Fármacos para los trastornos y alteraciones del aparato reproductor masculino
En los varones, al igual que en las mujeres, la función reproductora está regulada por hormonas hipotalámicas, hipofisarias y gonadales. Debido a que la secreción hormonal en los hombres es relativamente constante durante toda la vida adulta, el tratamiento farmacológico de las alteraciones reproductoras masculinas es menos complejo y más limitado que en las mujeres. Este capítulo revisa los fármacos utilizados en el tratamiento de los trastornos y alteraciones del aparato reproductor masculino.
Conceptos clave
Los conceptos clave numerados proporcionan un breve resumen de los aspectos más importantes de cada uno de los apartados correspondientes dentro del capítulo. Si alguno de estos puntos no está claro, acuda al apartado correspondiente para su revisión.
La FSH y LH hipofisarias regulan la secreción de testosterona, la principal hormona que contribuye al crecimiento y mantenimiento en buenas condiciones del aparato reproductor masculino.
Los andrógenos se utilizan en el tratamiento del hipogonadismo masculino y del cáncer de mama en las mujeres. Los deportistas con frecuencia hacen un mal uso de los esteroides anabolizantes, lo que puede ocasionarles efectos adversos graves tras su uso prolongado.
La infertilidad masculina es difícil de tratar farmacológicamente. Las alternativas de tratamiento incluyen GCH, menotropinas, testolactona y antiestrógenos.
La disfunción eréctil es una alteración frecuente que puede ser tratada con éxito con el sildenafilo, un inhibidor de la enzima fosfodiesterasa 5.
En sus estadios iniciales la hiperplasia benigna de próstata puede ser tratada satisfactoriamente con tratamiento farmacológico con finasterida y bloqueantes alfa1-adrenérgicos.
Regulación hipotalámica e hipofisaria de la función reproductora masculina
Las mismas hormonas encargadas de controlar la función reproductora femenina también regulan la función masculina. A pesar de que el nombre hormona estimulante de folículos se refiere a la actividad fundamental de la hormona en las mujeres, la FSH regula la función espermática. La hormona luteinizante (LH), por su parte denominada también hormona estimulante de las células intersticiales (ICSH), en el aparato reproductor masculino se encarga de la regulación de la producción de testosterona.
Los andrógenos son considerados las hormonas sexuales masculinas a pesar de que son secretadas también por las glándulas suprarrenales en pequeñas cantidades en las mujeres. Los testículos secretan testosterona, el andrógeno principal responsable de la maduración de los órganos sexuales masculinos y los caracteres sexuales secundarios. Al contrario que en las mujeres en las que existe una secreción hormonal cíclica de progesterona y estrógenos, en los varones adultos la testosterona se secreta de manera relativamente constante. Si la concentración de testosterona en la sangre aumenta por encima de lo normal se produce una retroalimentación negativa hacia la hipófisis que detiene la secreción de LH y FSH.
Al igual que los estrógenos, la testosterona tiene efectos metabólicos en otros tejidos además de los reproductores. En particular tiene un efecto de aumento de la masa muscular que condiciona las diferencias en cuanto a la composición corporal y fuerza entre hombres y mujeres.
Farmacoterapia con andrógenos
Los andrógenos incluyen la testosterona y otras hormonas relacionadas que controlan distintos aspectos de la función reproductora masculina. Se utilizan en el tratamiento farmacológico del hipogonadismo y de algunos cánceres.
La carencia de secreción de testosterona suficiente por parte de los testículos puede condicionar hipogonadismo masculino. La secreción insuficiente de testosterona puede deberse a una alteración hipofisaria o testicular. La deficiencia de secreción de FSH y LH por la hipófisis conlleva falta de estímulo al testículo para producir andrógenos. Esta alteración se conoce como hipogonadismo secundario. La falta de secreción de FSH y LH puede debe a síndrome de Cushing, alteraciones tiroideas, tumores secretores de estrógenos y tratamiento con agonistas de GnRH como el leuprolide. El hipogonadismo puede ser congénito o adquirido a lo largo de la vida.
El hipogonadismo puede afectar a pacientes con una función hipofisaria normal con alteraciones testiculares como incapacidad de secreción de testosterona o falta de respuesta al estímulo hipofisario. En este caso se denomina hipogonadismo primario. Algunas enfermedades que provocan hipogonadismo de origen testicular son parotiditis, traumatismo testicular, inflamación y enfermedad autoinmunitaria.
