El proceso de enfermería en farmacología

El proceso de atención de enfermería (PAE) es un método sistematizado de resolución de problemas que constituye la base de la práctica enfermera y cuyo uso es especialmente importante durante la administración de la medicación. La aplicación de las fases del PAE permitirá al profesional de enfermería garantizar que un proceso interdisciplinario como el tratamiento farmacológico conduce a una administración de la medicación personalizada, segura y eficaz, con resultados para todos los pacientes a su cuidado.

Conceptos clave

Los conceptos clave proporcionan un breve resumen de los aspectos más importantes de cada uno de los apartados correspondientes dentro del capítulo. Si alguno de estos puntos no está claro, acuda al apartado correspondiente para su revisión.

El proceso de atención de enfermería es un método sistematizado de resolución de problemas constituido por fases claramente definidas: valoración, establecimiento de los diagnósticos de enfermería, planificación de los cuidados mediante la formulación de objetivos y resultados, realización de acciones y evaluación de los cuidados administrados.

La valoración del paciente que recibe medicación incluye los datos de la anamnesis, la exploración física, las pruebas de laboratorio y otros datos cuantificables, así como una valoración de los efectos de la medicación, tanto terapéuticos como secundarios.

Los diagnósticos de enfermería se redactan con objeto de abordar las respuestas del paciente a la administración de los fármacos; estos se determinan tras el análisis de los datos de la valoración, se centran en los problemas del paciente y se verifican con el paciente o cuidador.

Los objetivos y los resultados, establecidos a partir de los diagnósticos de enfermería, dirigen las acciones del plan de cuidados. Los objetivos se centran en lo que el paciente debería ser capaz de conseguir y los resultados proporcionan los criterios específicos y cuantificables que se usarán para medir la consecución del objetivo.

Las acciones buscan devolver al paciente el nivel óptimo de bienestar mediante la administración segura y eficaz de la medicación. Las acciones clave de enfermería incluyen la valoración de los efectos farmacológicos, el registro de la medicación y la educación sanitaria.

Con la evaluación comienza un nuevo ciclo de cuidados; en ella se recogen y analizan nuevos datos valorados, se revisan o reformulan los diagnósticos de enfermería, se redefinen los objetivos y resultados y se llevan a cabo nuevas acciones.


Repaso del proceso de atención de enfermería

La mayoría de los estudiantes de enfermería abordan la asignatura de Farmacología tras haber cursado Enfermería Fundamental, materia que expone en profundidad las fases del proceso de atención de enfermería. Este apartado presenta un breve resumen de estas fases antes de discutir su aplicación a la farmacología. Los estudiantes que no estén familiarizados con el PAE deberían consultar una explicación más detallada en uno de los muchos y excelentes manuales de enfermería fundamental existentes.

La valoración, el primer paso del proceso de enfermería, es un procedimiento continuo que comienza con el contacto inicial entre el profesional de enfermería y el paciente y se extiende a cada interacción posterior. Durante la valoración inicial, se recogen los datos de referencia que se usarán para compararse con la información obtenida durante interacciones posteriores. La valoración consiste en la recogida de datos subjetivos, es decir, lo que el paciente manifiesta o percibe, y datos objetivos reunidos mediante la exploración física, las pruebas de laboratorio y otras pruebas diagnósticas.

Una vez realizada la valoración inicial, el profesional de enfermería emite juicios clínicos sobre el paciente y sus respuestas a la salud y la enfermedad. Los diagnósticos de enfermería constituyen la base para determinar los objetivos y resultados, planificar las intervenciones y evaluar la eficacia de los cuidados administrados. A diferencia de los diagnósticos médicos, que se centran en una enfermedad o un trastorno, los diagnósticos de enfermería se centran en la respuesta del paciente a los procesos vitales y a los problemas de salud reales o potenciales. La North American Nursing Diagnosis Association (NANDA) define los diagnósticos de enfermería como:

Juicio clínico sobre la respuesta de un individuo, familia o comunidad referente a procesos vitales/problemas de salud reales o potenciales. Para la NANDA, los diagnósticos de enfermería proporcionan la base para la selección de las intervenciones de enfermería destinadas a lograr los objetivos del profesional de enfermería responsable.

