La Libertad
El objeto de exploración en este tema (la libertad) es sumamente complejo y ha sido centro de discusión para filósofos y teóricos de todos los tiempos.
¿Qué es la libertad, a qué nos referimos cuando hablamos de ella?
Al hablar de libertad, nos referimos a esa facultad que los hombres se atribuyen, considerándola una de las características esenciales que los diferencian de los animales y les convierte en seres superiores.
Partimos de la premisa de que ser libre, consiste básicamente en la posibilidad de poder hacer … , pero también, se puede aplicar en el sentido de la posibilidad de autodeterminación, entendiéndose en ese caso que ser libre es poder hacer algo por uno mismo. La libertad así entendida, se convierte en la posibilidad de decidirse y al hacerlo autodeterminarse.
Para entrar en materia convendría preguntarnos: ¿Todo lo que hemos realizado desde que tenemos uso de razón o lo que tenemos planeado realizar como proyecto de vida, es producto del ejercicio de nuestra libertad?
Definiciones de libertad según distintos autores
En el diccionario encontramos la siguiente definición de libertad:
“Libertad: poder inmanente al sujeto, en el orden de su realización, que puede definirse como la capacidad de decidirse o autodeterminarse.”
Según Descartes, (1596-1650):
“la libertad consiste solamente en que nosotros podemos hacer una misma cosa o no hacerla, afirmar o negar, perseguir o evitar una misma cosa. O mas bien consiste solamente en que, para afirmar o negar, perseguir o evitar, las cosas que el entendimiento nos propone, obramos de tal manera que no sentimos que ninguna fuerza fuerce.”
El filósofo español F. Savater (1947), nos dice respecto a la libertad:
“No somos libres de elegir lo que nos pasa…, sino libres para responder a lo que nos pasa de tal o cual modo.”
Los filósofos franceses, por un lado A. Lalande (1867-1963) respecto a la libertad dice:
“Estado de aquel que, tanto si obra bien como si obra mal, se decide tras una reflexión, con conocimiento de causa. Es el hombre que sabe lo que quiere y porqué lo quiere, y no obra mas que en conformidad con las razones que aprueba.”
Dicho filósofo, también afirma que el hombre se distingue de los demás seres de la naturaleza por una serie de características especiales, y entre ellas encontramos el atributo de la libertad:
“…el hombre es el único ser de la creación esencialmente libre.”
Y por otro lado J.P. Sastre, (1905-1980), afirma que el ser humano posee libertad y la utiliza para elegir el tipo de vida que desea, la que está de acuerdo con su forma de pensar y sentir, que cumple los dictados de su vocación y le construye como persona.
“El hombre no solo es, si no también se hace; es fruto de sí mismo, de su libertad, de sus acciones libres.”
En general, llamamos libertad a la capacidad de autodeterminarnos, de gobernarnos, de conducirnos a nosotros mismos, propia de nuestra voluntad.
Tipos de libertad
Al hablar de libertad, es necesario introducir una distinción, entre los distintos tipos de libertad, de manera que inicialmente hablaremos de dos grandes formas:
- Libertad social o externa
- Libertas interior, de la voluntad o libre albedrío
Libertad social o externa
Libertad social o externa, también llamada “libertad civil”, es la que se da en el ámbito de lo social, es la libertad que se le reconoce a cada persona en la sociedad.
La Constitución Española (1978) contempla la libertad en distintos artículos (citamos muy brevemente algunos de ellos):
- Art. 14…principio de igualdad ante la ley y la prohibición de discriminación…
- Art. 15…derecho a la vida y a la integridad física y moral…
- Art. 16…libertad ideológica, religiosa y de culto…
- Art. 17 …derecho a la libertad y a la seguridad…
- Art. 18… derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen…
- Art. 19… derecho a elegir libremente residencia y a circular por el territorio nacional…
- Art. 20… derecho a la libertad de expresión…
- Art. 21… derecho de reunión pacífica y sin armas…
- Art. 22… derecho de asociación…
- Art. 30… derecho a la objeción de conciencia…
- Art. 43… derecho a la protección de la salud
Libertad interior, de la voluntad o libre albedrio
Se refiere al fenómeno psicológico y filosófico de la libertad, al querer libre del hombre, a lo que en términos filosóficos se le llama “libre albedrío“, se trata de la búsqueda de una libertad de elección para uno mismo. De manera que, podemos afirmar que todos los hombres viven eligiendo …, y al elegir se construyen a si mismos.
Es importante señalar, que la libertad sólo existe dentro del conocimiento, todo aquello que hacemos de forma inconsciente, o sin pensar, o a lo loco no es libre.
La libertad depende del proceso de deliberación previo y consciente a la decisión y por tanto, todos los actos deliberados son actos libres.