Los síntomas del hipogonadismo masculino incluyen una disminución aparente de los caracteres sexuales secundarios: disminución del vello axilar, facial y púbico; aumento de la grasa corporal; disminución del tamaño testicular. En hombres adultos la falta de testosterona puede condicionar disfunción eréctil, disminución del recuento espermático y disminución de la libido o desinterés por las relaciones sexuales. Otros síntomas inespecíficos pueden ser fatiga, depresión y disminución de la masa muscular. En hombres jóvenes, la secreción insuficiente de testosterona puede producir retraso de la pubertad.
La farmacoterapia del hipogonadismo incluye el tratamiento de sustitución con testosterona u otros andrógenos. En pocos días o semanas del comienzo del tratamiento, los andrógenos mejoran la libido y corrigen la disfunción eréctil causada por los niveles bajos de testosterona. Los caracteres sexuales secundarios masculinos aparecen de nuevo en el proceso denominado masculinización o virilización. La depresión se resuelve y la fuerza muscular mejora rápidamente. El tratamiento con andrógenos normaliza las concentraciones de testosterona.
Conseguir una concentración de testosterona por encima de la normal no tiene sentido terapéutico y además aumenta considerablemente los efectos secundarios.
La testosterona está disponible en distintas formulaciones. La testosterona cipionato y la testosterona enantato son de absorción lenta y se administran cada 2 a 4 semanas por vía intramuscular. Otra presentación consiste en bolitas de testosterona de implantación subcutánea y su efecto dura entre 3 y 6 meses. Se comercializan además distintos tipos de parches dérmicos que liberan testosterona durante 24 horas. Algunos de ellos se aplican a la piel escrotal mientras otros se colocan en la piel del brazo, espalda o parte superior de las nalgas. Existen dos tipos de aplicaciones en gel que se aplican en el hombro, parte superior del brazo o abdomen. Los geles con base de alcohol son de secado rápido y la testosterona es absorbida por la piel en 30 minutos liberándose de manera lenta. Una nueva formulación es la que consiste en tabletas bucales que se adhieren a la superficie de las encías y liberan testosterona durante 12 horas.
Los andrógenos tienen importantes efectos fisiológicos al margen de su función reproductora, ya que por ejemplo la testosterona promueve la síntesis de erotropoyetina (este hecho explica por qué los varones tienen un mayor hematocrito). Adicionalmente la testosterona tiene un efecto anabólico importante en el músculo esquelético; por eso, la testosterona se utiliza en pacientes con enfermedades musculares degenerativas.
Los esteroides anabolizantes son compuestos con actividad hormonal similar a la testosterona que son tomados de manera inapropiada por algunos deportistas para aumentar su masa y fuerza muscular y conseguir aumentar su rendimiento deportivo. Cuando se toman a altas dosis o durante períodos de tiempo prolongados los esteroides anabolizantes pueden producir efectos adversos significativos algunos de los cuales pueden persistir durante meses después del tratamiento. Estos medicamentos tienen tendencia a aumentar los niveles de colesterol y producir bajo recuento espermático e impotencia en varones.
En mujeres deportistas que se someten a estos tratamientos, son frecuentes irregularidades menstruales y masculinización.
Los andrógenos administrados por vía oral son hepatotóxicos y después de su uso prolongado pueden producirse lesiones hepáticas irreversibles. Pueden también aparecer alteraciones del comportamiento como agresividad y dependencia psicológica. El uso de esteroides anabolizantes para mejorar el rendimiento deportivo es ilegal y condenado por los especialistas médicos y las asociaciones deportivas. La mayoría de los andrógenos se clasifican como drogas de tipo III por su potencial abuso.
Los andrógenos a altas dosis se utilizan como tratamiento paliativo en algunos tipos de cáncer de mama en combinación con otros antineoplásicos. La mayoría de los carcinomas de próstata son dependientes de testosterona, por ello no debe prescribirse tratamiento con andrógenos en pacientes ancianos si no se ha descartado la posibilidad de que lo padezcan. Los pacientes con carcinoma de próstata a veces son tratados con agonistas de la hormona GnRH como leuprolide para reducir las concentraciones de testosterona circulantes.
