11. Oído
El oído, órgano de audición y equilibrio, se divide en oído externo, medio e interno (fig. 8-109). El oído externo y el oído medio están relacionados principalmente con la transferencia del sonido al oído interno, que contiene el órgano del equilibrio además del órgano de la audición. La membrana timpánica separa el oído externo del oído medio. La tuba auditiva conecta el oído medio con la nasofaringe.
Oído externo
El oído externo está compuesto por la oreja, que recoge el sonido, y el meato acústico externo, que lo conduce hacia la membrana timpánica.
Oreja
La oreja se compone de una lámina de cartílago elástico de forma irregular, cubierto por una piel delgada (fig. 8-110). La oreja presenta varias depresiones y elevaciones.
La concha de la oreja es la depresión más profunda. El borde elevado de la oreja es el hélix. Las otras depresiones y elevaciones se exponen en la figura 8-110. El lobulillo (lóbulo), no cartilaginoso, está formado por tejido fibroso, grasa y vasos sanguíneos. Se perfora fácilmente para tomar pequeñas muestras de sangre o insertar pendientes. El trago (del griego tragos, cabra; en alusión a los pelos que tienden a crecer en esta formación, parecidos a la barba de una cabra) es una proyección en forma de lengüeta que recubre el poro del meato acústico externo. La irrigación arterial de la oreja deriva principalmente de las arterias auricular posterior y temporal superficial (fig. 8-111 A).
Los principales nervios de la piel de la oreja son los nervios auricular mayor y auriculotemporal. El nervio auricular mayor inerva la cara craneal (medial; habitualmente denominada «dorso de la oreja») y la parte posterior (hélix, antihélix y lóbulo) de la cara lateral («parte frontal del oído»). El nervio auriculotemporal, ramo del NC V3, inerva la piel de la cara anterior de la superficie lateral de la aurícula, incluyendo el borde de la concha, la cruz del hélix y el trago (figs. 8-109 y 8-111 A). La piel de la concha está inervada en su mayoría por la rama auricular del vago, con una contribución menor del nervio facial.
El drenaje linfático de la oreja se realiza, en la cara lateral de la mitad superior de la oreja, hacia los nódulos linfáticos parotídeos superficiales (fig. 8-111 B); la cara craneal de la mitad superior de la oreja drena en los nódulos linfáticos mastoideos y en los nódulos linfáticos cervicales profundos; el resto de la oreja, incluido el lóbulo, drena en los nódulos linfáticos cervicales superficiales.
Meato acústico externo y membrana timpánica
El meato acústico externo se extiende hacia el interior a través de la porción timpánica del hueso temporal, desde la oreja hasta la membrana timpánica, una distancia de 2-3 cm en el adulto (fig. 8-109). El tercio lateral de este conducto, ligeramente en forma de S, es cartilaginoso y está recubierto de piel que se continúa con la piel de la oreja. Los dos tercios mediales son óseos y están revestidos de piel delgada que se continúa con la capa externa de la membrana timpánica. Las glándulas ceruminosas y sebáceas, en el tejido subcutáneo de la porción cartilaginosa, producen cerumen.
La membrana timpánica (tímpano), aproximadamente de 1 cm de diámetro, es delgada, de forma ovalada y semitransparente; se halla situada en el extremo medial del meato acústico externo (figs. 8-109 y 8-112). La membrana establece una separación entre el meato acústico externo y la cavidad timpánica del oído medio. La membrana timpánica está recubierta de piel delgada externamente, y de la mucosa del oído medio internamente. Observada a través de un otoscopio, presenta una concavidad hacia el meato acústico externo, con una depresión cónica superficial en el centro, el ombligo (fig. 8-112 A). El eje central de la membrana timpánica discurre perpendicularmente a través del ombligo como el mango de un paraguas, en sentido anteroinferior mientras se dirige lateralmente. Así pues, la membrana timpánica está orientada como un minúsculo radar para recibir las señales procedentes del ambiente situado delante y al lado de la cabeza.
Superiormente al proceso lateral del martillo (uno de los huesecillos del oído medio), la membrana es delgada y se denomina porción fláccida. Carece de las fibras radiales y circulares que están presentes en el resto de la membrana, denominada porción tensa. La porción fláccida forma la pared lateral del receso superior de la cavidad timpánica.
