02. Cráneo
El cráneo es el esqueleto de la cabeza (fig. 8-1 A). Está formado por 22 huesos separados. Diversos huesos constituyen sus dos partes, el neurocráneo y el viscerocráneo (fig. 8-1 B). El neurocráneo es la caja ósea del encéfalo y sus cubiertas membranosas, las meninges craneales. Contiene también las porciones proximales de los nervios craneales y los vasos encefálicos. El neurocráneo del adulto está formado por una serie de ocho huesos: cuatro impares centrados en la línea media (frontal, etmoides, esfenoides y occipital) y dos series de pares bilaterales (temporal y parietal) (figs. 8-1 A, 8-2 A y 8-3).
El neurocráneo posee una pared superior parecida a una cúpula, la calvaria (bóveda craneal), y un piso o base del cráneo. Los huesos que componen la calvaria son principalmente huesos planos (frontal, parietales y occipital; fig. 8-8 A), formados por osificación intramembranosa del mesénquima de la cabeza, a partir de la cresta neural. Los que contribuyen a la base del cráneo son huesos irregulares con partes sustancialmente planas (esfenoides y temporales), formados por osificación endocondral del cartílago (condrocráneo) o por más de un tipo de osificación. El hueso etmoides es un hueso irregular que contribuye de un modo relativamente escaso a la línea media del neurocráneo, pues forma parte sobre todo del viscerocráneo (fig. 8-7 A). Los denominados huesos planos y las porciones planas de los huesos que forman el neurocráneo son en realidad curvos, con una superficie convexa externa y una superficie cóncava interna.
La mayoría de los huesos de la calvaria están unidos por suturas fibrosas engranadas (fig. 8-1 A y B); sin embargo, durante la infancia, algunos huesos (esfenoides y occipital) están unidos por cartílago hialino (sincondrosis, articulaciones cartilaginosas). La médula espinal se continúa con el encéfalo a través del foramen (agujero) magno, una gran abertura en la base del cráneo (fig. 8-1 C).
El viscerocráneo (esqueleto facial) comprende los huesos de la cara que se desarrollan principalmente en el mesénquima de los arcos faríngeos embrionarios. El viscerocráneo constituye la parte anterior del cráneo y se compone de los huesos que rodean la boca (maxilares y mandíbula), la nariz/cavidad nasal y la mayor parte de las órbitas (cuencas o cavidades orbitarias) (figs. 8-2 y 8-3).
El viscerocráneo consta de 15 huesos irregulares: tres huesos impares centrados o situados en la línea media (mandíbula, etmoides y vómer) y seis huesos pares bilaterales (maxilar, cornete [concha] nasal inferior, cigomático, palatino, nasal y lagrimal) (figs. 8-1 A y 8-4 A). Los maxilares y la mandíbula albergan los dientes; es decir, proporcionan las cavidades y el hueso de sostén para los dientes maxilares y mandibulares. Los maxilares forman la mayor parte del esqueleto facial superior, fijado a la base del cráneo. La mandíbula forma el esqueleto facial inferior, móvil al articularse con la base del cráneo en las articulaciones temporomandibulares (figs. 8-1 A y 8-2).
Varios huesos del cráneo (frontal, temporal, esfenoides y etmoides) son huesos neumatizados, que contienen espacios aéreos (celdillas aéreas o grandes senos), presumiblemente para reducir su peso (fig. 8-5). El volumen total de los espacios aéreos comprendidos en estos huesos aumenta con la edad.
En la posición anatómica, el cráneo está orientado de tal modo que el borde inferior de la órbita y el borde superior del poro del meato acústico externo de ambos lados se hallan en el mismo plano horizontal (fig. 8-1 A). Esta referencia craneométrica externa es el plano orbitomeatal (plano horizontal de Frankfort).
Cara anterior del cráneo
Los elementos que forman la cara anterior del cráneo son los huesos frontal y cigomáticos, las órbitas, la región nasal, los maxilares y la mandíbula (figs. 8-2 y 8-3).