Consideraciones de enfermería
El papel del profesional de enfermería en el tratamiento con andrógenos del hipogonadismo incluye una monitorización cuidadosa del estado del paciente y proporcionarle información en relación al tratamiento farmacológico. Obtenga una anamnesis con preguntas en relación a la posibilidad de alteraciones en las relaciones sexuales o la libido. Realice una valoración física en busca de evidencias de disminución de la producción hormonal, como disminución o ausencia de vello corporal, testículos pequeños o retraso en la pubertad. Esta valoración debe además incluir el estado emocional del paciente, ya que la depresión y los cambios de humor pueden ser síntomas de disminución hormonal.
Realice monitorización de pruebas de laboratorio como las enzimas hepáticas, especialmente si el paciente tiene antecedentes de tratamiento con esteroides anabolizantes. Realice determinación de colesterol sobre todo en pacientes con antecedentes de infarto de miocardio o angina. Las contraindicaciones de la terapia con andrógenos incluyen el cáncer de mama en varones y el de próstata, así como las enfermedades renales, cardíacas y hepáticas, la hipercalcemia, la hiperplasia benigna de próstata (HBP) y la hipertensión. Los andrógenos deben utilizarse con precaución en la etapa prepuberal, en pacientes ancianos y en hombres con porfiria intermitente aguda.
Vigile la aparición de efectos adversos en los pacientes en tratamiento con andrógenos. Debe descartar especialmente la aparición de reacciones cutáneas, como prurito o ampollas con las preparaciones tópicas. Algunos efectos adversos que pueden ocurrir en mujeres son masculinización de la voz, aumento del vello facial, hipertrofia del clítoris e irregularidad de la menstruación.
Educación del paciente
La educación del paciente en tratamiento con andrógenos debe incluir cuáles son los objetivos del tratamiento, las razones para obtener datos basales como las constantes vitales y la existencia de enfermedad cardíaca o renal previa, y la posible aparición de efectos secundarios. Cuando informe a los pacientes sobre el tratamiento con andrógenos, incluya los siguientes aspectos:
- Mantener todas las visitas a su médico para realizar la monitorización de colesterol, electrólitos séricos y pruebas de función hepática.
- Medir el peso dos veces por semana y comunicar aumentos significativos.
- Comunicar cualquier lesión en los sitios de inyección.
- Comunicar inmediatamente la aparición de una erección prolongada o dolorosa (priapismo).
- Si es usted diabético, controlar la aparición de signos o síntomas de hipoglucemia (temblor, sudoración, aumento del apetito, ansiedad y mareo).
- Notificar de forma inmediata al médico si existe confirmación, planificación o sospecha de embarazo.
- Aconsejar al paciente sobre las formas de administración de los fármacos (transdérmica en parches, oral, gel o inyección).
Farmacoterapia para la infertilidad masculina
Se estima que entre el 30% y el 40% de los casos de infertilidad en la pareja se deben a infertilidad masculina. Antes de comenzar cualquier tratamiento farmacológico debe investigarse si el trastorno puede tener un origen psicológico.
Al igual que la femenina, la infertilidad masculina puede deberse a un número complejo de causas. La oligospermia o presencia de menos de 20 millones de espermatozoides por mL del eyaculado es considerada anormal. La azoospermia o completa ausencia de espermatozoides en un eyaculado puede deberse a obstrucción del conducto deferente o del conducto eyaculatorio, en cuyo caso tendría tratamiento quirúrgico. Las infecciones, como la parotiditis, tuberculosis y enfermedades de transmisión sexual, pueden contribuir a la infertilidad. La posible existencia de disfunción eréctil debe ser considerada y tratada. La infertilidad puede aparecer con y sin signos de hipogonadismo.
El objetivo del tratamiento farmacológico de la infertilidad masculina es aumentar la producción de espermatozoides. El tratamiento con frecuencia comienza con inyecciones intramusculares de gonadotropina coriónica humana HCG tres veces por semana durante un año. Esta hormona que en condiciones normales es secretada por la placenta, mimetiza la acción de la LH, aumentando la producción de testosterona y estimulando la espermatogenia. Se deben realizar recuentos espermáticos periódicos para valorar el progreso terapéutico. Si este tratamiento no tiene éxito, debe realizarse tratamiento con menotropinas. La menotropina es una mezcla de FSH y LH purificadas.