Dentro de esta forma de libertad interna y de forma didáctica, podemos hablar de otros tipos de libertad:
- libertad de ejercicio
- libertad de especificación
- libertad constitutiva
- libertad situada
Distinción entre acto voluntario e involuntario
Hay acciones que surgen de nuestra conciencia, las provocamos nosotros conscientemente, queriendo (por lo tanto son voluntarios), por ello nos sentimos responsables de sus efectos y por eso se llaman acciones humanas.
- Si producimos algo útil, ya sea una idea, una canción, un trabajo, consideramos que es de nuestra propiedad y nos pertenece.
- Si al obrar, hemos hecho daño a otro, nos sentimos culpables, y sabemos que somos los responsables.
El ser humano es libre y dueño de sus actos, los genera o los crea, cuando y como quiere, por eso le pertenecen sus frutos y es responsable de sus consecuencias.
Hay otros actos que son involuntarios, de los que no somos responsables, porque no interviene la voluntad (la respiración, la circulación de la sangre son actos involuntarios), son actos que producimos sin querer, por una necesidad natural (un estornudo).
Pero también puede pasar que provoquemos daño sin querer o por inadvertencia, por ejemplo cuando pisamos a alguien sin darnos cuenta (en estos actos no interviene la voluntad), pero son nuestros, no los hemos llevado a cabo conscientemente (se consideran involuntarios). En estos casos, la responsabilidad y la culpa están íntimamente relacionadas con la moralidad. Un acto involuntario, en la medida que produce algún daño puede crear sentimientos de culpa, se trata de la responsabilidad moral de que yo lo hice, de que lo que sucedió, fue causado por mí. De modo que se tiende a reparar el daño o buscar el perdón. La culpa concierne sobre todo a lo que le ha pasado a los otros, al daño que les causamos; la vergüenza concierne sobre todo al propio status, a lo que somos.
También, el miedo grave, puede privar al hombre de la posesión de sí mismo y hacerle producir actos verdaderamente involuntarios. Tan grave puede ser la amenaza, que no haya lugar a la deliberación y que el instinto se anticipe al ejercicio de la voluntad. Los actos que proceden de este miedo, no nos son imputables, porque no son nuestros. Cuando el miedo no es una perturbación tan repentina que haga imposible toda deliberación, los actos son voluntarios y libres.
¿Qué es un acto libre o voluntario?
Los actos libres provienen de las personas, son actos cuya causa se encuentra en la voluntad, aunque en ellos también interviene la inteligencia y la razón.
¿Cuándo hablamos de acto libre o voluntario?
Las fases interiores que integran el proceso volitivo puede distinguirse en:
- Conocimiento del objeto o fin que queremos alcanzar. Por ejemplo, comprar un coche, ir al cine, estudiar enfermería …
- Control, freno, orden por parte del entendimiento para que examine los actos que me propongo realizar…
- Deliberación racional teniendo en cuenta los pros y los contra de mi futura acción (se examinan las ventajas y desventajas y se analizan las posibles maneras de actuar…)
- Decisión, que es el acto de la voluntad que corta la deliberación y escoge el acto. Se toma la determinación de ejecutar el acto concebido, a esta fase también se le llama elección o resolución.
- Ejecución del acto elegido, por medio de las acciones externas e internas necesarias para ello. Es la realización efectiva del acto que se ha decidido.
Concretando:
- Lo propio que hay que decir del acto libre es que es un acto consciente, es decir, está generado y pensado en la conciencia (sabemos que lo estamos haciendo). Es algo tan peculiar que no se puede comparar con ningún otro fenómeno natural; solamente se puede intentar describir.
- Los animales se gobiernan por sus instintos, que son a modo de mecanismos de reacción ante los estímulos. Los hombres nos gobernamos decidiendo desde la conciencia. A diferencia de los instintos, que son “unidireccionales”, la inteligencia nos permite abrirnos al mundo y podemos pensar muchas formas de reaccionar y elegir muchos caminos.
- A veces podemos ser conscientes de un acto, que se produce en nosotros, sin causarlo nosotros (por ejemplo, debido al miedo, corremos sin podernos controlar). Pero sólo llamamos libre a lo que origina y causa nuestra conciencia, es decir, los actos pensados o deliberados.
¿El proceso deliberativo, se ejerce de una manera neutra con respecto a los valores morales?
No, no se ejerce de manera neutra con respecto a los valores morales, ya que la conducta del ser humano implica su compromiso desde un punto de vista moral.
El acto voluntario es fruto de la persona total, puesto que están implicados inteligencia, voluntad y toda la vida tendencial, emotiva moral y orgánica del sujeto, así como sus decisiones anteriores que influyen en el presente. De ahí, que el acto voluntario exprese de una manera concreta la totalidad de la persona humana.
¿El hombre respecto a la libertad es un ser determinado o indeterminado?
