Equilibrio de Líquidos, Electrolitos y Ácido-base

Conceptos clave

Los líquidos corporales que contienen agua, Na+ y otros elec­trólitos se distribuyen entre los compartimentos LEC y LIC.

Una interacción dinámica de la ingesta y absorción de líquidos, la distribución de líquidos y la eliminación de líquidos determina el equilibrio de líquidos.

El líquido se mueve entre los vasos sanguíneos y el líquido intersticial por filtración; el agua se mueve entre el LEC y el LIC por ósmosis.

El déficit y exceso de VLE son volúmenes anormales de líquido isotónico, manifestados como cambios repentinos en el peso corporal y cambios en los marcadores de volumen vascular e intersticial.

Los desequilibrios de osmolalidad son concentraciones anormales de líquidos corporales, que se manifiestan como niveles séricos de Na+ alterados y un nivel de conciencia disminuido.

La interacción de la ingesta y la absorción de electrólitos, la distribución de electrólitos y la eliminación de electrólitos determina el equilibrio de K+, Ca2+, Mg2+ y fosfato.

La interacción de la producción de ácido, la regulación de ácido y la excreción de ácido determina el equilibrio ácido-base.

Los desequilibrios ácido-base son causados por excesos o déficits de ácidos carbónicos o metabólicos, los cuales se manifiestan como cambios en el nivel de conciencia y alteraciones de PaCO2, HOV y pH.

Los pacientes que son mu y jóvenes o muy viejos, cuyas E/S de líquido y/o electrólitos no son iguales, o que tienen varias enfermedades crónicas o trauma, se encuentran en alto riesgo de desequilibrios de líquidos, electrólitos y ácido-base.

El tratamiento para el exceso de VLE es restricción de Na+ y restricción de líquidos si es grave; el tratamiento de la hiponatremia generalmente es la restricción de agua.

La prevención y el tratamiento del déficit de VLE, la hipernatremia y el déficit de electrólitos se obtienen con la administración enteral o parenteral del líquido apropiado.

La iniciación y el mantenimiento de la terapia IV requieren la toma de decisiones clínicas, habilidades y procedimientos organizados para mantener la esterilidad y permeabilidad del sistema.

Las buenas prácticas IV requieren la actualización periódica de los procedimientos en base a la evidencia científica actual.

Las enfermeras vigilan atentamente para detectar complicaciones de la terapia IV, las cuales incluyen sobrecarga de líquidos, infiltración, flebitis, infección local y sangrado en el sitio de perfusión.

La administración de sangre o hemoderivados requiere un procedimiento específico para la correcta identificación del paciente y de los hemoderivados y responder rápidamente a reacciones transfusionales.

La enseñanza del paciente y su familia es importante para prevenir desequilibrios de líquidos, electrólitos y ácido-base y tener una atención de restauración eficaz.

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