En los casos de infertilidad con signos de hipogonadismo debe realizarse también tratamiento con testosterona. Otras aproximaciones terapéuticas se utilizan en la infertilidad masculina como el tratamiento con antiestrógenos, como el tamoxifeno y el clomifeno. Su acción consiste en bloquear el mecanismo de retroalimentación negativa de los estrógenos (de las glándulas suprarrenales) hacia la hipófisis e hipotálamo, y por tanto aumentar las concentraciones de FSH y LH.
La testolactona, un inhibidor de la aromatasa, se administra para bloquear la conversión metabólica de testosterona en estrógenos. También se han probado algunos suplementos nutricionales, como el cinc, para mejorar la producción espermática, la L arginina para mejorar la movilidad espermática y las vitaminas C y E como antioxidantes que reducen los intermediarios reactivos. Desafortunadamente estos y otros tratamientos no han tenido resultados positivos concluyentes en el tratamiento de la infertilidad masculina.
El tratamiento farmacológico de la infertilidad masculina no se considera tan eficaz como en el caso de la femenina pues solamente el 5% de ellas tienen un origen endocrino. Puede requerirse tratamiento durante varios años. Por esto y por que se trata de tratamientos costosos y consistentes en inyecciones, deben explorarse otros métodos de concepción como fecundación in vitro o inseminación intrauterina.
Farmacoterapia para la disfunción eréctil
La disfunción eréctil o impotencia es un trastorno frecuente en varones. La característica que la define es la incapacidad de obtener una erección o de mantenerla el tiempo suficiente como para mantener con éxito relaciones sexuales.
La incidencia de disfunción eréctil aumenta con la edad, aunque puede ocurrir en cualquier momento de la vida adulta. Algunas enfermedades, como la aterosclerosis, diabetes, accidente cardiovascular e hipertensión, están asociadas a una mayor incidencia de esta alteración. Entre las causas de tipo psicológico podemos encontrar impotencia asociada a depresión, fatiga, sentimiento de culpa o miedo al fallo sexual. En algunos hombres la impotencia está relacionada con la toma de fármacos como diuréticos del tipo de tiacidas, fenotiacinas, inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), antidepresivos tricíclicos, propranolol y diacepam. La secreción disminuida de testosterona impide obtener una erección, lo que condiciona la pérdida del deseo sexual.
La erección tiene componentes neuromusculares y vasculares. El sistema autónomo dilata las arteriolas del cuerpo cavernoso, el principal tejido eréctil del pene. Esta estructura contiene espacios que al llenarse de sangre adquieren rigidez.
Adicionalmente, la constricción de las venas de drenaje del cuerpo cavernoso mantienen el pene rígido el tiempo suficiente para permitir la penetración. Tras la eyaculación las venas se dilatan permitiendo la salida de la sangre y produciendo la consiguiente laxitud en el pene. Las causas orgánicas de disfunción eréctil son la alteración de los nervios de los vasos sanguíneos, involucrados en el reflejo de la erección.
La distribución comercial del sildenafilo, un inhibidor de la enzima fosfodiesterasa 5, ha revolucionado el tratamiento médico de la disfunción eréctil. Cuando este medicamento fue aprobado en 1998, fue el primer compuesto para el tratamiento de la disfunción eréctil y sus ventas fueron las mayores de un fármaco nuevo en EEUU. Previamente a este tratamiento, solamente podía tratarse la disfunción eréctil con prótesis rígidas o hinchables implantadas en el cuerpo cavernoso. Como alternativa a las prótesis, fármacos como el alprostadil o la combinación de papaverina y fentolamina se inyectaban directamente en el cuerpo cavernoso justo antes del coito. Estas inyecciones eran dolorosas y además reducían la espontaneidad asociada con las relaciones sexuales placenteras. Actualmente estas alternativas terapéuticas no se utilizan salvo que esté contraindicado el uso de inhibidores de la fosfodiesterasa 5.
El sildenafilo no produce erección, simplemente mejora la erección producida por los estímulos habituales (contacto físico u otros estímulos sexuales) en pacientes con impotencia. Sin embargo el sildenafilo no es tan eficaz cuando no existe previamente disfunción eréctil. Por otra parte, a pesar de que se ha investigado al respecto, no se ha encontrado su utilidad en la función sexual femenina y actualmente no está aprobado para su uso en mujeres.
