfáticos próximo.

Anatomía de superficie de la cara

A pesar de las variaciones, aparentemente infinitas, que permiten identificar a las personas como individuos, los rasgos de la cara humana son constantes (fig. 8-27).

Fig. 8-27

Fig. 8-27. Anatomía de superficie de la cara.

Las cejas son crecimientos lineales de pelo sobre el borde superior de la órbita. La región desprovista de pelo entre las cejas se encuentra sobre la glabela, y las crestas prominentes que se extienden lateralmente a cada lado por encima de las cejas son los arcos superciliares.

Los párpados son repliegues musculofibrosos móviles que cubren el bulbo ocular. Se unen entre sí en cada extremo de la hendidura palpebral en los ángulos medial y lateral (comisuras) del ojo. El pliegue palpebronasal (epicanto) es un pliegue cutáneo que cubre el ángulo medial del ojo en algunos individuos, principalmente en los asiáticos. Las depresiones superior e inferior a los párpados son los surcos suprapalpebral e infrapalpebral.

La forma de la nariz cambia notablemente. La nariz presenta un ápice prominente y continúa con la frente en la raíz de la nariz (puente). El borde anterior redondeado de la nariz entre la raíz y el ápice es el dorso de la nariz. Inferiormente al ápice, la cavidad nasal de cada lado se abre anteriormente en una narina (orificio nasal), limitada medialmente por el septo nasal y lateral-mente por el ala de la nariz.

Los labios rodean la hendidura de la boca, la hendidura bucal. El borde bermellón del labio marca el comienzo de la zona de transición (denominada habitualmente labio) entre la piel y la mucosa del labio. La piel de la zona de transición carece de pelo y es delgada, lo que aumenta su sensibilidad y es la causa de que su color sea diferente (debido a los lechos capilares subyacentes). La unión lateral de los labios es la comisura labial; el ángulo entre los labios, medial a la comisura, que aumenta al abrir la boca y disminuye al cerrarla, es el ángulo de la boca.

En la parte media del labio superior hay un tubérculo, y superiormente a este hay un surco superficial, el filtro (filtrum) (del griego, hechizo de amor), que se extiende hasta el septo nasal. Los repliegues musculofibrosos de los labios continúan lateralmente con la mejilla, que contiene también el músculo buccinador y el cuerpo adiposo de la mejilla. La mejilla está separada de los labios por el surco nasolabial, que discurre oblicuamente entre el ala de la nariz y el ángulo de la boca. Estos surcos son más fáciles de observar al sonreír. El labio inferior está separado de la protuberancia mentoniana (mentón) por el surco mentolabial. En los labios, las mejillas y el mentón del varón adulto crece pelo, como parte de las características sexuales secundarias: la barba.

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