Integridad de la Piel y Cuidado de Heridas

Conceptos clave

Las úlceras por presión contribuyen a la incomodidad del pacien­te y la disminución de la capacidad funcional, la mayor duración de la estancia en los entornos de atención aguda y prolongada, y el mayor coste de la atención.

Las escalas de valoración de heridas permiten medir la mejora en la cicatrización de las úlceras por presión, pero el sistema de estadificación no se debe utilizar con este propósito.

Evaluar a todos los pacientes de manera continua para identificar los factores de riesgo que contribuyen al desarrollo de deterioro de la integridad cutánea.

Las alteraciones en la movilidad, la percepción sensorial, el nivel de consciencia, la nutrición y la presencia de humedad aumentan el riesgo de aparición de úlceras por presión.

El riesgo de deterioro de la integridad cutánea relacionado con la inmovilización depende de la magnitud y la duración de la inmovilización.

La presión, el cizallamiento y la fricción son factores que con­ tribuyen al desarrollo de las úlceras por presión.

Cuando la presión externa ejercida sobre la piel es mayor que la presión necesaria para mantener el capilar abierto, el flujo sanguíneo disminuye en los tejidos adyacentes.

La evaluación continua y meticulosa de la piel y la identificación de factores de riesgo son fundamentales para disminuir la posibilidad de aparición de úlceras por presión.

Los cuidados preventivos de la piel están dirigidos a controlar la presión externa sobre las prominencias óseas y mantener la piel limpia, bien lubricada e hidratada y sin exceso de humedad.

El posicionamiento apropiado reduce los efectos de la presión y protege del cizallamiento.

Las camas y los colchones terapéuticos redistribuyen los efectos de la presión; sin embargo, la selección debe basarse en los datos de la valoración para identificar la mejor cama según las necesidades individuales.

Los agentes limpiadores y tópicos usados para tratar las úlceras por presión variarán de acuerdo con el estadio de la úlcera por presión y el estado del lecho de la herida. La valoración de la úlcera permite a la enfermera seleccionar los productos adecuados para la piel.

Las intervenciones nutricionales intervienen de forma directa en la mejora de la cicatrización de heridas mediante el aumento de los niveles de proteínas y calorías.

La valoración de la herida requiere una descripción de la aparien­cia de su lecho, el tamaño, la presencia de exudado y el estado de la piel alrededor de la herida.

Cuando la pérdida de tejido es muy amplia, la herida cicatriza por segunda intención.

Las posibilidades de infección de la herida son mayores si la herida contiene tejido muerto o necrótico, si hay cuerpos extraños cerca de la herida y cuando hay una disminución del flujo sanguíneo del tejido y de las defensas.

Los principios en los primeros auxilios en caso de heridas son el control de la hemorragia, la limpieza y la protección.

Las capas de un apósito seco absorben el drenaje y evitan la en­trada de bacterias.

Un ambiente húmedo favorece la cicatrización de heridas.

El apósito húmedo-seco elimina mecánicamente el tejido muerto y el exudado de la herida para desbridarla.

Al limpiar las heridas o los lugares de drenaje, se debe limpiar desde el área menos contaminada hacia la más contaminada, lejos de los bordes de la herida.

Los vendajes o fajas deben ponerse de forma que no impidan la circulación o irriten la piel.

El esguince agudo, la fractura cerrada o la herida responde mejor a las aplicaciones de frío.

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