09. Sistema Linfoide
Aunque se halla ampliamente distribuido por todo el cuerpo, la mayor parte del sistema linfoide (linfático) no es aparente en el cadáver, aunque es esencial para la supervivencia. El conocimiento de la anatomía del sistema linfático es importante para el clínico. La hipótesis de Starling explica que la mayor parte de los líquidos y electrólitos que penetran en el espacio extracelular procedentes de los capilares sanguíneos se reabsorben también en estos. Sin embargo, hasta 3 l diarios no se reabsorben en los capilares. Además, una cierta cantidad de proteínas plasmáticas se filtran hacia el espacio extracelular, y algunos materiales que se originan en las células de los tejidos que no pueden atravesar las paredes capilares, como el citoplasma de las células desintegradas, penetran continuamente en el espacio donde viven las células. Si estos materiales se acumularan en el espacio extracelular se produciría una ósmosis inversa, acudiría aún más líquido y se originaría un edema (exceso de líquido intersticial que se manifiesta por tumefacción). Sin embargo, la cantidad de líquido intersticial permanece bastante constante en condiciones normales, y las proteínas y los desechos celulares normalmente no se acumulan en el espacio extracelular, debido a la acción del sistema linfoide.
Por lo tanto, el sistema linfoide constituye una especie de «desagüe» que permite drenar el exceso de líquido hístico y de proteínas plasmáticas al torrente sanguíneo, así como eliminar los desechos procedentes de la descomposición celular y la infección. Los principales componentes del sistema linfoide son (fig. 1-27):
- Plexos linfáticos, o redes de capilares linfáticos que se originan en un fondo ciego en los espacios extracelulares (intercelulares) de la mayoría de los tejidos. Al estar formados por un endotelio muy fino y carecer de membrana basal, pueden penetrar fácilmente en ellos el líquido hístico sobrante, las proteínas plasmáticas, las bacterias, los desechos celulares e incluso células enteras (específicamente los linfocitos).
- Los vasos linfáticos constituyen una amplia red distribuida por casi todo el cuerpo, compuesta por vasos de paredes delgadas con abundantes válvulas linfáticas. En el sujeto vivo, los vasos presentan un abultamiento en los puntos donde se hallan las válvulas linfáticas muy próximas entre sí, lo que les otorga un aspecto de collar de cuentas. Los troncos linfáticos son grandes vasos colectores que reciben la linfa de múltiples vasos linfáticos. Hay capilares y vasos linfáticos en casi todos los lugares donde hay capilares sanguíneos, a excepción, por ejemplo, de los dientes, el hueso, la médula ósea y todo el sistema nervioso central. El exceso de líquido hístico drena aquí en el líquido cerebroespinal.
- La linfa (del latín lympha, agua transparente) es el líquido hístico que penetra en los capilares linfáticos y circula por los vasos linfáticos. Suele ser transparente, acuosa y ligeramente amarillenta, y tiene una composición similar a la del plasma sanguíneo.
- Los nódulos (ganglios) linfáticos son pequeñas masas de tejido linfático que se localizan a lo largo de los vasos linfáticos; a través de ellos se filtra la linfa a su paso hacia el sistema venoso (fig. 1-27 B).
- Los linfocitos son células circulantes del sistema inmunitario que reaccionan frente a los materiales extraños.
- Los órganos linfoides son las partes del cuerpo que producen linfocitos: el timo, la médula ósea roja, el bazo, las tonsilas y los nodulillos linfáticos solitarios y agregados en las paredes del tubo digestivo y del apéndice.
Los vasos linfáticos superficiales son más numerosos que las venas en el tejido subcutáneo, se anastomosan libremente, convergen hacia el drenaje venoso y lo siguen. Estos vasos finalizan luego en los vasos linfáticos profundos, que acompañan a las arterias y reciben además el drenaje de los órganos internos. Es probable que los vasos linfáticos profundos sean también exprimidos por las arterias que los acompañan, «ordeñando» la linfa a lo largo de estos vasos provistos de válvulas, del mismo modo que antes hemos descrito para las venas satélites. Tanto los vasos linfáticos superficiales como los profundos atraviesan los nódulos linfáticos (habitualmente varios grupos) a medida que se dirigen proximalmente, y van aumentando de calibre al ir uniéndose con los vasos que drenan otras regiones adyacentes. Los vasos linfáticos grandes desembocan en los grandes vasos colectores, denominados troncos linfáticos, que se unen para formar el conducto linfático derecho o el conducto torácico (fig. 1-27 A):
- El conducto linfático derecho drena la linfa que procede del cuadrante superior derecho del cuerpo (lado derecho de la cabeza, del cuello y del tórax, además del miembro superior derecho). En la base del cuello penetra la unión de las venas yugular interna y subclavia derechas, o ángulo venoso derecho.
- El conducto torácico drena la linfa del resto del cuerpo. Los troncos linfáticos que drenan la mitad inferior del cuerpo se unen en el abdomen, donde a veces forman un saco colector dilatado, o cisterna del quilo. Desde este saco (si está presente) o desde la unión de los troncos, el conducto torácico asciende hasta el tórax, lo atraviesa y penetra en el ángulo venoso izquierdo (la unión de las venas yugular interna y subclavia izquierdas).
Aunque este drenaje es el típico para la mayor parte de la linfa, los vasos linfáticos comunican libremente con las venas en muchas partes del cuerpo. Por lo tanto, la ligadura de un tronco linfático, o incluso del propio conducto torácico, puede tener sólo un efecto transitorio, ya que se establece un nuevo patrón de drenaje a través de anastomosis linfaticovenosas más periféricas, y posteriormente interlinfáticas.
El sistema linfático ejerce además otras funciones:
- Absorción y transporte de las grasas alimentarias. Ciertos capilares linfáticos denominados vasos quilíferos reciben todos los lípidos y las vitaminas liposolubles que se absorben en el intestino. Los linfáticos viscerales conducen luego el líquido lechoso, o quilo (del griego chylos, jugo), al conducto tóracico y al sistema venoso.
- Formación de un mecanismo de defensa para el organismo. Cuando un área infectada drena proteínas extrañas, las células inmunocompetentes y/o los linfocitos producen anticuerpos específicos frente a dichas proteínas, los cuales llegan a la zona de infección.