La membrana timpánica se mueve en respuesta a las vibraciones del aire que llegan hasta ella a través del meato acústico externo. Los movimientos de la membrana se transmiten mediante los huesecillos del oído a través del oído medio hacia el oído interno (fig. 8-109).
La piel de las paredes superior y anterior del meato acústico externo y los dos tercios anterosuperiores de la superficie externa de la membrana timpánica son inervados principalmente por el nervio auriculotemporal (fig. 8-111 A), un ramo del NC V3. La piel de las paredes posterior e inferior del meato y el tercio posteroinferior de la superficie externa de la membrana timpánica son inervados por el ramo auricular del vago (NC X). La super-ficie interna de la membrana timpánica recibe inervación del nervio glosofaríngeo (NC IX).
Oído medio
La cavidad timpánica, o cavidad del oído medio, es la estrecha cámara llena de aire situada en la porción petrosa del hueso temporal (figs. 8-109 y 8-113). Tiene dos porciones: la cavidad timpánica propiamente dicha, o espacio directamente interno a la membrana timpánica, y el receso epitimpánico, o espacio superior a la membrana. La cavidad timpánica está conectada anteromedialmente con la nasofaringe por la tuba auditiva, y posterosuperiormente con las celdillas mastoideas por el antro mastoideo (figs. 8-113 A y 8-114). La cavidad timpánica está revestida de una mucosa que se continúa con la mucosa que recubre la tuba auditiva, las celdillas mastoideas y el antro mastoideo.
El oído medio alberga:
- Los huesecillos del oído (martillo, yunque y estribo).
- Los músculos estapedio y tensor del tímpano.
- La cuerda del tímpano, un ramo del NC VII (fig. 8-114).
- El plexo nervioso timpánico.
Paredes de la cavidad timpánica
El oído medio, cuya forma es semejante a una caja estrecha con lados cóncavos, tiene seis paredes (fig. 8-114 B):
- La pared tegmental (superior) está formada por una delgada lámina ósea, la pared superior del tímpano, que separa la cavidad timpánica de la duramadre de la fosa craneal media (fig. 8-114 A).
- La pared yugular (piso) está formada por una capa ósea que separa la cavidad timpánica del bulbo superior de la vena yugular interna (fig. 8-114 A y B).
- La pared membranosa (pared lateral) está formada casi totalmente por la convexidad picuda de la membrana timpánica; superiormente está formada por la pared lateral ósea del receso epitimpánico. El manubrio del martillo está unido a la membrana timpánica y su cabeza se extiende hacia el interior del receso epitimpánico.
- La pared laberíntica (pared medial) separa la cavidad timpánica del oído interno. También presenta el promontorio de la pared laberíntica, formado por la porción inicial (espira basal) de la cóclea y las ventanas coclear y vestibular, que en el cráneo en seco se comunican con el oído interno.
- La pared mastoidea (pared posterior) tiene una abertura en su parte superior, la entrada al antro mastoideo, que conecta la cavidad timpánica con las celdillas mastoideas; el conducto para el nervio facial desciende entre la pared posterior y el antro, medialmente a la entrada a este último.
- La pared carotídea, anterior, separa la cavidad timpánica del conducto carotídeo; superiormente presenta el orificio de la tuba auditiva y el conducto del tensor del tím.
- El antro mastoideo es una cavidad en el proceso mastoides del hueso temporal (fig. 8-114 A). El antro, al igual que ocurre en la cavidad timpánica, está separado de la fosa craneal media por una delgada lámina del hueso temporal, denominada pared tegmental. Esta estructura constituye la pared tegmentaria (techo) de las cavidades del oído, y también forma parte de la porción lateral de la fosa craneal media. El antro mastoideo es la cavidad común en la cual se abren las celdillas mastoideas. El antro y las celdillas mastoideas están revestidos de una mucosa que se continúa con la que tapiza el oído medio. Anteroinferiormente, el antro está relacionado con el conducto del nervio facial.