La FDA ha aprobado otros dos inhibidores de la fosfodiesterasa 5; el vardenafilo actúa mediante el mismo mecanismo que el sildenafilo pero con un inicio de la acción más rápido y una duración del efecto ligeramente más larga. El tadalafilo actúa en los 30 minutos posteriores a su administración y su duración es más prolongada (entre 24 y 36 horas).
Los tres inhibidores de la fosfodiesterasa 5 tienen una eficacia similar en la producción de erecciones (entre el 60% y el 80% de los pacientes tratados) y sus efectos secundarios son equivalentes. Los efectos adversos más frecuentes son congestión nasal, cefalea, enrojecimiento facial y mareo. Estos compuestos producen disminución de la presión arterial de entre 5 y 10 mm, aunque en general este efecto no tiene repercusión clínica. Sin embargo en los pacientes tratados con nitratos o con múltiples medicamentos antihipertensivos, puede producir hipotensión, por lo que su uso está contraindicado en estos pacientes. Entre los tres compuestos, el tadalafilo es el menos hipotensor de los tres.
Consideraciones de enfermería
El papel del profesional de enfermería en la farmacoterapia de la disfunción eréctil debe incluir una monitorización cuidadosa del estado del paciente así como facilitarle información referente al tratamiento prescrito. Realice una exploración física completa que incluya antecedentes de alteraciones sexuales, enfermedad cardiovascular y presencia de trastornos emocionales. Solicite pruebas de laboratorio para evaluar la función hepática.
Las pruebas de laboratorio en relación a la función eréctil que pueden realizarse son aquellas relacionadas con la función hormonal, como determinación de las concentraciones de testosterona, prolactina y tiroxina. Si se evidencia una causa hormonal debe tratar de corregirse el defecto con tratamiento específico. Puede realizarse la prueba denominada tumescencia y rigidez nocturna del pene (TRNP) que determina el número de erecciones durante el sueño que serviría para diferenciar las causas fisiológicas y psicológicas de la disfunción eréctil. Si la causa es psicológica el tratamiento consistiría en una combinación de terapia farmacológica y psicológica. Otra determinación de utilidad es la determinación del flujo sanguíneo para comprobar si el riego venoso y arterial del pene es suficiente.
En el caso de disminución del flujo sanguíneo el tratamiento farmacológico puede ser ineficaz y requerirse la realización de implantes.
El sildenafilo, el vardenafilo y el tadalafilo están contraindicados cuando se está en tratamiento con nitratos orgánicos como la nitroglicerina, por la posibilidad de hipotensión importante. Los nitratos se encuentran en determinadas drogas de abuso, como el amilnitrato o nitrito, comúnmente denominadas «poppers». La administración concomitante de vardenafilo y tadalafilo con bloqueantes alfa-adrenérgicos puede provocar también hipotensión importante. Estos medicamentos están contraindicados en pacientes con enfermedad cardiovascular grave y en pacientes con malformaciones anatómicas del pene.
Su uso en pacientes con disfunción hepática debe ser cuidadoso ya que el metabolismo de estos compuestos es hepático y su acumulación puede producir toxicidad. Los pacientes con cirrosis o afectación de la función hepática deben comenzar el tratamiento con dosis bajas. Los pacientes con leucemia, drepanocitosis, mieloma múltiple, úlcera y retinitis pigmentosa deben ser controlados especialmente cuando son sometidos a tratamiento con sildenafilo.
Vigile en el paciente la aparición de alteraciones visuales, tales como visión borrosa, dificultad para diferenciar los colores verde y azul, percepción de un tinte azulado en los objetos o fotofobia. Advierta al paciente de que puede sufrir alteraciones sensoriales que pueden producirle caídas u otros accidentes. Pregunte al paciente si ha sufrido cefalea, mareo, enrojecimiento facial, erupción, congestión nasal, diarrea, dispepsia, ITU, dolor torácico o indigestión.
Educación del paciente
En relación con el tratamiento farmacológico de la disfunción eréctil, incluya el objetivo del tratamiento, las razones para obtener datos de base, como las constantes vitales y las pruebas de función cardíaca o renal así como la existencia de enfermedades de base como angina.
Incluya los siguientes aspectos durante el asesoramiento de los pacientes que van a ser tratados:
- Realizarse las pruebas de función hepática periódicamente tal y como le indique su médico.
- No tomar más de una dosis cada 24 horas.
- Monitorizar rutinariamente la presión arterial.