En términos de libertad el ser humano es a la vez:
- un ser determinado en términos de fisiología
- un ser indeterminado en respecto a sus decisiones, puesto que posee autonomía en sus acciones.
Respecto a los actos libres y voluntarios del ser humano, hay acciones elementales, que están bajo nuestro dominio libre, que podemos hacer cuando queremos, es decir, que son voluntarias. Por ejemplo:
Tenemos la capacidad de mover algunos órganos corporales cuando queremos: las manos, piernas, columna vertebral, cuello, cara, etc. Es decir, el ser humano domina conscientemente una serie de capacidades motoras (automoción).
Tenemos un dominio asombroso sobre los movimientos ajustados y finos de nuestras manos, gracias a esto, podemos trabajar con herramientas. De esta manera, nuestras ideas pueden transformar y modelar el mundo físico: podemos hacer vehículos, casas, carreteras, etc (creamos objetos, que la mente humana diseña y luego construye, es decir, son fruto de la creatividad humana).
Tenemos cierto dominio libre de nuestros resortes intelectuales, podemos dirigir nuestra atención, escuchar, pensar, imaginar. Podemos cambiar de actividad, empezar a pensar o dejar de imaginar, es decir, podemos dirigir nuestro razonamiento. Y, por supuesto podemos controlar conscientemente nuestro lenguaje.
Tenemos la capacidad de decidirnos o inclinarnos conscientemente por algo (autodeterminarnos). Para llevar a cabo esa autodeterminación necesitamos:
- Libertad de especificación: nos permite proponernos fines y escoger los medios para conseguirlos (elegimos los caminos de la acción concreta)
- Libertad de ejercicio: nos permite decidir obrar o no, por medio de nuestra voluntad.
Ambos tipos de libertad (la de especificación y la de ejercicio) forman parte de nuestra libertad interna o libre albedrío.
La libertad no es solamente poder hacer lo que nos apetece ni tampoco simplemente elegir, esas son “descripciones pobres” de libertad.
- La primera porque parece que lo que mandan son las ganas (sin decisión)
- La segunda, porque reduce la libertad a elegir entre opciones ya fijadas.
La libertad humana es creativa porque tiene la inmensa apertura de la inteligencia, de manera que, todos los frutos de la creatividad humana son fruto de la combinación de la inteligencia y la libertad.
A veces ocurre, sobre todo en el obrar moral, que porque no nos apetece o porque nos apetece otra cosa, podemos decidir obrar de forma irracional, sin pensar o contra lo que pensamos. Esa es una manifestación de que somos libres, pero, al mismo tiempo, “estropea el funcionamiento de la libertad”, es decir, cuando se opta por seguir las ganas en lugar de seguir a la razón, se desajusta el funcionamiento básico de nuestro esencia.
Pero además, de todo lo dicho hasta ahora, es muy importante advertir que el hombre no es sólo su libertad, ya que, no es un ser abstracto, desdibujado, que tiene que empezar de cero. Y en ese sentido, tenemos que hablar de otros dos tipos de libertad:
Libertad constitutiva: es la que convive con todo lo que uno es, el propio cuerpo, los elementos genéticos, cognitivos, afectivos, y educacionales que cada hombre recibe en su nacimiento y en su tradición propia. A esa herencia la llamamos “síntesis pasiva” y es cronológicamente anterior a la libertad, pero cuando esta se constituye, la asume. De manera que, yo no soy libre de tener una determinada constitución biopsicológica, pero sí soy libre de asumirla o no en mi proyecto biográfico.
Libertad situada: el hombre no es libre ni respecto a su momento de nacer ni respecto a su momento de morir.
En ese sentido el filósofo X. Zubiri, afirma “el hombre es libre pero no independiente de lo recibido”.
Por último, también hay que señalar que aunque uno marca los jalones de su propia vida, aunque cada quien al elegir elige su proyecto vital todos necesitamos de ayuda …
Por lo tanto, imaginar que la libertad consiste en la ausencia total de límites que nos constriñan es una fantasía, es decir, una libertad indeterminada, genérica, que no es nada y puede serlo todo, es una abstracción inexistente. El hombre tiene cuerpo, tiempo, historia…
La persona humana nunca parte de cero, vivimos una situación de vida concreta, y sólo somos libres desde ella. La “síntesis pasiva” hay que asumirla, no como una rémora, sino como una riqueza que me pone en condiciones de formular libremente un determinado proyecto vital. De manera que, lo que ya soy no es un inconveniente, sino precisamente aquello que posibilita en la práctica el ejercicio de la libertad.
¿Requisitos para ser libre?
Que exista capacidad y uso de razón, para que pueda haber deliberación.
El uso de razón o la capacidad de razonar se desarrolla en las personas al hacerse adultas y les permite controlarse a sí mismas. Las personas que no han alcanzado el uso de razón o que lo han perdido (niños, dementes, en coma, dormidos, drogados, borrachos, trastornos mentales, etc.) no tienen libertad, porque no pueden deliberar.
