La primacía del amor en las relaciones humanas
¿Quién duda de que el amor sea una de los temas más importantes de la vida humana? De entre todas las formas en que podemos describir al hombre, la más importante es: “es un individuo que necesita a los demás, necesita ser amado y amar”.
El fenómeno del amor está intrínsecamente unido a lo que significa ser persona y a la realización personal.
En el amor, quizá más que en ningún otro fenómeno se revela el ser humano, su constitución, aspiraciones… (M. Buber, R. Spaemann, etc).
¿A qué llamamos amor? En su sentido más amplio a toda inclinación de afecto entre personas.
La clave en la vida del hombre está en el amor, lo que no significa que las demás cosas no tengan su sitio, la racionalidad, los deseos, los sentimientos, etc., pero lo que está claro en términos relacionales es que “no hay persona sin personas”.
Y, aunque hablando del amor podemos hablar en general del principio de la reciprocidad entre las personas, este principio no es “exigible” en todos los tipos de amor.La persona está esencialmente ordenada para la relación con los demás, ya sea de tipo interpersonal, familiar o social. Esto significa que la relación con los demás es esencial para el sujeto, a lo largo de toda su vida, desde su nacimiento a su muerte y en todo su proceso formativo.
El amor interpersonal, el amor entre personas, es un fenómeno común y al mismo tiempo muy complejo. Es una de las experiencias más importantes de la vida del hombre, pero no de las más fáciles.
Es una experiencia realmente autentica, aunque no siempre se dé en formas perfectas, la mayor parte de las personas saben lo que es “el amor” y con un rápido análisis de sus afectos pueden identificar sus formas fundamentales.
Las cuatro formas fundamentales del amor
El amor familiar, se crea con la convivencia y en el hogar.
Los miembros de una misma familia (ya sea extensa o nuclear) se sienten parte los unos de los otros, es un tipo de amor específico entre padres hermanos e hijos.
Es en la familia es donde se da la primera forma de amor, fundamental en la vida del hombre, el fruto del amor de nuestros padres, nuestra acogida.
Esa forma de amor va adquiriendo distintas formas en las sucesivas etapas, una de ellas es la “forma de confianza” que depositan nuestros padres en nuestro florecimiento como personas, es la forma que preside el largo periodo de crianza y educación. Con el tiempo ese hecho, dará lugar a uno de los ingredientes insustituibles del proyecto vital de todo ser humano:
“el recuerdo de un hogar”
Citando al filósofo alemán R. Spaemann:
“Son otros quienes me han dado a mí mismo y quienes, al ofrecerme un ‘crédito de humanidad’ me abren el camino para ser yo mismo”.
El amor de la amistad
Para los autores clásicos el amor de la amistad es el mayor de los bienes humanos.
Describen este tipo de amor como una intensificación particular de la camaradería…
El amor de amistad nos permite abrir nuestro corazón, nuestra intimidad y encontrar comprensión y ayuda.
Normalmente se forja cuando se comparte algún interés común, (inquietud, afinidad o aspiración), y puede llegar a ser una forma de amor muy intensa. C.S. Lewis afirma:
“La amistad tiene que construirse sobre algo común, aunque solo sea una afición, los que no tienen nada no pueden compartir nada, los que no van a ninguna parte no pueden tener compañeros de ruta”
Para el filósofo personalista R. Spaemann no existe la falsa amistad, si un amigo te traiciona es que no era un verdadero amigo.
“Algunos creen que para ser amigos basta con querer, como si para estar sano bastara desear la salud”.
Finísima observación de Aristóteles, a la que añade lo que sigue:
“para que alguien sea un verdadero amigo, no solo debe ser bueno, sino también bueno para ti”
El amor conyugal
En este tipo de amor es en el que se une el afecto mutuo, la convivencia y el trato sexual.
Se puede expresar jurídicamente la relación conyugal, considerándose esa unión como un acto de voluntad expresamente manifiesto, por dos sujetos agentes de un proyecto voluntario, capaces de compromiso libre.