El hueso frontal, específicamente su porción escamosa (plana), forma el esqueleto de la frente y se articula inferiormente con los huesos nasales y cigomáticos. En algunos adultos, una sutura metópica, o sutura frontal persistente o restos de ella, es visible en la línea media de la glabela, ligeramente deprimida, situada entre los arcos superciliares. La sutura frontal divide los huesos frontales del cráneo fetal.
La intersección de los huesos frontal y nasales es el nasión, que en la mayoría de las personas se pone de manifiesto por un área netamente deprimida (puente nasal) (figs. 8-1 A y 8-2 A). El nasión es uno de los múltiples puntos craneométricos que se utilizan radiográficamente en medicina (o en el cráneo en seco en antropología física) para efectuar mediciones craneales, comparar y describir la topografía del cráneo, y documentar las variaciones anormales (fig. 8-6; tabla 8-1). El hueso frontal también se articula con los huesos lagrimales, etmoides y esfenoides; una parte horizontal del frontal (porción orbitaria) forma a la vez la pared superior de la órbita y una parte de la fosa craneal anterior (fig. 8-3).
El borde supraorbitario del hueso frontal, el límite angular entre sus porciones escamosa y orbitaria, posee en algunos cráneos un foramen supraorbitario (incisura) para el paso del nervio y los vasos supraorbitarios. Inmediatamente superior al borde supraorbitario hay una cresta, el arco superciliar, que se extiende lateralmente a cada lado desde la glabela. La prominencia de esta cresta, situada en profundidad a las cejas, es generalmente mayor en el hombre (figs. 8-2 A y 8-3).
Los huesos cigomáticos (huesos de la mejilla, huesos malares) forman la prominencia de las mejillas, están situados en los lados inferolaterales de las órbitas y descansan sobre los maxilares. Los bordes anterolaterales, paredes y gran parte de los bordes infraorbitarios de las órbitas están formados por estos huesos cuadriláteros. Un pequeño foramen cigomaticofacial atraviesa la cara lateral de cada hueso (figs. 8-3 y 8-4 A). Los huesos cigomáticos se articulan con los huesos frontal, esfenoides, temporales y maxilares.
Inferiormente a los huesos nasales se halla la abertura piriforme (en forma de pera) o abertura nasal anterior en el cráneo (figs. 8-1 A y 8-2 A). El septo nasal óseo, que puede observarse a través de esta abertura, divide la cavidad nasal en las partes derecha e izquierda. En la pared lateral de cada cavidad nasal hay unas láminas óseas curvadas, las conchas o cornetes nasales (figs. 8-2 A y 8-3).
Los maxilares forman la mandíbula superior; sus procesos alveolares incluyen las cavidades dentarias (alvéolos) y constituyen el hueso de soporte para los dientes maxilares. Los dos maxilares están unidos por la sutura intermaxilar en el plano medio (fig. 8-2 A). Los maxilares rodean la mayor parte de la abertura piriforme y forman los bordes infraorbitarios medialmente. Poseen una amplia conexión con los huesos cigomáticos lateralmente, y un foramen infraorbitario inferior a cada órbita para el paso del nervio y los vasos infraorbitarios (fig. 8-3).
La mandíbula es un hueso en forma de U con un proceso (apófisis) alveolar que soporta los dientes mandibulares. Consta de una parte horizontal, el cuerpo, y una vertical, las ramas (fig. 8-2 B y C). Inferiormente a los segundos dientes premolares se encuentran los forámenes mentonianos para los nervios y vasos mentonianos (figs. 8-1 A, 8-2 B y 8-3). La protuberancia mentoniana, que forma la prominencia del mentón, es una elevación ósea triangular inferior a la sínfisis mandibular, unión ósea donde se fusionan las mitades de la mandíbula en el niño (fig. 8-2 A y B).