- Tomar la medicación entre 30 y 60 minutos antes de la relación sexual.
- Si está tomando nitratos o alfa -bloqueantes no utilizar medicación para la disfunción eréctil.
- No compartir la medicación con otros pacientes.
- Comunicar inmediatamente la aparición de dolor torácico.
- Comunicar inmediatamente la aparición de una erección que dure más de 4 horas o que sea dolorosa.
Farmacoterapia de la hiperplasia benigna de próstata
La hiperplasia benigna de próstata (HBP) es la neoplasia benigna más frecuente en varones. Se caracteriza por el aumento de tamaño de la glándula prostática que provoca una obstrucción de la uretra y por tanto dificulta el flujo de orina. Esta lesión no se considera precancerosa.
Los síntomas de la HBP son aumento de la frecuencia de la micción (normalmente con pequeñas cantidades de orina), aumento de la urgencia en la micción, goteo terminal, micción nocturna excesiva (nicturia), disminución de la fuerza del chorro de micción y sensación de que la vejiga no se ha vaciado completamente. La obstrucción urinaria puede complicarse con in fección urinaria e insuficiencia renal. En casos avanzados se necesita cirugía transuretral para resecar parcialmente la glándula y restaurar la permeabilidad de la uretra.
Solamente unos pocos fármacos están actualmente disponibles para el tratamiento de la HBP. Al comienzo de la enfermedad, el tratamiento farmacológico puede aliviar algunos síntomas.
En la patogénesis de la HBP se suman tanto factores estáticos como dinámicos. Entre los factores estáticos están la existencia de una glándula prostática aumentada. La próstata puede duplicar o triplicar su tamaño con la edad. Este aumento produce un bloqueo físico al flujo urinario en el cuello de la vejiga. Entre los factores dinámicos se encuentran el excesivo número de receptores alfa1-adrenérgicos localizados en las células de músculo liso del cuello de la vejiga y en la propia glándula prostática. Cuando estos receptores son activados, la uretra se comprime y se impide el flujo de orina normal. Según el mecanismo que la provoque, los síntomas de la HBP pueden tratarse con dos tipos de medicamentos.
Se ha demostrado que algunos fármacos de uso común pueden empeorar los síntomas de la HBP. Entre ellos están los fármacos alfa-adrenérgicos utilizados como descongestivos (seudoepinefrina y fenilefrina). Estos compuestos activan los receptores alfa1-adrenérgicos del cuello de la vejiga y producen restricción del flujo urinario. Otros medicamentos de efecto anticolinérgico, como los antihistamínicos, ATC o fenotiacinas, pueden también empeorar los síntomas. La testosterona y otros esteroides anabolizantes pueden provocar hipertrofia de la próstata empeorando la obstrucción. Todos estos fármacos deben evitarse en pacientes ancianos.
Los pacientes asintomáticos o con síntomas muy leves en general no reciben farmacoterapia. La HBP no siempre progresa y a veces estos pacientes permanecen con poca o nula sintomatología. Se debe informar a estos pacientes que deben evitar la cafeína y el alcohol así como los fármacos que empeoran la enfermedad. Con estas medidas y evitando tomar muchos líquidos antes de acostarse se consigue mejorar la sintomatología. El paciente debe evaluarse cada 6 o 12 meses para comprobar la evolución de los síntomas.
Cuando empeoran los síntomas de la HBP entonces estaría indicado el tratamiento farmacológico. Cuando los síntomas son moderados los medicamentos de elección son los bloqueantes alfa1-adrenérgicos. Su mecanismo de acción consiste en relajar la musculatura lisa de la próstata, del cuello de la vejiga y de la uretra facilitando de este modo la micción. La doxazosina y la terazosina son muy útiles en pacientes con HBP e hipertensión. Estas dos entidades coexisten en un paciente en el 25% de los pacientes mayores de 60 años. En 2005 se aprobó una formulación de liberación retardada de doxazosina para el tratamiento de la HBP. Un tercer medicamento del tipo de los alfa1-bloqueantes, la tamsulosina, no tiene efecto sobre la presión arterial y únicamente estaría indicado para el tratamiento de la HBP. Estos medicamentos consiguen mejorar el flujo urinario y eliminar otros síntomas molestos de la enfermedad tras los primeros 7 a 14 días de tratamiento. Los efectos secundarios que podrían producir son cefalea, fatiga y mareo. La doxazosina y la terazosina no se han asociado a disfunciones sexuales, pero sí se ha asociado la tamsulosina con alteraciones en la eyaculación. La taquicardia refleja debida a la estimulación de los barorreceptores por parte de los alfa-bloqueantes es frecuente.