Los niños tienen la libertad reducida porque no controlan sus resortes interiores ni la razón.
La ignorancia y el error también limitan la libertad, cuando no se sabe lo que sucede o no se tienen elementos de juicio, no se puede ejercer bien la libertad. La libertad necesita la verdad, ya que la ignorancia y el error esclavizan.
Que el sujeto se domine a sí mismo, es decir, que pueda dominar con su razón sus impulsos y arrebatos para que su conducta no sea compulsiva y sea dirigida por la razón.
Los seres humanos pueden dejarse llevar: por las pasiones (el amor al dinero, la ambición, el hambre, el sexo, el orgullo herido, el odio, etc.), por las dependencias graves (la droga, la bebida, el juego, etc.), por impulsos patológicos (manías, obsesiones, violencia, etc.).En todos esos casos se ha perdido la libertad.
El ejercicio de la libertad requiere una cabeza clara y un corazón ordenado. El dominio de la razón sobre la afectividad lo dan las virtudes, deliberar bien (prudencia), decidir a seguir lo más correcto (justicia), dominando los impulsos (fortaleza y templanza).
Que no exista violencia física o coacción moral.
La violencia física puede llegar a anular completamente la libertad (ser llevado, ser empujado, ser detenido), nos pueden obligar a hacer lo que no queremos o impedirnos hacer lo que queremos.
La coacción moral (el miedo, la amenaza, la presión,…) también limita e incluso elimina la libertad (se puede amenazar a alguien con daños a su persona, a sus bienes o a las personas que ama, etc.)
La libertad y el proyecto Vida
Hablando de libertad desde la perspectiva vital y existencial, diremos que la libertad es vivir la propia vida y configurar una determinada biografía e identidad, la de uno mismo.
La realización de la libertad consiste en ese conjunto de decisiones que van diseñando la propia vida y con la incorporación de los resultados de esas decisiones, de forma que, se va optando por determinados caminos dejando a un lado el resto de opciones. Al diseño y realización de ese conjunto de decisiones se le llama proyecto vital.
La instalación del hombre en el tiempo va cambiando con su propio transcurrir, se va enfrentando al futuro mientras proyecta y realiza su propia vida. La vida se vive “hacia adelante”, y llevarla a cabo es decidirse por un conjunto de trayectorias vitales que nacen de las decisiones tomadas, con sus circunstancias, se van tomando decisiones que acaban decidiendo el mapa del mundo personal (elegir una carrera y no otra, casarse con una persona, aceptar un puesto de trabajo, cambiar de ciudad, tener un hijo, etc.).
En palabras del filosofo J. Marías (1914-2005):
“la vida humana consiste en un mecanismo de elección, de preferencia y postergación. Toda elección es a la vez exclusión…”
De manera que, la biografía de nuestra vida se compone del haz de trayectorias que tienen que ver con el modo en que usamos la libertad en los distintos momentos, pero también tiene que ver con otras cosas, la felicidad que buscamos, las oportunidades que tenemos, las verdades que descubrimos, o los acontecimientos que ocurren a nuestro alrededor, etc.
Pero, vivir es ejercer la capacidad de forjar proyectos, y de llevarlos a cabo. De ahí que, dependiendo de la ambición de los proyectos, las vidas sean grises, iluminadas, previsibles, rutinarias, bellas, heroicas, aburridas, etc., y en ese camino la espontaneidad no basta. Tiene que haber “un hacia donde”, una meta, en caso contrario, ¿qué importa whisky o ginebra? Una elección trivial, no importa, la libertad no merece la pena por eso.
A la virtud del hombre de aspirar a lo verdaderamente importante los clásicos la llamaban magnanimidad (magnánimo es el hombre que aspira a cosas grandes por creer que puede ser capaz de ellas). Hoy en día podemos seguir diciendo que todo ser humano merece aspirar a cosas grandes, aunque su consecución sea difícil (el riesgo y la dificultad son propios de las tareas que valen la pena y de los valores más altos). En caso contrario, la vida se convierte como ya hemos dicho en un continuo ¿whisky o ginebra?, en dudar sobre elecciones que resultan banales …
Sin un fin alto y atrayente, un proyecto rico y arriesgado, la elección se reduce a lo trivial y la persona se empobrece vitalmente. Cuando hay un proyecto “magnánimo”, la libertad y el hombre mismo se dilatan y también su capacidad de autoperfeccionarse mediante un buen uso de la libertad, la persona es la que añade la capacidad de ponerse metas ilimitadamente altas, las cuales estimulan su acción… A esas metas altas que el hombre se propone, se les llama ideales.
“Un ideal” es un modelo de vida que uno elige para sí mismo, el cual decide encarnar a través de sus acciones, y lo convierte en su proyecto vital cuando decide seriamente ponerlo en práctica.
