En el feto y RN el parto puede producir lesiones incluso con una asistencia correcta. Si aparecen hay que explicar bien a los padres su significación y causas, para que las comprendan y eviten reclamaciones. Todavía los traumatismos del RN aparecen con una frecuencia del dos al siete por mil. Su significación clínica es muy diversa: desde los traumas considerados fisiológicos o parafisiológicos, hasta las más grandes catástrofes traumáticas consecuencia, en la mayoría de ocasiones, de graves distocias, que pueden conducir a la muerte del RN o dejar secuelas de mayor o menor relieve clínico, unas veces de manifestación precoz, otras en periodos más avanzados de la infancia. La evolución conceptual y, sobre todo, los progresos en la obstetricia han aconsejado evitar el término clásico de traumatismos obstétricos y sustituirlo por el de traumas del feto y RN, ya que hay una patología traumática neonatal que no se limita al alumbramiento, sino que a veces se inicia en la época intrauterina y en parte va ligada a la nueva yatrogenia por la actual sofisticación de la obstetricia y perinatología. Asimismo, existen algunas posibilidades de traumatismo postnatal, en un amplio sentido (físico, térmico, químico, acústico).
La hernia diafragmática congénita (HDC) consiste en un orificio diafragmático, generalmente posterolateral izquierdo, por el que pasa al tórax parte del contenido intestinal. Este defecto se asocia a un grado variable de hipoplasia pulmonar y a otras malformaciones. La compresión pulmonar por las vísceras herniadas, junto con alteraciones estructurales pulmonares primarias, dificulta gravemente el inicio de la función respiratoria en el momento del nacimiento, provocando una insuficiencia que es frecuentemente letal. Se trata de una de las malformaciones más temibles ya que causa la muerte de cerca del 50% de quienes la sufren y sigue representando un desafío terapéutico enorme.
La nutrición humana estudia cómo las sustancias componentes de los alimentos proporcionan valor nutritivo esencial para el mantenimiento de la vida. El conocimiento de la nutrición, “lo que elegimos para comer y beber”, influye sobre la salud, el bienestar y la calidad de vida y es tan antiguo como la historia humana. Existen aproximadamente unos 50 nutrientes en los alimentos, cuyo estudio sustenta el conocimiento de la nutrición. Tanto los nutrientes mayoritarios (glucosa, aminoácidos y ácidos grasos), como los minoritarios (vitaminas y minerales), participan de forma concertada con muchas hormonas en la regulación de la expresión génica en respuesta a cambios nutricionales.
La salud del adulto se programa, en gran parte, por lo que sucede o deja de ocurrir en etapas tempranas de la vida. La alimentación durante el embarazo, la lactancia y la infancia se consideran las bases sobre las cuales se construye la nutrición, la salud y el bienestar tanto a escala individual como poblacional. La nutrición, que actúa en etapas críticas del desarrollo, condiciona de forma importante el patrón de crecimiento, la composición corporal y el desarrollo posterior, tanto somático como mental.
La valoración del estado nutricional, balance entre la ingesta, absorción y utilización de los distintos nutrientes y las necesidades, es uno de los mejores indicadores de salud tanto individual como poblacional, especialmente en los niños en los que el crecimiento y la maduración están en gran parte condicionados por la nutrición, tanto de la madre durante el embarazo y la lactancia, como del niño desde el nacimiento hasta el final de la adolescencia. En niños y adolescentes, por un lado, los déficits nutricionales causados por falta de alimentos han disminuido extraordinariamente pero, por otro, emergen, en especial a partir de la segunda década de la vida, y sobre todo en niñas, hay déficits voluntarios de aporte de nutrientes (miedo a engordar, al colesterol, a una imagen corporal contraria a la ideal sociopublicitaria de delgadez). Al mismo tiempo, la industria y la publicidad promociona, también, el consumo ilimitado de alimentos de gran valor organoléptico y energético, pero no nutricional, con un aporte importante de grasa, grasa saturada y trans, colesterol, azúcares simples y sal y déficit de micronutrientes, vitaminas y componentes bioactivos o funcionales que, junto a la tendencia de una vida con predominio progresivo de patrones de inactividad, favorece el balance energético positivo con el acúmulo de grasa corporal, aumento de peso y obesidad. Además, estas dietas conducen a déficits nutricionales involuntarios, especialmente calcio, hierro, yodo y vitamina D. Estas circunstancias son condicionantes de la mayor morbimortalidad nutricional en los países en desarrollo. A estos problemas mayores hay que sumar las deficiencias nutricionales que pueden aparecer durante el tratamiento de pacientes con errores congénitos del metabolismo o con técnicas especiales de alimentación (enteral o parenteral) o el déficit desarrollado en el curso de enfermedades crónicas, como fibrosis quística, enfermedad inflamatoria intestinal o procesos oncológicos.