Cara lateral del cráneo
La cara lateral del cráneo está formada por el neurocráneo y el viscerocráneo (figs. 8-1 A y B, y 8-4 A). Las principales características de la parte del neurocráneo son la fosa temporal, el poro del meato acústico externo y el proceso mastoides del hueso temporal. Las principales características de la parte del viscerocráneo son la fosa infratemporal, el arco cigomático y las caras laterales del maxilar y la mandíbula.
La fosa temporal está limitada superior y posteriormente por las líneas temporales superior e inferior, anteriormente por los huesos frontal y cigomático, e inferiormente por el arco cigomático (figs. 8-1 A y 8-4 A). El borde superior del arco corresponde al límite inferior del hemisferio cerebral. El arco cigomático está formado por la unión del proceso temporal del hueso cigomático y el proceso cigomático del hueso temporal.
En la parte anterior de la fosa temporal, 3-4 cm superiormente al punto medio del arco cigomático, existe un área de uniones óseas clínicamente importante: el pterión (del griego, ala) (figs. 8-4 A y 8-6; tabla 8-1). Suele estar indicado por una formación de suturas con forma de H que unen los huesos frontal, parietal, esfenoides (ala mayor) y temporal. Es menos frecuente que se articulen los huesos frontal y temporal; a veces, los cuatro huesos se reúnen en un punto.
El poro del meato acústico externo es la entrada al meato acústico externo, que conduce a la membrana timpánica (fig. 8-4 A). El proceso mastoides del hueso temporal es posteroinferior al poro del meato acústico externo. Anteromedialmente al proceso mastoides se halla el proceso estiloides del hueso temporal, una delgada proyección ósea puntiaguda, semejante a una delgada aguja. La fosa infratemporal es un espacio irregular, inferior y profundo con respecto al arco cigomático y a la mandíbula, y posterior al maxilar (fig. 8-67 B).
Cara posterior del cráneo
La cara posterior del cráneo está compuesta por el occipucio (protuberancia posterior convexa de la porción escamosa del hueso occipital), partes de los huesos parietales y las porciones mastoideas de los huesos temporales (fig. 8-7 A).
La protuberancia occipital externa suele ser fácilmente palpable en el plano medio; sin embargo, en algunas ocasiones (sobre todo en la mujer) puede ser poco aparente. Un punto craneométrico definido por la punta de la protuberancia externa es el inión (del griego, nuca) (figs. 8-1 A, 8-4 A y 8-6; tabla 8-1). La cresta occipital externa desciende desde la protuberancia externa hacia el foramen magno, la gran abertura en la parte basal del hueso occipital (figs. 8-1 C, 8-7 B y 8-9).
La línea nucal superior, que marca el límite superior del cuello, se extiende lateralmente desde cada lado de la protuberancia externa; la línea nucal inferior es menos aparente. En el centro del occipucio, lambda indica la unión de las suturas sagital y lambdoidea (figs. 8-1 A, 8-6 y 8-7 A; tabla 8-1); a veces puede palparse como una depresión. Uno o más huesos suturales (huesos accesorios o wormianos) pueden localizarse en lambda o cerca del proceso mastoides (fig. 8-4 B y C).
Cara superior del cráneo
La cara superior (norma superior o norma vertical) del cráneo, habitualmente de forma algo oval, se ensancha posterolateralmente en las eminencias parietales (fig. 8-8 A). En algunas personas también son visibles las eminencias frontales, lo que otorga al cráneo un aspecto casi cuadrado.
La sutura coronal separa los huesos frontal y parietales, la sutura sagital separa los huesos parietales, y la sutura lambdoidea separa los huesos parietal y temporal del hueso occipital (fig. 8-8 A a C). El bregma es el punto craneométrico formado por la intersección de las suturas sagital y coronal (figs. 8-6 y 8-8 A; tabla 8-1). El vértice (vértex), o punto más superior de la calvaria, está próximo al punto medio de la sutura sagital (figs. 8-6 y 8-7 A).