Los diagnósticos de enfermería suelen ser el mayor reto de este proceso. En ocasiones, el profesional de enfermería identifica lo que parece ser el problema del paciente sólo para descubrir, tras posteriores valoraciones, que los objetivos, resultados e intervenciones planificadas no han «solucionado» el problema. Un punto clave que debemos recordar es que los diagnósticos de enfermería se centran en las necesidades del paciente, no en las necesidades del profesional. Así, una de las principales funciones de enfermería es capacitar a los pacientes para participar activamente en su propio cuidado; incluyendo al paciente en la identificación de sus necesidades, el profesional de enfermería le anima a participar de forma más activa en la consecución de los objetivos establecidos.

Tras establecer el diagnóstico de enfermería, el profesional comienza a planificar medidas para ayudar al paciente a recuperar o mantener el nivel óptimo de bienestar en el aspecto relacionado con el diagnóstico. Se establecen objetivos a corto y largo plazo que se centrarán en lo que el paciente llegará a ser capaz de hacer o conseguir, no en las acciones del profesional de enfermería. Los resultados constituyen la cuantificación objetiva de esos objetivos al definir específicamente lo que el paciente llegará a hacer, en qué circunstancias y en cuánto tiempo. Los objetivos y los resultados se discuten con el paciente o cuidador y se establecen prioridades para abordar primero las necesidades más urgentes.

En la planificación se determinan estrategias o intervenciones para alcanzar los objetivos y resultados establecidos. Se trata de la redacción final del proceso que comunica al equipo sanitario las acciones que el profesional de enfermería llevará a cabo para ayudar al paciente a obtener esos objetivos. Cada institución sanitaria decide cómo se da a conocer el plan de cuidados y si este va a ser únicamente de enfermería o interdisciplinario.

Las intervenciones buscan cubrir las necesidades del paciente y garantizar una atención segura y eficaz. Durante la administración de los cuidados, el profesional de enfermería realiza valoraciones continuas y compara los nuevos datos con los previos y las conclusiones de esta comparación con los diagnósticos, objetivos y resultados establecidos, comenzando el proceso de evaluación. En este se revisan los diagnósticos de enfermería al tiempo que se considera la respuesta del paciente a los cuidados. Se recogen los datos adicionales necesarios, mediante la valoración, y se evalúa si los objetivos y resultados se han cumplido en su totalidad, parcialmente o no se han cumplido en absoluto. El círculo se completa con el establecimiento de nuevos diagnósticos o con la modificación de los previos, con la definición de nuevos objetivos y resultados y con la planificación de nuevas intervenciones.

Aunque la enfermería no siempre ha usado un sistema tan organizado para la administración de los cuidados, siempre ha intentado proporcionar una atención segura y eficaz. Garantizar los mejores resultados exige la aplicación de este proceso en la administración de medicación. A continuación, se muestra la aplicación de estas fases a la administración de fármacos.

Valoración del paciente en relación con la administración de la medicación

Durante su primer encuentro, el profesional de enfermería completa la anamnesis y la exploración física del paciente; gran parte de los datos recogidos en esta valoración inicial tienen implicaciones específicas para la farmacoterapia. Posteriores valoraciones proporcionarán datos adicionales que ayudarán al profesional de enfermería a evaluar los resultados de la administración de la medicación. Esta sección discute qué elementos de la valoración son relevantes para la administración de fármacos y por qué motivo.

La anamnesis inicial debe adaptarse al trastorno clínico del paciente, de modo que la anamnesis completa, más detallada, puede no ser la más apropiada. A menudo, este procedimiento se enfoca hacia el problema o la «queja principal», centrándose en los síntomas que condujeron al paciente a buscar asistencia médica. En cualquier anamnesis, deben valorarse los elementos fundamentales que pueden influir en el resultado satisfactorio de la administración de los fármacos. Así, entre las preguntas básicas que deben formularse en la anamnesis inicial se encuentran las referidas a alergias; antecedentes personales patológicos; la medicación que toma en la actualidad o ha tomado últimamente; antecedentes personales y sociales como el consumo de alcohol, tabaco o cafeína; riesgos para la salud relacionados con el consumo de drogas o sustancias ilegales, o preguntas sobre salud reproductiva como la posibilidad de embarazo en las mujeres en edad fértil.