Tuba auditiva
La tuba auditiva (faringotimpánica) conecta la cavidad timpánica y la nasofaringe (parte superior o nasal de la faringe), donde se abre posterior al meato nasal inferior (fig. 8-113). El tercio posterolateral de la tuba auditiva es óseo, y el resto es cartilaginoso. Está revestida de una mucosa que se continúa posteriormente con la que tapiza la cavidad timpánica, y anteriormente con la mucosa de la nasofaringe.
La función de la tuba auditiva consiste en igualar la presión en el oído medio con la presión atmosférica, lo cual permite que la membrana timpánica se mueva libremente. Al permitir que el aire entre y salga de la cavidad timpánica, la tuba auditiva equilibra las presiones a ambos lados de la membrana timpánica. Como las paredes de la porción cartilaginosa de la tuba se hallan normalmente en aposición, su apertura debe realizarse de un modo activo, lo que se logra mediante el cinturón expansor del vientre muscular del elevador del velo del paladar; al contraerse longitudinalmente este músculo empuja una pared, mientras que la contracción del tensor del velo del paladar tracciona de la otra pared. Debido a que estos músculos pertenecen al paladar blando, el igualamiento de las presiones se asocia habitualmente con actividades como el bostezo y la deglución.
Las arterias de la tuba auditiva proceden de la arteria faríngea ascendente, rama de la arteria carótida externa, y de la arteria meníngea media y la arteria del conducto pterigoideo, ramas de la arteria maxilar (fig. 8-115; tabla 8-12).
Las venas de la tuba auditiva drenan en el plexo venoso pterigoideo. El drenaje linfático de la tuba se realiza en los nódulos linfáticos cervicales profundos (fig. 8-111 B).
Los nervios de la tuba auditiva proceden del plexo timpánico (fig. 8-114 B), formado por fibras del nervio glosofaríngeo (NC IX). Anteriormente, la tuba también recibe fibras del ganglio pterigopalatino (fig. 8-106 A).
Huesecillos del oído
Los huesecillos del oído forman una cadena móvil de pequeños huesos a través de la cavidad timpánica, desde la membrana timpánica hasta la ventana vestibular (oval), una abertura ovalada en la pared laberíntica de la cavidad timpánica, que conduce al vestíbulo del laberinto óseo (figs. 8-113 B y 8-116 A). Estos huesecillos son los primeros que se osifican por completo en el curso del desarrollo, y se hallan esencialmente maduros al nacer. El material óseo que los forma es excepcionalmente denso (duro). Los huesecillos están revestidos de la mucosa que tapiza la cavidad timpánica; sin embargo, a diferencia de otros huesos, carecen de la capa circundante de periostio osteogénico.
Martillo
El martillo está unido a la membrana timpánica. La cabeza del martillo, superior y redondeada, se sitúa en el receso epitimpánico (fig. 8-116 B). El cuello del martillo se apoya contra la porción fláccida de la membrana timpánica, y el manubrio (mango) del martillo está incluido en la membrana timpánica, con su punta en el ombligo de esta; así pues, el martillo se mueve junto con la membrana timpánica. La cabeza del martillo se articula con el yunque; el tendón del tensor del tímpano se inserta en su manubrio, cerca del cuello. La cuerda del tímpano cruza la cara medial del cuello del martillo. El martillo funciona como una palanca, con la más larga de sus dos procesos y el manubrio unidos a la membrana timpánica.
Yunque
El yunque está localizado entre el martillo y el estribo, y se articula con ambos. Posee un cuerpo y dos ramas. Su voluminoso cuerpo está situado en el receso epitimpánico (fig. 8-116 A), donde se articula con la cabeza del martillo (fig. 8-116 C). La rama larga es paralela al manubrio del martillo, y su extremo inferior se articula con el estribo mediante el proceso lenticular, una proyección dirigida medialmente. La rama corta está conectada por un ligamento a la pared posterior de la cavidad timpánica.