La leche materna es el mejor alimento que una madre puede ofrecer a su hijo recién nacido. Existen sólidas bases científicas que demuestran que la lactancia materna es beneficiosa para el niño, para la madre y para la sociedad, en todos los países del mundo. La situación, en cierto modo crítica, de la lactancia materna en nuestro medio y sus evidentes excelencias para la nutrición infantil, no deben hacer olvidar algunos conceptos cambiantes: dependencia de la nutrición y salud de la madre; mejor conocimiento de los factores que intervienen en la adaptación digestiva y general al nuevo sistema de nutrición que sustituye al transporte placentario; inconvenientes, contraindicaciones y nuevos riesgos, como el paso a la secreción láctea materna de fármacos, drogas, sustancias tóxicas ambientales o agentes infecciosos antiguos y también recientes, como el VIH. El médico, y el pediatra especialmente, no considerará los detalles técnicos de la lactancia materna como de interés exclusivo para las mismas madres o personal de enfermería, al contrario, si los conoce bien, podrá aconsejar para su mejor realización y la prevención del frecuente fracaso precoz, con los consiguientes riesgos digestivos, metabólicos, inmunológicos y psicológicos para el lactante. Se recordará que el lactante depende totalmente de la madre o de los que le rodean para recibir este aporte vital. Pero no se trata sólo de la supervivencia, sino de asegurar de forma óptima la satisfacción de la saciedad y el gusto, permitir el normal crecimiento y una vida afectiva correcta, en esta etapa oral del desarrollo psicomotor. Hay que tener en cuenta en todo momento, tanto las necesidades anabólicas y energéticas, como las adaptativas y psicoafectivas.
Se habla de lactancia artificial cuando el niño, durante el primer año de vida, recibe un alimento distinto de la leche de mujer, tradicionalmente leche de vaca o de otros mamíferos más o menos modificada, y en la actualidad predominantemente fórmulas sintéticas, cuyos componentes proteicos derivan, generalmente, de la leche de vaca. Su conocimiento es imprescindible para todo sanitario relacionado con los niños, por su gran difusión, por sus persistentes inconvenientes y porque con ella son posibles intolerancias y errores que afectan al niño de forma inmediata o tardía, a nivel digestivo, nutricional, inmunológico y psicológico. Estos estudios han constituido uno de los capítulos más característicos de la pediatría, desde sus comienzos, de modo que ésta se distingue como una de las ciencias médicas con mayor dedicación a la dietética y nutrición.
Alimentación complementaria (AC) del lactante es la introducción de cualquier alimento no lácteo sólido, semisólido o líquido, dado diariamente, de forma regular y continuada, y en cantidad significativa, sustituyendo en parte a la leche que esté tomando sea en lactancia materna o de fórmula adaptada, en lactancia artificial o mixta. La Organización Mundial de la Salud (OMS) añade:
La nutrición, que constituye una medida fundamental en el niño sano, tiene aún más importancia en el enfermo. La terapéutica dietética está relacionada con la fisiología del crecimiento y la nutrición, metabolismo, desarrollo del tubo digestivo, función renal o desarrollo neurológico. Esto ha originado una amplia tecnología de preparación y administración de nutrientes, tanto por vía enteral como parenteral, y ha aparecido una extensa gama de preparados que cubren prácticamente todas las situaciones clínicas con diferentes regímenes correctivos.