La tabla 7.1 enumera algunas de las preguntas más relevantes que pueden formularse durante una anamnesis inicial y que proporcionarán datos de referencia antes de la administración de los medicamentos. La anamnesis debe adaptarse al trastorno del paciente, por lo que es posible que no todas las cuestiones sean apropiadas para la valoración inicial. Tenga en cuenta que lo que no se dice puede ser tan importante, o incluso más importante, que lo que se dice. Por ejemplo, un paciente puede negar o minimizar un dolor al tiempo que hace gestos de dolor o protege una determinada zona durante la palpación. Los profesionales de enfermería deben hacer uso de su capacidad de observación para recoger estos datos críticos.

Tabla 7-1. Preguntas de la anamnesis relevantes para la administración de fármacos
Áreas de valoraciónPreguntas relevantes
problema principal
  • ¿Cómo se siente? (Descríbalo)
  • ¿Tiene algún dolor? (Descríbalo)
  • ¿Tiene algún otro síntoma? (En relación con la medicación son especialmente importantes: náuseas, vómitos, cefalea, prurito, mareos, disnea, nerviosismo o ansiedad, palpitaciones o «aleteo» cardíaco, debilidad o fatiga)
alergias
  • ¿Es alérgico a algún medicamento?
  • ¿Es alérgico a algún alimento, sustancias ambientales (ej. polen o alergias «estacionales»), esparadrapo, jabones o limpiadores?
  • ¿Cómo se manifiesta, concretamente, su alergia?
antecedentes patológicos personales
  • ¿Tiene antecedentes de diabetes, alteraciones cardíacas o vasculares, respiratorias o neurológicas?
  • ¿Tiene algún problema dermatológico?
  • ¿Qué tratamientos ha recibido para estos trastornos en el pasado o en la actualidad?
antecedentes familiares
  • ¿Alguien de su familia ha tenido problemas con algún medicamento? (Especifique)
  • ¿Alguien de su familia tiene algún problema médico importante?
antecedentes farmacológicos
  • ¿Sigue algún tratamiento prescrito en la actualidad? (Especifique el nombre de los fármacos, la dosis y la frecuencia de administración)
  • ¿Está tomando algún medicamento sin prescripción? (Especifique el nombre, la dosis y la frecuencia)
  • ¿Qué fármacos, prescritos o no, ha tomado durante el último mes o los últimos 2 meses?
  • ¿Alguna vez ha experimentado efectos secundarios o síntomas inusuales con algún medicamento? (Especifique)
  • ¿Qué sabe o qué le han explicado sobre estos medicamentos?
  • ¿Usa algún remedio herbario u homeopático? ¿Algún complemento nutricional o vitamina?
manejo de la salud
  • Enumere los profesionales sanitarios que ha consultado por problemas de salud.
  • ¿Cuándo consultó por última vez a un profesional sanitario? ¿Cuál fue el motivo?
  • Describa su dieta habitual
  • ¿Tiene problemas para dormir?
antecedentes obstétricos
  • ¿Hay alguna posibilidad de que esté embarazada? (Pregúntese a toda mujer en edad fértil)
  • ¿Está dando el pecho?
antecedentes personales-sociales
  • ¿Fuma?
  • ¿Cuánto alcohol consume normalmente?
  • ¿Cuánta cafeína consume normalmente?
  • ¿Hay alguna creencia o práctica, religiosa o cultural, respecto a los medicamentos o a su salud que deberíamos saber?
  • ¿A qué se dedica? ¿Cuántas horas trabaja?
  • ¿Le preocupa el seguro médico o el coste de los medicamentos?
riesgos para la salud
  • ¿Tiene antecedentes de depresión o trastorno mental?
  • ¿Consume drogas o sustancias ilegales?

Junto con la anamnesis, debe realizarse una valoración física con objeto de recoger datos objetivos sobre el trastorno del paciente. Esta puede incluir la comprobación de las constantes vitales, la altura y el peso, la exploración física completa y pruebas de laboratorio. Los valores obtenidos constituirán los datos de referencia con los que comparar futuras valoraciones y orientar al profesional sanitario en la toma de decisiones sobre los medicamentos a prescribir. Muchos medicamentos pueden actuar sobre el ritmo cardíaco y la presión arterial, por lo que debe prestárseles especial atención. También tiene importancia registrar los niveles de electrólitos, ya que muchos medicamentos influyen en el equilibrio electrolítico. Las pruebas de función hepática y renal son fundamentales en muchos pacientes, especialmente en ancianos y en pacientes críticos, ya que servirán para determinar la dosis adecuada del fármaco.