Estribo
El estribo es el huesecillo más pequeño. Posee una cabeza, dos ramas y una base (fig. 8-116 D). La cabeza, dirigida lateralmente, se articula con el yunque (fig. 8-116 A). La base del estribo encaja en la ventana vestibular sobre la pared medial de la cavidad timpánica. La base oval está unida a los bordes de la ventana. La base del estribo es considerablemente más pequeña que la membrana timpánica; a consecuencia de ello, la fuerza vibratoria del estribo se incrementa unas diez veces con respecto a la que ejerce la membrana timpánica. De este modo, los huesecillos del oído aumentan la fuerza, pero disminuyen la amplitud de las vibraciones transmitidas desde la membrana timpánica hasta el oído interno (fig. 8-120).
Músculos asociados con los huesecillos del oído
Dos músculos amortiguan o resisten los movimientos de los huesecillos del oído; uno de ellos también amortigua los movimientos (vibra ciones) de la membrana timpánica. El tensor del tímpano es un músculo corto que se origina en la cara superior de la porción cartilaginosa de la tuba auditiva, el ala mayor del esfenoides y la porción petrosa del hueso temporal (figs. 8-113 A y 8-114). El tensor del tímpano se inserta en el manubrio del martillo y tira de él medialmente, lo que tensa la membrana timpánica y reduce la amplitud de sus oscilaciones. Esta acción tiende a prevenir lesiones del oído interno cuando el sujeto está expuesto a fuertes ruidos. El tensor del tímpano está inervado por el nervio mandibular (NC V3).
El estapedio es un pequeño músculo situado dentro de la eminencia piramidal, una prominencia cónica hueca en la pared posterior de la cavidad timpánica (figs. 8-112 B y 8-114 B). Su tendón penetra en la cavidad timpánica tras emerger de un foramen puntiforme en el vértice de la eminencia, y se inserta en el cuello del estribo. El estapedio tracciona posteriormente del estribo y hace oscilar su base en la ventana vestibular, lo que tensa el ligamento anular y reduce la amplitud de oscilación. También previene el exceso de movimiento del estribo. El nervio del estapedio procede del nervio facial (NC VII).
Oído interno
El oído interno contiene el órgano vestibulococlear implicado en la recepción del sonido y el mantenimiento del equilibrio. Excavado en la porción petrosa del hueso temporal (figs. 8-113 y 8-117 A), el oído interno consta de los sacos y conductos del laberinto membranoso. El laberinto membranoso contiene endolinfa y está suspendido dentro del laberinto óseo, lleno de perilinfa, mediante delicados filamentos similares a los de la aracnoides que atraviesan el espacio subaracnoideo, o mediante el ligamento espiral, más sólido, pero sin flotar. Estos líquidos están implicados en la estimulación de los órganos terminales del equilibrio y la audición, respectivamente.
Laberinto óseo
El laberinto óseo está formado por una serie de cavidades (cóclea, vestíbulo y conductos semicirculares) situadas dentro de la cápsula ótica de la porción petrosa del hueso temporal (figs. 8-113 A y 8-117 B). La cápsula ótica está formada por hueso más denso que el resto de la porción petrosa del temporal y puede aislarse de este mediante una fresa dental. A menudo la cápsula ótica se representa e identifica de forma errónea como si fuese el laberinto óseo. Sin embargo, el laberinto óseo es un espacio lleno de líquido, que está rodeado por la cápsula ótica y se representa con mayor exactitud mediante un molde de esta, tras la eliminación del hueso circundante.
Cóclea
La cóclea (caracol) es la porción en forma de concha de caracol del laberinto óseo que contiene el conducto coclear (fig. 8-117 C) y es la porción del oído interno implicada en la audición. El conducto espiral de la cóclea empieza en el vestíbulo y da dos vueltas y media en torno a un núcleo cuneiforme de hueso esponjoso, el modiolo (fig. 8-118). El modiolo contiene conductos para los vasos sanguíneos y la distribución de los ramos del nervio coclear. El vértice del modiolo de forma cónica, como el eje de la membrana timpánica, se dirige lateral, anterior e inferiormente. La amplia espira basal de la cóclea forma el promontorio de la pared laberíntica de la cavidad timpánica (fig. 8-114 B). En la espira basal, el laberinto óseo comunica con el espacio subaracnoideo superior al foramen yugular a través del acueducto coclear (fig. 8-113 B). También presenta la ventana coclear (redonda), cerrada por la membrana timpánica secundaria (fig. 8-117 B y C).