De manera que, otra de las dimensiones propias de la libertad, es la de alcanzar los propios ideales, “llegar a ser lo que uno quiere”, o por el contrario no llegar, tener éxito en la tarea que más importa en la vida o simplemente dejarse llevar, “pasar por la vida o que la vida pase…”
Libertad social, pluralismo y tolerancia
En cualquier sociedad, la conducta de sus individuos afecta a los demás y a ellos mismos, ya que el uso de la libertad y la acción humana modifica el entorno y las circunstancias y eso tiene siempre consecuencias sociales.
En nuestra sociedad es frecuente hablar de libertad, pero no siempre se insiste lo suficiente en la responsabilidad que conlleva esa libertad. No siempre somos conscientes de que somos libres, pero también de que somos responsables de nuestros actos, y de las modificaciones que conlleven dichos actos.
Vamos a considerar los posibles fenómenos que se pueden dar en una sociedad, cuando relacionamos libertad con responsabilidad y con autoridad El exceso de libertad social acompañado de un defecto de responsabilidad y de autoridad produce un fenómeno llamado permisivismo, (es un modo de pensar y actuar que ha llegado a ser predominante en muchos países desarrollados, en especial a finales del siglo XX).
El permisivismo asume una tesis digna de apoyo: el pluralismo, la diversidad y la tolerancia. En principio todos ellos valores irrenunciables e ideales a los que aspirar, partiendo del hecho de que somos distintos y hemos de respetarnos como somos.
El proceso cultural de los últimos siglos en Europa nos ha enseñado que la pluralidad no es una pérdida, sino una ganancia, aunque no por ello sea un proceso carente de traumas. En ese sentido, nos podemos preguntar ¿tratamos a todos por igual en nuestra sociedad?…, evidentemente no, basta pensar en el trato que reciben los emigrantes de países pobres en los distintos estados occidentales.
El respeto al pluralismo es un valor que transciende con mucho a la tolerancia del permisivismo (con el cual no hay que confundirlo).
También podemos darnos cuenta de que la tolerancia entendida como permisivismo, pretende excluir cualquier forma de reproche hacia conductas distintas a las que en ese momento se practican o están de moda. Analizaremos para entenderlo, algunas situaciones que se producen actualmente:
- La intolerancia enmascarada. Debajo de muchas exhibiciones de tolerancia se esconde la paradoja de no tolerancia hacia el que no piensa como yo. De este modo, los límites de la ideología tolerante aparecen de un modo especial cuando lo que se quiere es excluir del juego al que no es tolerante. Desde la absolutización de la tolerancia, ¿hay algún motivo para no aceptar la intolerancia como opción?, pero ¿y sí esa tolerancia sirve para hacer algo que va contra el propio ser humano?
- La utilización del lenguaje adquiere un poder tremendo, pero ¿nos hemos parado a analizar como se utiliza? En el aborto se dice que se «interrumpe el embarazo», en la eutanasia se dice que se produce «una muerte dulce»
- Se predica un mundo en el que todo sirve, pero solo para evitar un grado de compromiso elevado y la verdad se trastoca por opinión (lo importante es “el hablar”, no “el saber” lo que son las cosas)
- El paradigma de la sabiduría es el show televisivo, siempre a condición de que no se llegue a un acuerdo, y solo se de un polémico (y estéril) debate de posturas (seguramente enfrentadas por necesidades del guion)
- En ocasiones las creencias religiosas y la afirmación de la verdad es considerada como «fundamentalismo», y el respeto a la moral y a la ética se reduce a una convicción subjetiva e incomunicable.
De nuevo nos podemos hacer preguntas, que sólo se pueden responder desde una “consideración adecuada de la naturaleza humana” y de saber quién es la persona humana.
¿El ser humano tiene que ser tolerante?
Claro que sí, el hombre debe ser tolerante, porque en él hay una verdad que defender: su libertad. De manera que, por respeto a esa libertad se debe ser tolerante con las personas, pero no se puede ser tolerante con los errores… la tolerancia debería significar, la existencia de esa combinación entre libertad y respeto.
Podemos hablar de dos evidencias claras:
- Hay que ejercer la tolerancia.
- No todo puede tolerarse.
Concepto de tolerancia:
“La tolerancia es una actitud positiva. No se trata de la mera ausencia de conflictos, de la coexistencia fruto de la indiferencia o habilidad diplomática, sino que se trata de una predisposición al respeto, al diálogo, a la colaboración y a la búsqueda en común” – Adela Cortina, 1996
La tolerancia es respetar la diversidad, la aceptación del pluralismo, la actitud de consideración a la diferencia y los puntos de vista diferentes.
Sin olvidar que el respeto a “la diferencia” tiene también matices:
- La tolerancia pasiva equivaldría al “vive y deja vivir”, y también a cierta indiferencia.