Una vez que se ha instaurado el tratamiento farmacológico, deben realizarse valoraciones continuas para determinar los efectos de los medicamentos. La valoración debe centrarse, en primer lugar, en determinar si el paciente experimenta los beneficios terapéuticos esperados. Por ejemplo, en caso de administrar un fármaco para el dolor, ¿ha remitido el dolor? Si se administra un antibiótico para una infección, ¿han mejorado los signos de la infección (fiebre, enrojecimiento o inflamación, exudado en el punto de infección, etc.)? Si un paciente no experimenta los efectos terapéuticos de la medicación, deben hacerse valoraciones más exhaustivas para determinar la razón, deben revisarse las dosis y la pauta de la medicación, así como determinar la concentración sérica del fármaco.

La valoración que se realiza durante el tratamiento farmacológico también presta atención a cualquier efecto secundario o reacción adversa que el paciente pueda experimentar. A menudo, estos efectos se manifiestan como síntomas dermatológicos, cardiovasculares, digestivos o neurológicos. De nuevo, los datos de referencia se comparan con la valoración actual para determinar los cambios que han tenido lugar desde el comienzo de la farmacoterapia.

Por último, es necesario valorar la capacidad del paciente para asumir la responsabilidad de su propio tratamiento farmacológico. ¿Precisará el paciente ayuda para la obtención o el pago de los medicamentos prescritos o para la administración segura de los mismos? ¿De qué tipo de lugares de almacenamiento de medicamentos dispone y son estos adecuados para proteger al paciente, a otros habitantes de la casa y mantener la eficacia del medicamento? ¿Entiende el paciente los usos y efectos de este me dicamento y cómo tomarlo adecuadamente? ¿Sugieren los datos de la valoración que el empleo de este medicamento podría su poner un problema, por ejemplo, la deglución de cápsulas de gran tamaño o la incapacidad para administrar el tratamiento anticoagulante por vía parenteral en el domicilio?

Tras el análisis de los datos de la valoración, el profesional de enfermería determinará los diagnósticos enfermeros específicos para el paciente, en función de los fármacos prescritos. Estos diagnósticos constituirán la base de las siguientes fases del proceso de enfermería.

Diagnósticos de enfermería en el paciente en tratamiento farmacológico

Los datos de la valoración se emplean para elaborar una lista de problemas, o diagnósticos de enfermería, relacionados con las respuestas del paciente a los procesos vitales y los problemas de salud. Estos diagnósticos de enfermería, que se emplean para establecer los objetivos y planificar los cuidados, se centran en los problemas del paciente y se clasifican por orden de importancia para su trastorno clínico. Aunque el proceso de elaboración de un diagnóstico de enfermería es un reto, algunos diagnósticos aparecen con frecuencia entre las prioridades. Esta sección discute los diagnósticos de enfermería habituales en relación con la administración de medicación y la formulación de diagnósticos enfermeros apropiados.

Los diagnósticos de enfermería asociados a la administración de los fármacos son los mismos que se otorgan a otras respuestas específicas del paciente ante el trastorno. Pueden abordar problemas reales, como el tratamiento del dolor; centrarse en problemas potenciales, como un riesgo de déficit del volumen de líquidos, o centrarse en el mantenimiento del actual nivel de bienestar del paciente. El diagnóstico se formula como una afirmación de una, dos o tres partes dependiendo de si se ha identificado el bienestar, un problema potencial o un problema real. Los riesgos y los problemas reales incluyen la formulación del diagnóstico y un factor relacionado o causa desencadenante. Los diagnósticos reales también contienen una tercera parte, la evidencia recogida que apoya la afirmación elegida. Existen múltiples diagnósticos adecuados a la administración de medicación. Algunos problemas son específicos de enfermería y el enfermero puede gestionarlos de manera independiente, mientras que otros son multidisciplinarios y precisan la colaboración de otros miembros del equipo sanitario. Cualquiera que sea la medicación administrada al paciente, suelen determinarse ambos tipos de diagnóstico.