La unión amorosa no es una permanente luna de miel. La formula de ese amor no puede ser “yo te quiero porque eres así, mientras seas así …”
Su carácter arduo deriva de los múltiples factores que han de ser unificados, y pese a lo que pueda parecer, con los años ese amor se puede consolidar y complementar con el agradecimiento, el respeto y la ayuda mutua.
En este tipo de amor hay elementos que son muy importantes: la calidad de la convivencia, la buena educación, la consideración y la admiración del otro…
El amor de la fraternidad universal o filantropía.
Del latín fraternitas, fraternidad es el afecto y el vínculo entre hermanos o entre quienes se tratan como tales.
El amor de la fraternidad universal es el amor al prójimo abordado por el cristianismo. Es el lazo de unión entre los hombres, basado en el respeto a la dignidad de la persona humana y en la igualdad de derechos de todos los seres humanos.
Filantropía término de origen griego (philos/amor), y (anthropos/hombre), significa literalmente, amor de lo humano o del hombre. Es un sentimiento de amor incondicional hacia el ser humano, que nos lleva a ser capaces de ayudar a otras personas de forma desinteresada.
La filantropía se refleja en la actitud de ayudar al prójimo, a los otros, es la inclinación hacia el voluntariado o la acción social.
De este tipo de amor proceden sentimientos tan importantes como la caridad, la generosidad, la compasión por los semejantes, la idea de ayudar, respetar y considerar a los débiles…
El amor interpersonal
La capacidad de amar a otro ser humano es una virtud que tiene que ver con la generosidad y con la capacidad de darse.
Amar a otro ser humano supone al menos cuatro cosas:
- Aceptarlo
- Considerarlo como un bien
- Desearle el bien
- Estar dispuesto a trabajar por hacerle el bien sin pensar en la contrapartida.
Pero, el “amor personal” es uno de esos términos (como el de “persona”), que se encuentra hoy ante la urgente necesidad de ser repensados en el seno de una adecuada antropología. De ahí, la necesidad de elaborar una “filosofía del amor”, y describir una posible clasificación de sus etapas.
Etapas del amor personal
1ª Etapa: La modificación de la afectividad, con la que todo amor comienza.
¡¡La presencia de alguien nos resulta fascinante!!
Para Víctor Hugo:
“es la reducción del universo a un solo ser (…)”
Es la etapa menos libre del amor y uno de los momentos de más intensidad, de idolatría (el sentimiento te empuja, te envuelve, te arrastra …).
Pero el amor no puede reducirse sólo a esta etapa, quien así lo hace acaba identificando la parte con el todo. Y ese error llevado al extremo puede llegar a degenerar en patología (llamada amor romántico).
Quién reduce el amor sólo a ese amor romántico, queda atrapado en vaivenes afectivos, de manera que, cuando disminuye esa marejada afectiva desaparece el interés por quién la produjo, y entonces, se inicia la búsqueda del mismo estado emocional en otra persona…
Según enseña Sócrates a sus discípulos:
quien va buscando solo el placer ama “como el lobo ama al cordero”
2ª Etapa: muy ligada a la primera, se caracteriza por la conformación o recreación que el amante hace del amado en su imaginación.
Es la aceptación gozosa de la existencia del amado, que se puede expresar con la conocida fórmula:
¡Qué bueno que tú existas! –J. Pieper, filosofo del siglo XX.
Esta etapa también tiene una manifestación patológica, es el llamado amor cortes. Se da cuando el compromiso del amor solo se basa en el ideal soñado (el príncipe azul de nuestra imaginación), el cual en realidad esconde al sujeto que ama, pero no al amado tal y como es. Es decir, se ama a la recreación imaginativa que del amado se hace, no al amado tal y como es en la realidad.
El amante por tanto, no vive la relación con aquel al que ama en la realidad, sino en su imaginación y en su deseo de que sea… “mi príncipe azul” (pero los príncipes azules solo existen en los cuentos, en la realidad existen personas humanas reales, en las que depositamos algunos sueños que ni siquiera ellas conocen…).
3ª Etapa: consiste en la intención persistente que el amante construye de amar al amado (el firme deseo de construir la vida con él).