- La tolerancia activa, significa solidaridad y actitud positiva (benevolencia) con el diferente.
La tolerancia no es permitir que no se respeten las reglas del juego social o “hacer la vista gorda”. John Locke, en su obra Carta sobre la tolerancia, asegura que “el magistrado no debe tolerar ningún dogma adverso y contrario a la sociedad humana o a las buenas costumbres necesarias para conservar la sociedad civil”, es decir, los límites de la tolerancia deben estar ante todo en esos valores universales que son los derechos humanos (aunque lo cierto es que hay leyes injustas que toleran la injusticia, y jueces y gobernantes que “juegan” con las leyes justas).
Conceptos de pluralismo, relativo y relativismo:
El pluralismo se basa en el derecho a la libertad y significa la convivencia de culturas diferentes (algo que solo es posible cuando las diferencias se apoyan sobre valores comunes). Eso significa que el pluralismo puede afectar a las formas, pero no al fondo, es decir, se pueden admitir diferentes formas de manifestar respeto a las mujeres, a la justicia, a la virtud y a la razón.
Al observar el mundo, nos damos cuenta de que es una compleja red de relaciones entre hechos y objetos que se relacionan en el espacio y en el tiempo. En ese sentido es correcto afirmar que todo es relativo: relativo a un antes, a un después, a un encima, o debajo, cerca o lejos. Todo vestido es relativo a un clima, a una cultura, a un sexo: kimono, chándal, vaqueros, chilaba… Pero en todos esos vestidos hay algo que no es relativo, el respeto a lo que es un cuerpo humano, mil vestidos pueden ser diferentes, pero ninguno puede asfixiar, inmovilizar o aplastar. Cuando hablamos de que “algo es relativo a algo” es por que está relacionado, vinculado con algo, lo relativo no es por tanto subjetivo ni arbitrario.
Relativo y relativismo no significan lo mismo, son conceptos opuestos, lo relativo es objetivo.
Una señora es objetivamente una mujer, también es madre de sus hijos y esposa de su marido, pero también es enfermera de sus pacientes y votante para la sociedad. En cada uno de los casos se debe tratar como lo que es objetiva y relativamente, es decir, el enfermo no puede tratarla como si fuera su mujer, ni sus hijos como una votante. El relativismo tiende a confundir la realidad, no se puede tratar una mujer de cualquier manera… El pluralismo es una manifestación positiva del derecho a la libertad, el relativismo representa el abuso de la libertad que se cree con el derecho a juzgar arbitrariamente sobre la realidad.
Hay que entender que el pluralismo no se funda en el relativismo sino en la libertad, y en el hecho de que un problema o una situación concreta, por ejemplo, la necesidad de vestirse, puede tener varias soluciones válidas.
El relativismo es peligroso porque:
- Abre la puerta al ”todo vale”, entendido como concepción subjetivista del bien,
- El relativismo hace imposible la ética (al drogadicto al que le preguntamos ¿por qué te drogas?, siempre podría responder ¿ y por qué no?).
- Si la ética fuera subjetiva, el violador o el asesino podrían estar actuando éticamente, es decir, todas las acciones podrían ser buenas y malas a la vez.
Igual que el pluralismo, la ética es relativa en las formas, pero no debe serlo respecto al fondo. De la naturaleza de un recién nacido se deriva la obligación que tienen sus padres de alimentarlo y vestirlo. Son libres para escoger entre diferentes alimentos y vestidos, pero la obligación es intocable y la decisión de como hacerlo debe ser ética.
Todas las culturas no son iguales, pero uno de los dogmas centrales del relativismo es afirmar que sí lo son, en el sentido de que todas valen lo mismo y aquí debemos detenernos: todas las culturas construyen a sus individuos, pero no todas respetan los derechos humanos, ni el derecho a la vida (condición para cualquier otro derecho) ni el derecho a la libertad, ni a la igualdad, etc…
El defecto contrario a la tolerancia está en decir, que la libertad es menos importante, asegurar que las personas no son capaces de usarla bien, y que por tanto, se necesita una autoridad fuerte encargada de decidir por todos lo que hay que hacer. Es el fenómeno llamado autoritarismo el cual consiste en una institucionalización de la actitud paternalista, que lleva consigo un menosprecio a la persona (la considera incapaz de ser responsable de sí misma).
El autoritarismo trata a los hombres como a niños, considera que no se puede correr el riesgo de que la gente sea libre, porque actuarían mal, y no sabrían serlo.
Hoy en día, el autoritarismo más temido se conoce con el nombre de fundamentalismo, un amor radicalizado a la tradición de inspiración religiosa, que no respeta al ser humano. El fundamentalismo suele apoyarse en una doctrina moral muy estricta, con ramificaciones políticas, cuya intención es reorganizar moral y religiosamente la sociedad, sin dejar ningún espacio a la libertad.