Dos de los diagnósticos de enfermería más habituales en la administración de la medicación son conocimientos deficientes e incumplimiento del tratamiento. El primero puede deberse a la prescripción de un nuevo tratamiento, desconocido para el paciente, aunque también puede aplicarse al paciente que no ha recibido una información adecuada sobre los fármacos empleados para el tratamiento de su trastorno. Al recoger información sobre los antecedentes farmacológicos, el profesional de enfermería debe valorar los conocimientos del paciente sobre los fármacos que está tomando y evaluar si la información que se le ha dado sobre ellos es adecuada. En ocasiones, el paciente rechaza un fármaco que se le ha prescrito o rehúsa seguir las indicaciones correctamente. Estamos entonces ante un incumplimiento del tratamiento, que asume que el paciente ha recibido la información adecuada sobre el medicamento y ha decidido, con pleno conocimiento, no tomarlo. Etiquetar la respuesta del paciente como incumplimiento puede influir negativamente en la relación enfermero-paciente, por lo que es vital que el profesional evalúe los posibles factores que han llevado a esta situación antes de establecer este diagnóstico. ¿Ha entendido el paciente por qué se le ha prescrito la medicación? ¿Se le han explicado las dosis y el intervalo entre ellas? ¿Son los efectos secundarios los causantes de que el paciente rechace el medicamento? ¿Influyen las creencias religiosas, culturales, los aspectos sociales o su concepción de la salud sobre la toma del medicamento? ¿Tiene que ver el incumplimiento con la ausencia de recursos adecuados, ya sean económicos o sociales? Como se ha dicho, debe llevarse a cabo una valoración completa de las posibles causas antes de etiquetar la respuesta del paciente como incumplimiento.

Los diagnósticos de enfermería que se aplican en la administración de fármacos suelen ser problemas multidisciplinarios que requieren la colaboración con otros profesionales sanitarios. Por ejemplo, un déficit de volumen de líquidos relacionado con diuréticos puede exigir intervenciones adicionales, como órdenes médicas, para garantizar que los electrólitos y la volemia se mantienen dentro de los límites normales. Independientemente de las órdenes médicas, los profesionales de enfermería pueden ayudar al paciente con la deambulación en caso de debilidad o hipotensión ortostática secundaria a este déficit de volumen de líquidos. La tabla 7.2 ofrece una lista abreviada de algunos de los diagnósticos enfermeros que se aplican habitualmente en la administración de los fármacos. Aunque la lista refleja diagnósticos de enfermería reales, también pueden emplearse como diagnósticos potenciales. No es una lista exhaustiva de todos los diagnósticos aprobados por la NANDA, que está en continua expansión, por lo que es conveniente que el profesional consulte libros sobre diagnósticos enfermeros para recabar más información sobre el establecimiento, la formulación y la investigación de otros diagnósticos de enfermería que pueden aplicarse a la administración de fármacos.


Tabla 7-2. Diagnósticos de enfermería NANDA habituales en la administración de la medicación

  • Actividad, intolerancia a la
  • Afrontamiento inefectivo
  • Ansiedad
  • Aspiración, riesgo de
  • Autocuidado, déficit de
  • Bienestar, disposición para mejorar el
  • Comunicación verbal, deterioro de la
  • Conocimientos deficientes
  • Caídas, riesgo de
  • Contaminación, riesgo de
  • Deglución, deterioro de la
  • Diarrea
  • Dignidad humana, riesgo de compromiso de la
  • Dolor
  • Estreñimiento
  • Estrés por sobrecarga
  • Fatiga
  • Función hepática, riesgo de deterioro de la
  • Gasto cardíaco, disminución del
  • Hipertermia
  • Hipotermia
  • Incumplimiento del tratamiento
  • Infección, riesgo de
  • Intercambio gaseoso, deterioro del
  • Intoxicación, riesgo de
  • Lesión, riesgo de
  • Moral, sufrimiento
  • Movilidad física, deterioro de la
  • Mucosa oral, deterioro de la
  • Náuseas
  • Nutricional, desequilibrio
  • Patrón respiratorio ineficaz
  • Patrón de sueño, deterioro del
  • Percepción sensorial, trastorno de la
  • Perfusión tisular inefectiva
  • Procesos de pensamiento, trastorno de los
  • Régimen terapéutico, manejo inefectivo del
  • Salud, mantenimiento inefectivo de la
  • Sexual, disfunción
  • Suicidio, riesgo de
  • Termorregulación ineficaz
  • Urinaria, incontinencia
  • Urinaria, retención
  • Vías aéreas, limpieza ineficaz de las
  • Volumen de líquidos, déficit de
  • Volumen de líquidos, exceso de

Establecimiento de objetivos y resultados en la administración de la medicación

Tras realizar la valoración del paciente y formular los diagnósticos de enfermería, se establecen los objetivos y resultados y se determinan las prioridades, lo que servirá para la planificación de los cuidados, la puesta en práctica de las acciones y la evaluación de la eficacia de estos cuidados. Antes de administrar los medicamentos y vigilar sus efectos, los profesionales de enfermería deben establecer objetivos y resultados claros y realistas, de modo que las acciones planificadas garanticen un empleo seguro y eficaz de estas sustancias.