El foramen parietal es un orificio pequeño e inconstante que está situado posteriormente en el hueso parietal, cerca de la sutura sagital (fig. 8-8 A y C). A menudo puede haber forámenes parietales pares. Los forámenes muy irregulares y variables situados en el neurocráneo son los forámenes emisarios, atravesados por las venas emisarias que conectan las venas de la piel cabelluda (o cuero cabelludo) con los senos venosos de la duramadre («Piel cabelluda»).
Cara externa de la base del cráneo
La base del cráneo es la porción inferior del neurocráneo (piso de la cavidad craneal) y del viscerocráneo, a excepción de la mandíbula (fig. 8-9). La cara externa de la base del cráneo presenta el arco alveolar de los maxilares (el borde libre de los procesos alveolares que rodean y soportan a los dientes maxilares), los procesos palatinos de los maxilares y los huesos palatinos, esfenoides, vómer, temporales y occipital.
El paladar duro (paladar óseo) está formado por los procesos palatinos de los maxilares anteriormente y las láminas horizontales de los huesos palatinos posteriormente. El borde posterior libre del paladar duro se proyecta posteriormente en el plano medio como espina nasal posterior. Posteriormente a los dientes incisivos centrales se halla el foramen incisivo, una depresión en la línea media del paladar óseo en la cual se abren los conductos incisivos.
Los nervios nasopalatinos derecho e izquierdo pasan desde la nariz a través de un número variable de conductos y forámenes incisivos (pueden ser bilaterales o unirse en una sola formación).
Posterolateralmente se hallan los forámenes palatinos mayor y menores. Superiormente al borde posterior del paladar se hallan dos grandes aberturas, las coanas (aberturas nasales posteriores), separadas entre sí por el vómer (del latín, reja del arado), un hueso plano impar de forma trapezoidal que constituye una parte importante del septo nasal óseo (fig. 8-9 B).
Enclavado entre los huesos frontal, temporales y occipital se halla el esfenoides (del latín, alado; pterigoides a menudo es un sinónimo de esfenoides), un hueso impar de forma irregular que consta de un cuerpo y tres pares de procesos: alas mayores, alas menores y procesos pterigoides (fig. 8-10). Las alas mayores y **menores del esfenoides se proyectan lateralmente desde las caras laterales del cuerpo del hueso. Las alas mayores poseen caras orbitarias, temporales e infratemporales, visibles en las proyecciones anterior, lateral e inferior del exterior del cráneo (figs. 8-3, 8-4 A y 8-9 A), y caras cerebrales visibles en las proyecciones internas de la base del cráneo (fig. 8-11). Los procesos pterigoides, que constan de las láminas lateral y medial de la pterigoides, se extienden inferiormente a cada lado del esfenoides desde la unión del cuerpo y las alas mayores (figs. 8-9 A y 8-10 A y B).
El surco para la porción cartilaginosa de la tuba auditival (trompa auditiva) (faringotimpánica) está situado medialmente a la espina del esfenoides, inferiormente a la unión del ala mayor del esfenoides y la porción petrosa del hueso temporal (fig. 8-9 B). Unas depresiones en cada porción escamosa del hueso temporal, denominadas fosas mandibulares, acomodan las cabezas (cóndilos) mandibulares cuando la boca está cerrada.
La base del cráneo está formada posteriormente por el hueso occipital, que se articula anteriormente con el esfenoides. Las cuatro partes del hueso occipital están dispuestas en torno al foramen magno, el rasgo más destacado de la base del cráneo. Las principales estructuras que atraviesan este gran orificio son: la médula espinal (donde continúa con la médula oblongada del encéfalo), las meninges (coberturas) del encéfalo y la médula espinal, las arterias vertebrales, las arterias espinales anterior y posteriores, y el nervio accesorio (NC XI). En las porciones laterales del hueso occipital se hallan dos grandes protuberancias, los cóndilos occipitales, mediante los cuales el cráneo se articula con la columna vertebral.
