Además de las técnicas de comunicación y las estrategias didácticas clásicas, el modelo alostérico (desarrollado por André Giordan y su equipo) pone en evidencia la necesidad de trabajar con quien aprende (el paciente) con el fin de adaptarse a sus preocupaciones pero también a los determinantes del aprendizaje de esa persona (preguntas, modos de razonar, marcos de referencia, mecanismos de producción de sentido, …).
La sutileza de esta acción puede ser resumida por esta frase paradójica: “Es necesario trabajar con y contra” (Giordan y de Vecchi, 1989). Un mensaje pasará bien en el paciente cuando sea elaborado y formulado con adecuación. No obstante, debe poseer en su seno cierta función de desestabilización que permita a quien aprende confrontarse con una sugestión apenas diferente de su propia realidad.
Esta confrontación es formadora, sustenta un proceso de aprendizaje a largo plazo. Este propósito es incuestionable en el campo de la enfermedad crónica y de las afecciones de larga duración.