Existen algunas diferencias entre los objetivos y los resultados. Los objetivos se centran en lo que el paciente debería ser capaz de conseguir y realizar basándose en los diagnósticos de enfermería que se establecieron a partir de los datos de la valoración. Los resultados constituyen criterios específicos y cuantificables que se usarán para evaluar hasta qué punto se ha conseguido el objetivo.

Tanto los objetivos como los resultados se centran en lo que el paciente deberá conseguir o realizar, deben ser realistas y deben discutirse con el paciente o el cuidador. A continuación se establecen prioridades basándose en los datos de la valoración y en los diagnósticos de enfermería, para abordar antes las necesidades más urgentes. El objetivo principal de cualquier plan de cuidados de enfermería es la administración segura y eficaz de los medicamentos y la obtención del resultado terapéutico óptimo.

Los objetivos pueden establecerse a corto o largo plazo, dependiendo del ámbito y la situación concreta. En el ámbito de los cuidados agudos o ambulatorios, son más apropiados los objetivos a corto plazo, mientras que en la recuperación, suelen ser más habituales los objetivos a largo plazo. En el caso de un paciente al que se le ha pautado tratamiento anticoagulante por la presencia de un trombo en una extremidad inferior, un objetivo a corto plazo puede ser detener el aumento de tamaño del trombo, lo que se traducirá en una mejor circulación distal de la extremidad. Un objetivo a largo plazo puede ser la educación del paciente para la administración eficaz de tratamiento anticoagulante por vía parenteral en el domicilio. Al igual que los datos de la valoración, los objetivos deben centrarse, en primer lugar, en los efectos terapéuticos de los medicamentos y, a continuación, en el tratamiento de los efectos secundarios. Para el paciente con analgésicos, la prioridad debe ser el alivio del dolor sobre el tratamiento de las náuseas, los vómitos o los mareos causados por la medicación.

Los resultados son los criterios específicos empleados para cuantificar la consecución de los objetivos establecidos. Su redacción incluye el sujeto (en la mayoría de los casos, el paciente), las acciones que dicho sujeto requiere, las circunstancias, el método planteado y el período de tiempo necesario para alcanzarlo. En el caso del paciente que debe recibir educación sobre la autoadministración de tratamiento anticoagulante en el domicilio, el resultado podría redactarse como sigue: el paciente se aplicará la inyección de enoxaparina, empleando una jeringuilla precargada, por vía subcutánea en el área abdominal anterior 2 días (1 día antes del alta). Este resultado incluye el sujeto (el paciente), las acciones (la administración de la inyección), las circunstancias (empleando una jeringuilla precargada), el método (vía subcutánea en el abdomen) y el período de tiempo (2 días desde ahora, 1 día antes del alta). La elaboración de estos resultados específicos también proporciona al enfermero un marco temporal específico para trabajar con el paciente en la consecución de los objetivos.

Tras haber establecido los objetivos y los resultados basándose en los diagnósticos de enfermería, se redacta el plan de cuidados; será la institución quien determine si el plan será exclusivo de enfermería, interdisciplinario o ambos. El paciente debería ser el centro de atención de todos los planes de cuidados y él o el cuidador deberían participar en su elaboración. Los objetivos y resultados identificados en el plan de cuidados ayudarán al profesional de enfermería y a otros profesionales sanitarios en su actuación y en la evaluación de la eficacia de los cuidados.

Intervenciones básicas en la administración de la medicación

Tras la elaboración del plan de cuidados, donde se explicitan los objetivos y resultados basados en los diagnósticos de enfermería establecidos, el profesional de enfermería pasa a aplicar dicho plan. Las acciones buscan devolver al paciente el nivel óptimo de bienestar y minimizar los efectos adversos asociados al diagnóstico médico o trastorno del paciente.