La gran abertura entre el hueso occipital y la porción petrosa del hueso temporal es el foramen yugular, desde el cual la vena yugular interna y varios nervios craneales (NC IX a XI) salen del cráneo (figs. 8-9 A y 8-11; tabla 8-2). La entrada al conducto carotídeo para la arteria carótida interna se halla justo anterior al foramen yugular (fig. 8-9 B). Los procesos mastoides proporcionan inserciones musculares.
El foramen estilomastoideo, atravesado por el nervio facial (NC VII) y la arteria estilomastoidea, está situado posteriormente a la base del proceso estiloides.
Cara interna de la base del cráneo
La cara interna de la base del cráneo presenta tres grandes depresiones situadas a diferentes niveles: las fosas craneales anterior, media y posterior, que configuran el piso en forma de cuenco de la cavidad craneal (fig. 8-12), este espacio del neurocráneo está ocupado por el cerebro. La fosa craneal anterior ocupa el nivel más elevado; la posterior, el más bajo.
Fosa craneal anterior
Las porciones inferior y anterior de los lóbulos frontales del cerebro ocupan la fosa craneal anterior, la más alta de las tres (fig. 8-12 B). Está formada por el hueso frontal anteriormente, el etmoides en la parte media, y el cuerpo y las alas menores del esfenoides posteriormente. La mayor parte de la fosa está constituida por las porciones orbitarias del hueso frontal, que sostienen los lóbulos frontales del cerebro y forman la pared superior de las órbitas. La superficie presenta unas impresiones sinuosas (impresiones cerebrales) que alojan los giros (circunvoluciones) orbitarios de los lóbulos frontales (fig. 8-11).
La cresta frontal es una extensión ósea media del hueso frontal (fig. 8-12 A). En su base se halla el foramen ciego del hueso frontal, atravesado por vasos durante el desarrollo fetal, pero que carece de significado más tarde. La crista galli es una gruesa cresta ósea media posterior al foramen ciego, que se proyecta superiormente desde el etmoides. A cada lado de esta cresta se encuentra la lámina cribosa del etmoides, con aspecto parecido a un colador. Sus numerosos y diminutos forámenes dan paso a los nervios olfatorios (NC I) desde las áreas olfatorias de las cavidades nasales hasta los bulbos olfatorios del cerebro, situados sobre esta lámina (fig. 8-12 A; tabla 8-2).
Fosa craneal media
La fosa craneal media, en forma de mariposa, presenta una parte central, compuesta por la silla turca en el cuerpo del esfenoides, y unas grandes partes laterales deprimidas a cada lado (fig. 8-12). La fosa craneal media es posteroinferior a la fosa craneal anterior, separada de ella por las agudas crestas esfenoidales lateralmente y por el limbo esfenoidal centralmente. Las crestas esfenoidales están formadas sobre todo por los bordes posteriores agudos de las alas menores del esfenoides, que se proyectan sobre las partes laterales de las fosas anteriormente. Las crestas esfenoidales finalizan medialmente en dos proyecciones óseas agudas, los procesos clinoides anteriores.
Una cresta variablemente prominente, el limbo esfenoidal, forma el límite anterior del surco prequiasmático, orientado de forma transversal, que se extiende entre los conductos ópticos derecho e izquierdo. Los huesos que constituyen las partes laterales de la fosa son las alas mayores del esfenoides y las porciones escamosas de los huesos temporales lateralmente, y las porciones petrosas del hueso temporal posteriormente. Las partes laterales de la fosa craneal media soportan los lóbulos temporales del cerebro. El límite entre las fosas craneales media y posterior es el borde superior (cresta) de la porción petrosa del hueso temporal lateralmente, y una lámina ósea plana, el dorso de la silla turca del esfenoides, medialmente.