La justa medida de la libertad social, no puede prescindir ni de la libertad ni de la autoridad, ambas son necesarias. Para ello, se debe poner el acento en la responsabilidad social de las personas. Conseguir un uso responsable de la libertad obligaría por ejemplo, a preocuparse de que el sistema educativo transmita valores morales, y no sólo contenidos neutros.
Para que todo eso se dé, es preciso como ya sabemos, que la autoridad no sea despótica, sino política, que respete el ser propio de las personas, que tenga una actitud benevolente hacia ellas.
Es necesario por tanto, que exista una responsabilidad de enseñar a ser libre por parte de los estratos sociales dedicados a la educación (en especial las familias, pero también las escuelas, universidades, medios de comunicación, etc.), para que el hecho de ser libre garantice que cada sujeto optimice las posibilidades de su libertad.
Por otra parte, es cierta la afirmación de muchos convencidos liberales de que la libertad es el motor de la historia y de la sociedad entera.
La creatividad humana no se despliega sino es en un clima de libertad que la permita y aliente. Por ejemplo, un Estado que no estimule a los empresarios a invertir creará pobreza, no riqueza. La libertad es especialmente necesaria en el terreno económico y social (sólo los pueblos libres son capaces de progresar).
Cuando no hay libertad, la vida social se paraliza, decae la búsqueda de la verdad, “desaparece” la responsabilidad y la iniciativa, sobrevienen nuevas formas de miseria.
Cuando se confía en las personas éstas se crecen y aumentan su creatividad, su motivación. Lo que hay que hacer es pedirles responsabilidades y conseguir que hagan suyas las órdenes.
El mejor modo de que crezca la libertad social es que “el que manda” sepa ejercer la autoridad y aliente la libertad y la iniciativa y “el que obedece” sepa aceptar las órdenes y ejecutarlas de modo racional, libre y responsable, haciéndose cargo de las consecuencias de su actuación. Todo eso presupone un diálogo racional, único modo de garantizar un uso responsable de la libertad social, y la única manera de edificar una sociedad realmente libre.
Libertad y responsabilidad moral en “cuidar con cuidado”
Iniciamos este aspecto del “cuidar con cuidado” a las personas, con una introducción global sobre la libertad y la “responsabilidad moral”, reflexionando sobre ¿qué es la “responsabilidad moral” en el ámbito de la asistencia sanitaria?, ¿nos referimos todos al mismo concepto?
La responsabilidad es, en cierto modo, el precio que hemos de pagar por nuestros actos libres, la obligación de justificar nuestras acciones en la medida en que afectan a los demás.
La ética de los cuidados en enfermería, se ha sustentado a lo largo de la historia en una serie de virtudes, reales o imaginarias, como la sumisión, la fe, la caridad. Estaba basada en el patrón especifico de la “ética de la sumisión”, siendo su principio básico, la obediencia ciega a la autoridad profesional, tanto en el orden técnico como en el orden moral, del médico, de la institución, de las jerarquías religiosas, etc., … pero sobre todo, esa “obediencia a la autoridad”.
Se esperaba que la cuidadora tuviera “voluntad pero no decisión”, “acción pero no pensamiento”. A lo largo de la historia no ha tenido una ética autónoma, sino heterónoma: la autoridad y la responsabilidad, la tenía el “dirigente” (médico, órdenes religiosas, etc.) y por tanto, la responsabilidad de la enfermera no existía como propia.
Desde hace más de siglo y medio, la enfermería ha pasado por diferentes etapas y en el alba del siglo XXI, la profesión está consolidada y emergiendo hacia una autonomía real, formando parte de equipos asistenciales, … ya no puede basar su ética en la sumisión, ni en la ética de la convicción, sino que debe asumir la ética de la responsabilidad y ello conlleva asumir su responsabilidad moral, ante lo que es el “objeto” de su cuidado: la vida humana.
Parece necesario, por tanto, ahondar en el concepto de responsabilidad, pues bien, en su sentido más básico, la responsabilidad se refiere a que “alguien es consciente de una conducta y/o de una acción, que asume como propia, así como de las consecuencias que de ella se derivan”.
Para hablar de responsabilidad es preciso hablar de:
- Libertad: el sujeto debe actuar de manera libre.
- Conducta consciente o intencional: por la cual, el sujeto sabe y debe ser consciente de lo que esta haciendo.
- Acción u Omisión: el sujeto realiza la acción o decide no realizarla.
¿Y la responsabilidad moral? La responsabilidad moral, constituye la forma primaria de responsabilidad y se caracteriza por tener como juez o instancia última, la propia conciencia moral, guiada por los principios de uno mismo, viéndonos abocados, a rendir cuentas de nuestros actos ante nosotros mismos, ante nuestra conciencia y nuestros valores.