Algunos pacientes son incapaces de tolerar los efectos secundarios de tipo cardiovascular de los bloqueantes alfa1-adrenérgicos. En estos pacientes los inhibidores de la 5 alfa reductasa pueden suponer una alternativa de tratamiento. Estos compuestos bloquean una enzima del metabolismo de la testosterona por lo que eliminan la señal hormonal del crecimiento de la próstata. Dentro de esta clase de fármacos el más utilizado es la finasterida. La disminución del tamaño de la próstata con estos tratamientos puede tardar varios meses, por lo que no se aconseja su uso en casos de obstrucción grave. Son medicamentos con pocos efectos secundarios, aunque en ocasiones pueden determinar disfunción sexual.
Los fármacos antiprostáticos tienen una eficacia limitada y su uso se restringe a casos de afectación leve o moderada, como una alternativa a la cirugía. Su efecto va a ser siempre sintomático y no curativo, por esto deben tomarse durante toda la vida o hasta que esté indicada la cirugía.
Consideraciones de enfermería
El papel del profesional de enfermería en la terapia farmacológica con antiprostáticos en la HBP incluye una monitorización cuidadosa del estado del paciente así como informar al paciente en relación al tratamiento prescrito. Realice una exploración física completa que incluya los antecedentes de enfermedad cardiovascular y disfunción sexual.
La exploración debe incluir una valoración del patrón urinario preguntando específicamente por la existencia de retención urinaria, nicturia, goteo, dificultad para inicial la micción, aumento de la frecuencia y de la urgencia de la micción. Si se prescriben fármacos bloqueantes alfa1-adrenérgicos debe valorar los signos vitales especialmente tensión arterial y frecuencia cardíaca.
El paciente puede sufrir hipotensión (fenómeno de primera dosis) en las dosis iniciales y presentar hipotensión ortostática persistente durante todo el tratamiento. Puede producirse síncope. Pregunte al paciente si sufre hipotensión ortostática, mareo o alteraciones digestivas. Los pacientes ancianos son especialmente propensos a la hipotensión e hipotermia causada por la vasodilatación que producen estos compuestos. Los fármacos alfa-bloqueantes deben utilizarse con precaución en personas con antecedentes personales de asma o fallo cardíaco debido a que pueden causas bradicardia y broncoconstricción.
Utilice con precaución estos medicamentos en pacientes con alteración de la función hepática, ya que son metabolizados en el hígado. En los pacientes con uropatía obstructiva se debe utilizar la finasterida con precaución. Vigile el estado emocional de los pacientes en tratamiento con alfa-bloqueantes ya que pueden provocar depresión con cierta frecuencia.
Informe al paciente de que los resultados máximos del tratamiento pueden observarse tras 6 o 12 meses. La mejoría de los síntomas persistirá siempre que se mantenga el tratamiento.
Vigile la aparición de efectos secundarios como impotencia, disminución del volumen eyaculado o disminución de la libido. Comente al paciente que debe comunicar a su médico cualquiera de estos aspectos.
Información al paciente
En relación al tratamiento con antiprostáticos debe facilitar al paciente información sobre los objetivos del tratamiento, las razones para obtener datos basales antes del tratamiento como las constantes vitales y la existencia de enfermedades de base de tipo cardíaco, renal o asma, y los posibles efectos secundarios. En la educación de los pacientes sometidos a tratamiento con antiprostáticos, incluya los siguientes aspectos:
- Realizarse determinación de PSA periódicamente tal y como le indique su médico.
- Comunicar de forma inmediata la aparición de dificultad urinaria, impotencia, disminución de la libido o disminución del volumen eyaculado.
- Tomar la medicación a la hora de acostarse, y tomar la primera dosis inmediatamente antes de meterse en la cama.
- Cambiar de posición con suavidad para evitar mareos.
- Debe saber que este medicamento puede ser peligroso si es manipulado por mujeres embarazadas o en el período de lactancia.
- No debe tomar al mismo tiempo otros medicamentos sin receta, herboristería/alimentos o suplementos vitamínicos sin consultarlo antes con su médico.