La silla turca es la formación ósea con aspecto de silla de montar situada en la superficie superior del cuerpo del esfenoides. Se encuentra rodeada por los procesos clinoides anteriores y posteriores (figs. 8-10 C y 8-12 A). Clinoides significa «pata de la cama», y los cuatro procesos (dos anteriores y dos posteriores) rodean la fosa hipofisaria, la «cama» de la glándula hipófisis, como las cuatro patas de una cama. La silla turca se compone de tres partes:
- El tubérculo de la silla (pomo de la silla) es una elevación media variablemente prominente que forma el límite posterior del surco prequiasmático y el límite anterior de la fosa hipofisaria.
- La fosa hipofisaria es una depresión media (el asiento de la silla) en el cuerpo del esfenoides que aloja la hipófisis.
- El dorso de la silla (respaldo de la silla) es una lámina ósea cuadrada que se proyecta superiormente desde el cuerpo del esfenoides. Constituye el límite posterior de la silla turca y sus ángulos superolaterales prominentes componen los procesos clinoides posteriores.
A cada lado del cuerpo del esfenoides, una semiluna de cuatro forámenes perfora las raíces de las caras cerebrales de las alas mayores del esfenoides (figs. 8-10 C, 8-11 y 8-12 A); las estructuras que atraviesan estos forámenes se detallan en la tabla 18-2:
- Fisura orbitaria superior: se encuentra localizada entre las alas mayor y menor; se abre anteriormente en el interior de la órbita (fig. 8-2 A).
- Foramen redondo: se encuentra posterior al extremo medial de la fisura orbitaria superior; sigue un curso horizontal hasta una abertura en la cara anterior de la raíz del ala mayor del esfenoides (figs. 8-10 A y 8-11 A) en el interior de una formación ósea entre los huesos esfenoides, maxilar y palatino, la fosa pterigopalatina.
- Foramen oval: es un orificio grande posterolateral al foramen redondo; se abre inferiormente en la fosa infratemporal (fig. 8-9 B).
- Foramen espinoso: localizado posterolateralmente al foramen oval; también se abre en la fosa infratemporal en relación con la espina del esfenoides (fig. 8-11).
El foramen rasgado no forma parte de la semiluna de forámenes. Este foramen se sitúa posterolateralmente a la fosa hipofisaria y es un artefacto del cráneo en seco (fig. 8-12 A), pues en vida está cerrado por una lámina cartilaginosa. Sólo algunas ramas arteriales meníngeas y pequeñas venas atraviesan verticalmente el cartílago de un modo completo. La arteria carótida interna y sus plexos simpático y venoso que la acompañan pasan sobre la cara superior del fibrocartílago (sobre el foramen), y algunos nervios lo atraviesan horizontalmente y pasan hacia un foramen en su límite anterior.
Extendiéndose posterior y lateralmente desde el foramen rasgado hay un estrecho surco del nervio petroso mayor en la cara anterosuperior de la porción petrosa del hueso temporal. También hay un pequeño surco del nervio petroso menor.
Fosa craneal posterior
La fosa craneal posterior, la mayor y más inferior de las tres fosas craneales, aloja el cerebelo, el puente y la médula oblongada (fig. 8-12 B). La fosa craneal posterior está formada principalmente por el hueso occipital, pero el dorso de la silla del esfenoides marca su límite anterior centralmente (fig. 8-12 A), y las porciones petrosa y mastoidea de los huesos temporales contribuyen a sus «paredes» anterolaterales.
Desde el dorso de la silla existe una rampa inclinada en el centro de la parte anterior de la fosa, el clivus, que conduce al foramen magno. Posteriormente a esta gran abertura, la fosa craneal posterior se halla dividida parcialmente por la cresta occipital interna en grandes impresiones cóncavas bilaterales, las fosas cerebelosas. La cresta occipital interna finaliza en la protuberancia occipital interna, relacionada con la confluencia de los senos, una unión de los senos venosos de la duramadre.