Vestíbulo del laberinto óseo
El vestíbulo del laberinto óseo es una pequeña cámara oval (de unos 5 mm de largo) que contiene el utrículo y el sáculo (fig. 8-117 C), y porciones del aparato del equilibrio (laberinto vestibular). En la pared lateral del vestíbulo se encuentra la ventana vestibular (oval), ocupada por la base del estribo. El vestíbulo se continúa anterior-mente con la cóclea ósea, y posteriormente con los conductos semicirculares óseos y con la fosa craneal posterior mediante el acueducto del vestíbulo (fig. 8-113 B). El acueducto se extiende hacia la cara posterior de la porción petrosa del temporal, donde se abre posterolateralmente al meato acústico interno (fig. 8-117 A). El acueducto vestibular deja paso al conducto endolinfático (figs. 8-113 B y 8-117 D) y dos pequeños vasos sanguíneos.
Conductos semicirculares óseos
Los conductos semicirculares óseos (anterior, posterior y lateral) comunican con el vestíbulo del laberinto óseo (fig. 8-117 B). Los conductos se sitúan posterosuperiores al vestíbulo, en el cual desembocan, y se disponen en ángulos rectos entre ellos. Ocupan los tres planos del espacio. Cada conducto semicircular óseo forma, aproximadamente, dos tercios de un círculo de unos 1,5 mm de diámetro, excepto en uno de sus extremos, donde existe una dilatación, la ampolla ósea. Los conductos tienen sólo cinco aberturas en el vestíbulo, ya que los conductos anterior y posterior tienen una rama común. Los conductos semicirculares del laberinto membranoso están alojados dentro de los conductos semicirculares óseos (fig. 8-117 C y D).
Laberinto membranoso
El laberinto membranoso consta de una serie de sacos y conductos comunicantes que están suspendidos en el laberinto óseo (fig. 8-117 C). El laberinto membranoso contiene endolinfa, un líquido acuoso de composición similar al líquido intracelular, cuya composición difiere de la perilinfa circundante (que es semejante al líquido extracelular) que rellena el resto del laberinto óseo. El laberinto membranoso está compuesto por dos divisiones, 1) el laberinto vestibular y 2) el laberinto coclear, y contiene más porciones que el laberinto óseo:
- Laberinto vestibular, relacionado con el equilibrio, está compuesto de:
- El utrículo y el sáculo, dos pequeños sacos comunicantes en el vestíbulo del laberinto óseo.
- El conducto utriculosacular que conecta el utrículo y el sáculo.
- Tres conductos semicirculares membranosos en los conductos semicirculares óseos.
- El conducto endolinfático, que finaliza en el saco endolinfático.
- Laberinto coclear, relacionado con la audición, está compuesto del conducto coclear en el conducto espiral de la cóclea.
Las dos divisiones del laberinto membranoso están conectadas a través del conducto reuniens, que se extiende entre el sáculo y el conducto coclear.
Los conductos semicirculares membranosos desembocan en el utrículo a través de cinco aberturas, que reflejan la forma en que los conductos semicirculares óseos se abren en el vestíbulo. El utrículo se comunica con el sáculo a través del conducto utriculosacular, del cual se origina el conducto endolinfático (fig. 8-117 D).
El utrículo y el sáculo tienen áreas especializadas de epitelio sensorial denominadas máculas. La mácula del utrículo se halla en la pared inferior del utrículo, paralela a la base del cráneo, mientras que la mácula del sáculo se dispone verticalmente en la pared medial del sáculo. La mácula es sensible a la gravedad y la aceleración o desaceleración lineal. Las células pilosas (receptores mecánicos no neuronales estimulados por la desviación de los vellos sensoriales, o estereocilios) de las máculas están inervadas por fibras de la división vestibular del nervio vestibulo coclear (NC VIII), el nervio vestibular. Los cuerpos celulares de las neuronas sensoriales primarias se localizan en los ganglios vestibulares. Las neuronas sensoriales están en los ganglios vestibulares (fig. 8-119), que se encuentran en el meato acústico interno.
