El corazón es la bomba del sistema cardiovascular. Bombea sangre por los vasos sanguíneos para transportarla por el cuerpo. Las paredes de todos los vasos sanguíneos, excepto los más pequeños, están formadas por 3 capas.
Los conceptos de estrés y adaptación tienen su origen en la complejidad del cuerpo humano y las interacciones entre las células y sus muchos sistemas orgánicos. Estas interacciones hacen necesario un nivel de homeostasis o constancia, que ha de mantenerse durante los múltiples cambios que ocurren en los ambientes interno y externo.
Durante el proceso de hemostasia, las hebras de fibrina similares al pelo pegan las plaquetas agregadas para formar la base estructural del coágulo sanguíneo.
El sistema circulatorio consiste en el corazón, que bombea la sangre; el sistema arterial, que distribuye la sangre oxigenada en los tejidos; el sistema venoso, que reúne la sangre desoxigenada de los tejidos y la regresa al corazón; y los capilares, donde se lleva a cabo el intercambio de gases, nutrimentos y desechos.
La temperatura corporal central (es decir, intracraneal, intratorácica e intraabdominal) de ordinario se mantiene en un intervalo de 36 °C a 37,5 °C. Dentro de este rango existen diferencias individuales.
El cuerpo humano se encuentra expuesto de manera constante a microorganismos con potencial dañino y a sustancias extrañas. Por ende, ha desarrollado un sistema completo compuesto por mecanismos complementarios e interrelacionados para defenderse contra la invasión por bacterias, virus y otras sustancias extrañas.
El sistema inmunitario innato está compuesto por 2 líneas de defensa independientes, pero interrelacionadas: la capa epitelial, que actúa como la barrera física contra las sustancias y los organismos invasores, y la respuesta inflamatoria.
El aire que respiramos está constituido por una mezcla de gases, sobre todo nitrógeno y oxígeno. Éstos, ejercen una presión combinada llamada presión atmosférica o barométrica.