Una acción básica de enfermería es valorar los efectos del fármaco, para lo que será necesario un profundo conocimiento de las acciones de cada medicamento. El profesional de enfermería debe valorar, en primer lugar, el efecto terapéutico esperado: un efecto terapéutico insuficiente sugerirá la necesidad de replantear la farmacoterapia. Para llevar a cabo esta valoración puede ser necesario evaluar el estado físico del paciente, las constantes vitales, el peso corporal, las pruebas de laboratorio y/o las concentraciones séricas del fármaco. La valoración de los resultados de la farmacoterapia tendrá en cuenta tanto los datos objetivos, como los cambios en la presión arterial, como las afirmaciones del paciente en cuanto al alivio del dolor.

El profesional de enfermería también valora la aparición de efectos secundarios y adversos e intenta evitarlos o minimizarlos en la medida de lo posible. Aunque el enfermero puede controlar algunos efectos secundarios sin depender de órdenes médicas, la aparición de ciertos efectos exigirá la colaboración de los médicos para el alivio de los síntomas del paciente. Por ejemplo, un paciente que experimenta náuseas y vómitos tras la administración de un analgésico opioide puede beneficiarse de ciertas acciones de enfermería, como la administración de comidas pequeñas y frecuentes, sorbos de bebidas gaseosas o cambios frecuentes de ropa. Sin embargo, será necesaria la prescripción de un antiemético para controlar este efecto secundario si las náuseas son intensas.

Durante esta fase debe registrarse adecuadamente la administración de la medicación, así como los efectos observados, tanto las respuestas terapéuticas como las reacciones adversas. Pueden incluirse datos adicionales obtenidos mediante la valoración objetiva, como las constantes vitales, lo que proporcionará más detalles sobre los efectos farmacológicos específicos. Asimismo, las afirmaciones del paciente pueden aportar datos subjetivos interesantes para el registro. Cada centro sanitario determina dónde, cuándo y cómo registrar la administración de la medicación y los datos de seguimiento que deben recogerse.

La educación del paciente es un elemento esencial de las acciones de enfermería en un paciente que recibe medicación. Los conocimientos deficientes e incluso el incumplimiento del tratamiento están directamente relacionados con el tipo y la calidad de la información que sobre la medicación recibe un paciente. Los decretos estatales sobre la práctica enfermera y los organismos reguladores como la JCAHO consideran la educación un papel fundamental de la enfermería, otorgándole peso legal y una importancia clave en los criterios de acreditación.

Dado que los objetivos de la farmacoterapia son la administración segura de la medicación junto con la obtención del mejor resultado terapéutico posible, la educación pretende proporcionar al paciente la información necesaria para garantizar la consecución de estos objetivos. Cada interacción enfermero-paciente representa una oportunidad educativa. Así, pequeñas cantidades de información suministradas en diversas ocasiones suelen ser más eficaces que la transmisión de grandes cantidades de información una única vez. Comentar los medicamentos cada vez que se administran es una forma eficaz de incrementar la educación suministrada. Ofrecer material escrito también ayuda al paciente a retener la información y le permite revisarla más tarde; algunos medicamentos adjuntan un programa educativo que incluye cintas de vídeo, pero es necesario que el paciente pueda leer y comprender este material. Las farmacias también disponen de folletos informativos que detallan los efectos del medicamento pero que son totalmente inútiles si su nivel de dificultad está por encima de lo que el paciente puede entender o el lenguaje no le resulta familiar al paciente. Hacer que el paciente resuma los puntos clave tras la educación puede ayudar a verificar que el paciente ha comprendido la información.

Los pacientes pediátricos y geriátricos suelen suponer un reto adicional para la educación sanitaria. El profesional de enfermería puede ayudarse con el empleo de material escrito o audiovisual apropiado para estas edades y la repetición pausada y dosificada de la información. A menudo, es necesario educar también al cuidador del paciente. Así, debe incluirse a los padres en el proceso de la administración de medicación a los niños. Es importante transmitir a los pacientes y sus familias la importancia de consultar con su médico antes de tomar cualquier otro medicamento. La tabla 7.3 resume las áreas básicas de educación y proporciona ejemplos de las preguntas que el profesional de enfermería puede formular u observaciones que puede apuntar para comprobar que la educación ha sido eficaz.