Esta etapa del amor también es compleja, pues en ella puede ocurrir que el amante ame en realidad su propia proyección de vida (esta patología es más elaborada y más intelectual que la que se da en la etapa anterior).
Consiste en que en ella el supuesto amado es un espejo en el que el amante se refleja y solo quiere ver su propia imagen, no puede tener otra imagen que la del amante y el plan fijado por este (planificado, no sentido).
Es decir, en esta etapa la patología es enamorarse de la propia proyección social, es el llamado amor virtuoso, falsamente virtuoso, ya que solamente es en apariencia (te enamoras de lo que crees que necesitas en una persona, no de la persona que en realidad es…).
Hay un ejemplo para explicar la patología de ésta etapa, es el hombre adicto al trabajo, con prestigio profesional en el que pone todo su empeño. Esta relación con el amado, se basa únicamente en la referencia que tiene el amante de su propio plan de vida, de su propio proyecto, pero no se ha impregnado más que superficialmente del amado, con lo cual la relación se reduce a algunos momentos previamente pensados.
4ª y última etapa: es la de donación o entrega que progresivamente se hace entre el amante y el amado.
En esta etapa el amado pasa a formar parte plena y conscientemente de la propia vida. Se produce la unificación y asimilación del uno al otro.
A partir de ahí, los que se aman deben asimilar una amplia gama de cualidades psicosomáticas (temperamento, actitudes, intereses), factores socioculturales (costumbres, situaciones económicas, aspiraciones profesionales, principios morales, creencias religiosas), además de la intimidad y la afectividad subjetivas que deben integrarse. Se trata de llegar a la unidad sin anular las diferencias, pues de otro modo no habría una relación amorosa, sino un dominio…
La reducción del amor a una de las tres etapas anteriores, sin llegar a esta 4ª etapa de donación o entrega mutua, engendra un dramático saldo… El fruto de un amor que alcanza esta 4ª etapa es la unión entre dos personas, nada menos que la consecución de una vida lograda.
Desde la filosofía y la antropología adecuada, hablaremos del amor como de la “hermenéutica del don”. De manera que, para “ser capaz de amar” y teniendo en cuenta toda la complejidad de ese fenómeno, hace falta en gran medida haber experimentado la identidad del otro y la propia… Llegados a este punto de reflexión en un tema tan amplio y complejo como es el amor, podemos afirmar que es la jerarquía de amores, el “ordo amoris” de cada persona (lo que cada persona es), lo que facilita o dificulta el reconocimiento o la aceptación y la entrega al otro.
Después de todo lo dicho sobre el fenómeno del amor, aún podemos introducirnos un poco más en su análisis, nos va ayudar a ello una distinción clásica que hacían los autores antiguos respecto del amor, ellos diferenciaban entre el amor de benevolencia y el de concupiscencia:
Amor de Benevolencia, significa literalmente “querer bien” o “querer el bien”.
Se llama amor de benevolencia al amor que consiste en querer al otro por sí mismo, por lo que es.
Amor de Concupiscencia, significa “deseo”.
Se llama amor de concupiscencia al amor que consiste en querer al otro para mí.
Lo quiero porque me sirve de ayuda o me proporciona placer y justamente y solamente en esa medida.
Resumiendo, la plena comprensión y vivencia del amor exige el reconocimiento de que es ineludiblemente interpersonal. Del mismo modo que no hay persona (yo) sin personas (tú-él), tampoco el amor es un asunto solo del yo, siempre necesita un tú. Sin el concurso del tú no descubre el yo la experiencia del amor.
La antropología adecuada enseña que, antes y más profundamente que un ser racional (ens rationale) o un ser transido de deseos y voliciones (ens volens), la persona es un ens amans.
Por eso, el amor es la clave de inteligibilidad antropológica por excelencia, es lo que descubre quiénes y qué somos los seres humanos.
Más que un argumento, el amor es la luz que manifiesta a la persona como ningún otro recurso lo hace, de hecho quien ama a otro lo comprende en su irrepetibilidad y singularidad única.