Anchos surcos indican el curso horizontal del seno transverso y el seno sigmoideo, este en forma de S. En la base de la cresta petrosa del hueso temporal se halla el foramen yugular, que atraviesa varios nervios craneales además del seno sigmoideo, el cual sale del cráneo como vena yugular interna (fig. 8-11; tabla 8-2). Anterosuperiormente al foramen yugular se halla el meato acústico interno para los nervios facial (NC VII) y vestibulococlear (NC VIII) y la arteria laberíntica. El conducto del nervio hipogloso para ese nervio (NC XII) es superior al borde anterolateral del foramen magno.
Paredes de la cavidad craneal
Las paredes de la cavidad craneal varían de grosor en las diferentes regiones. Suelen ser más delgadas en la mujer que en el hombre, y también más delgadas en el niño y el anciano. Los huesos tienden a ser más delgados en las áreas que se hallan bien cubiertas por músculos, como la porción escamosa del hueso temporal (fig. 8-11). Las áreas delgadas de los huesos pueden verse en las radiografías (fig. 8-5) o al sostener un cráneo desecado frente a una luz intensa.
La mayoría de los huesos de la calvaria se componen de las tablas interna y externa de hueso compacto, separadas por el díploe (figs. 8-5 y 8-11). El díploe es hueso esponjoso que contiene médula ósea roja en vida y conductos formados por las venas diploicas. En el cráneo en seco el díploe no es rojo, pues las proteínas se eliminan durante la preparación del cráneo. La tabla interna ósea es más delgada que la externa, y en algunas áreas sólo existe una fina lámina de hueso compacto, sin díploe.
La sustancia ósea del cráneo está distribuida de un modo desigual. Los relativamente delgados huesos planos (aunque la mayoría son curvos) proporcionan la potencia necesaria para mantener las cavidades y proteger su contenido. Sin embargo, además de albergar el encéfalo, los huesos del neurocráneo (y sus procesos) aportan inserción proximal a los potentes músculos de la masticación que se insertan distalmente en la mandíbula. Por lo tanto, se producen unas intensas fuerzas de tracción a través de la cavidad nasal y las órbitas, que quedan interpuestas. De este modo, las porciones engrosadas de los huesos craneales forman unos potentes contrafuertes o pilares que transmiten las fuerzas y evitan su paso por las órbitas y la cavidad nasal (fig. 8-13).
Los contrafuertes principales son el contrafuerte frontonasal, que se extiende desde la región de los dientes caninos entre las cavidades nasal y orbitaria hasta la porción central del hueso frontal, y el contrafuerte arco cigomático-borde orbitario lateral, desde la región de los molares hasta la parte lateral del hueso frontal y el temporal. De modo similar, los contrafuertes occipitales transmiten las fuerzas recibidas lateralmente al foramen magno desde la columna vertebral. Quizás para compensar la mayor densidad ósea necesaria para estos refuerzos, algunas áreas del cráneo que no se hallan sometidas a tantas exigencias mecánicas se neumatizan (se llenan de aire).
Regiones de la cabeza
Para que exista una clara comunicación sobre la localización de las estructuras, lesiones o patología, la cabeza se divide en regiones (fig. 8-14). El gran número de regiones (ocho) en que se divide el área relativamente pequeña de la cara es reflejo de su complejidad funcional e importancia personal, como indican los gastos anuales en cirugía estética electiva. Con la excepción de la región auricular, que incluye también la oreja, los nombres de las regiones de la porción neurocraneal de la cabeza corresponden a los huesos o detalles óseos sub yacentes: regiones frontal, parietal, occipital, temporal y mastoidea.
La porción viscerocraneal de la cabeza incluye la región facial, que se divide en cinco regiones bilaterales y tres regiones medias en relación con estructuras superficiales (regiones labial y de la mejilla), con formaciones de tejidos blandos más profundas (región parotídea) y con estructuras esqueléticas (regiones orbitaria, infraorbitaria, nasal, cigomática y mentoniana). En el resto del capítulo se exponen detalladamente varias de estas regiones, así como algunas regiones profundas no representadas en la superficie (ej. la región infratemporal y la fosa pterigopalatina). La anatomía de superficie de estas regiones se comentará al describir cada región.