La administración de la medicación en pacientes pediátricos debe centrarse en las dosis pediátricas seguras, los posibles efectos adversos y la acción de la medicación en este grupo de edad; dado que las investigaciones no suelen realizarse en niños, estos datos suelen ser confusos. Asimismo, la probabilidad de cometer errores de medicación es alta, ya que la administración de los fármacos en niños suele exigir el cálculo de dosis más pequeñas. El profesional de enfermería debe prestar atención y asegurarse de que la dosis es correcta, ya que pequeños errores en las dosis pueden causar importantes efectos adversos en lactantes y niños. Los ancianos también exigen al profesional de enfermería consideraciones especiales, ya que suelen presentar enfermedades crónicas y cambios relacionados con la edad que pueden hacer que los efectos de la medicación sean impredecibles. Por otra parte, debido a las enfermedades crónicas, los ancianos suelen tomar múltiples fármacos que pueden facilitar las interacciones fármaco-fármaco.

Tabla 7-3. Áreas importantes en la educación del paciente que recibe medicación
Área educativaPreguntas y observaciones relevantes
uso terapéutico y resultados
  • ¿Puede decirme cómo se llama el medicamento que toma y para qué sirve?
  • Para saber si la medicación es eficaz ¿a qué debe prestar atención? (¿Cómo puede saber que el medicamento está funcionando?)
valoración de efectos secundarios y adversos
  • ¿Qué efectos secundarios puede manejar usted mismo? (ej. náuseas ligeras o diarrea)
  • ¿Qué efectos secundarios debe notificar al profesional sanitario? (ej. casos de náuseas o vómitos intensos, mareos intensos o hemorragia)
administración de la medicación
  • ¿Puede decirme la cantidad de medicamento que tiene que tomar? (miligramos, número de comprimidos, mililitros de líquido, etc.)
  • ¿Puede decirme la frecuencia con la que tiene que tomarlo?
  • ¿Qué requisitos especiales son necesarios cuando toma este medicamento? (ej. acompañarlo con un vaso de agua; tomarlo con el estómago vacío y permanecer en posición vertical durante 30 minutos)
  • ¿Tiene que tomar los medicamentos en algún orden especifico? (ej. el broncodilatador antes del inhalador de corticoesteroides)
  • ¿Puede mostrarme cómo se administra la medicación? (ej. colirios o inyecciones subcutáneas)
  • ¿Es necesaria alguna valoración especial antes de tomar este medicamento? (ej. el pulso) ¿Puede mostrármelo? En función de esa valoración, ¿cuándo no debe tomar la medicación?
  • ¿Sabe cómo y dónde guardar el medicamento?
  • ¿Qué debe hacer si se salta una dosis?
otras valoraciones y requisitos especiales
  • El empleo de este medicamento ¿exige la realización de alguna prueba especial? (ej. glucemia capilar, concentración terapéutica del fármaco)
  • ¿Con qué frecuencia deben realizarse estas pruebas?
  • ¿Qué medicamentos no debe tomar con esta medicación?
  • ¿Existe algún alimento o bebida que no deba tomar durante el tratamiento con este medicamento?

Evaluación de los efectos de la medicación

La evaluación es la última fase del proceso de atención de enfermería; en ella se valora la eficacia de las acciones para la consecución de los objetivos y los resultados establecidos. El proceso se completa cuando el profesional de enfermería reevalúa al paciente, revisa los diagnósticos de enfermería, realiza las modificaciones necesarias, revisa y reformula los objetivos y resultados y lleva a cabo nuevas acciones para cumplirlos. En la evaluación de la efectividad de los fármacos, el profesional de enfermería valora los efectos terapéuticos óptimos y la presencia de efectos secundarios o reacciones adversas.

El profesional de enfermería también evalúa la eficacia de la educación suministrada y presta atención a las áreas donde es necesaria información adicional. La evaluación no es el final del proceso, sino el comienzo de otro ciclo en el que el profesional de enfermería continúa trabajando para asegurar un empleo de la medicación seguro y eficaz y una participación activa del paciente en su cuidado. Se trata más bien de un punto de control donde el profesional de enfermería considera el objetivo final, la administración segura y eficaz de la medicación, y adopta las medidas necesarias para garantizar el éxito de la farmacoterapia. El proceso de enfermería actúa como un marco global en el que trabajar hacia ese éxito.

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