Por ejemplo, ante el paciente en situación terminal y agónico, la responsabilidad moral del cuidador, compartida e inmersa en el equipo asistencial, es un claro ejemplo de “la propia conciencia moral”, donde las decisiones y actividades nacen no sólo de su profesionalidad, sino de lo más íntimo de sus convicciones.
Es en ese campo donde la responsabilidad moral encuentra muchos problemas, cuando los intereses entran en conflicto y el cuidador debe asumir su compromiso con el paciente, antes incluso que la asunción las normas de la institución o los requerimientos de otros profesionales. Es en esas situaciones cuando para lograr el objetivo de cumplir con la responsabilidad moral hacia su paciente, debe adentrarse en el campo de la ética de la responsabilidad, para saber y poder ponderar todos los factores y sus consecuencias. El cuidado a los pacientes en situación terminal exige la defensa de la dignidad basándose en la idea de la dignidad ontológica y la ética de la responsabilidad.
Es cierto que los seres humanos en nuestra libertad nos vemos condicionados por determinadas circunstancias, pero al final tenemos la opción de optar al menos entre dos cosas …, por esa razón, y en condiciones normales, somos responsables de nuestros actos, es más, somos nuestros actos.
Libertad, culpa, arrepentimiento y remordimiento
A menudo nos podemos encontrar enfermos terminales que tienen sentimientos de culpa y nosotros tendremos la posibilidad de detectarlos, advirtiendo si tienen asuntos pendientes (que no han resuelto y quieren solucionar), para ayudarles a resolverlos (asuntos diversos, familiares, personales…). ¿Podemos ayudar libremente a nuestros pacientes en estas situaciones?
Una de las emociones más destructivas que experimentan los seres humanos en mayor o menor intensidad está casi siempre ocasionada por algo que ha ocurrido en el pasado y que no ha quedado bien resuelto (pueden ser conflictos internos que resultaron a raíz de un evento concreto y que no se solucionaron). Esos sentimientos acarrean desequilibrios mentales muy negativos que se conocen como sentimientos de culpabilidad.
La culpabilidad puede acarrear problemas emocionales graves, nace y crece en medidas desproporcionadas y el grado de inmovilización que crea puede abarcar desde una pequeña incomodidad hasta una severa depresión.
Una de las consecuencias mas comunes del sentimiento de culpa es el remordimiento, que se podría definir como el pesar interno que produce en el alma el haber realizado una mala acción.
Vamos a describir brevemente el significado de esos sentimientos, culpa, arrepentimiento, remordimiento…
La culpa está íntimamente relacionada con las concepciones de la moralidad. Sin embargo, existen muchos casos de sentimientos de culpa sobre todo irracionales, cuyo contenido no está especificado en términos morales. En el caso de la culpa, es posible que se quiera hacer algo, pero no es necesario que lo haga, a veces se trata de esperar a que la persona afectada perdone o castigue.
Respecto al remordimiento, también es una emoción moral que uno siente por haber hecho algo que uno considera moralmente malo.
Distinguiremos entre remordimiento y arrepentimiento, la segunda emoción no tiene que ver necesariamente con la moralidad (uno puede arrepentirse de no haber ido a una fiesta, o de no haber terminado el trabajo a tiempo). También hay que distinguir entre esas dos emociones y la de lamentar algo.
De las tres, solo el remordimiento es una emoción esencialmente moral. Se siente frente a acciones propias, intencionales que causan un daño a otro y, quien siente remordimiento, desearía poder deshacer la acción y sus consecuencias negativas, y tenderá, en la medida de lo posible, a reparar el daño que ha causado. La persona que siente remordimiento se ve a sí misma responsable moralmente de sus acciones y sus consecuencias.
Las dos primeras emociones (remordimiento y arrepentimiento) tienen que ver exclusivamente con acciones, la última (lamentarse) puede sentirse frente a sucesos que no son producidos por la persona que lamenta que hayan ocurrido (se puede lamentar un terremoto, …., sin arrepentirme de ello o tener remordimiento por haberlo causado).
A diferencia de la culpa, el remordimiento no es una emoción de autoevaluación. Quien siente remordimiento está más preocupado por el daño causado que por su persona.
En nuestra vida hemos de asumir con naturalidad cierto grado de fracaso en todos los ámbitos.
¡¡¡¡¡NO SOMOS PERFECTOS!!!!!
pero, NO TODO VALE…,
tampoco SE TRATA DE SENTIR UNA CULPA INSANA…
La Biblia, define al hombre como hijo de Dios, y sabemos que cualquier otra definición rebaja peligrosamente su dignidad. Si ser considerado hijo de Dios no siempre ha sido suficiente para proteger al hombre, ser mero animal racional o animal social es dar demasiadas facilidades para pisotearlo. Lo hemos comprobado más que nunca en el siglo XX, pues hemos sido capaces de inventar la música de cámara y la cámara de gas.