El conducto endolinfático atraviesa el acueducto vestibular y emerge a través del hueso de la fosa craneal posterior, donde se expande en un saco ciego denominado saco endolinfático (figs. 8-113 B, 8-117 C y 8-119). El saco endolinfático está localizado entre las dos capas de la duramadre en la cara posterior de la porción petrosa del temporal. El saco es un almacén de depósito del exceso de endolinfa formada por los capilares sanguíneos dentro del laberinto membranoso.
El ligamento espiral, un engrosamiento espiral en el periostio que recubre el canal espiral de la cóclea, asegura el conducto coclear al canal espiral de la cóclea (fig. 8-118). El laberinto vestibular está suspendido por ligamentos delicados que atraviesan la perilinfa.
Conductos semicirculares
Cada conducto semicircular membranoso tiene una ampolla en uno de sus extremos que contiene un área sensorial, la cresta ampular (fig. 8-119). Las crestas perciben la aceleración o desaceleración rotatoria de la cabeza, que registran los movimientos de la endolinfa en la ampolla, resultantes de la rotación de la cabeza en el plano del conducto. Las células pilosas de las crestas, semejantes a las de las máculas, estimulan las neuronas sensoriales del nervio vestibular, cuyos cuerpos celulares también están en los ganglios vestibulares.
Conducto coclear
El conducto coclear es un tubo espiral cerrado en un extremo y de sección triangular. Está firmemente suspendido a través de la cóclea entre el ligamento espiral en la pared externa del conducto coclear (fig. 8-118) y la lámina espiral ósea del modiolo. Extendiéndose de esta manera por el conducto espiral de la cóclea, el conducto coclear, lleno de endolinfa, divide el conducto espiral de la cóclea, lleno de perilinfa, en dos conductos que se comunican en la cúpula de la cóclea en el helicotrema, una comunicación semilunar en la cúpula de la cóclea.
Las ondas de presión hidráulica creadas en la perilinfa del vestíbulo por las vibraciones de la base del estribo ascienden hacia la cúpula de la cóclea por un conducto, la rampa vestibular (fig. 8-120). Las ondas de presión pasan entonces a través del helicotrema y vuelven a descender hacia la espira basal de la cóclea por el otro conducto, la rampa timpánica. Ahí, las ondas de presión se convierten en vibraciones, esta vez de la membrana timpánica secundaria, que ocupa la ventana coclear (redonda). Aquí, la energía recibida al inicio por la membrana timpánica (primaria) se disipa finalmente en el aire de la cavidad timpánica.
La pared superior del conducto coclear está formada por la membrana vestibular. La pared inferior del conducto está formada por parte del conducto, la membrana basilar, más el borde externo de la lámina espiral ósea. El receptor de los estímulos auditivos es el órgano espiral (de Corti), situado en la membrana basilar (fig. 8-118). Está recubierto por la membrana tectoria gelatinosa.
El órgano espiral contiene células pilosas, cuyos extremos están incluidos en la membrana tectoria. El órgano espiral se estimula como respuesta a la deformación del conducto coclear inducida por ondas de presión hidráulica en la perilinfa, que asciende y desciende por las rampas vestibular y timpánica que la rodean. Las células pilosas del órgano espiral son inervadas por la división coclear del nervio vestibulococlear (NC VIII), el nervio coclear. Los cuerpos celulares de las neuronas sensoriales primarias se localizan en el ganglio espiral (coclear), localizado en la raíz de la lámina espiral de la cóclea.
Meato acústico interno
El meato acústico interno es un estrecho conducto que discurre lateral aproximadamente a 1 cm dentro de la porción petrosa del temporal (fig. 8-117 A). El poro del meato acústico interno está en la porción posteromedial de este hueso, alineado con el meato acústico externo. El meato acústico interno está cerrado lateralmente por una delgada lámina ósea perforada que lo separa del oído interno. A través de esta lámina pasan el nervio facial (NC VII), el nervio vestibulococlear (NC VIII) y sus divisiones, y vasos sanguíneos. El nervio vestibulococlear se divide cerca del extremo lateral del meato acústico interno en dos porciones: un nervio coclear y un nervio vestibular (fig. 8-119).