El anciano diabético y la respuesta adaptativa a la enfermedad
La diabetes mellitus es la quinta enfermedad más frecuente y una de las que genera mayores demandas psicológicas y conductuales por parte del paciente, ya que gran parte de su manejo es conducido por este. En el paciente diabético, la calidad de vida está relacionada con el control metabólico, que a su vez depende de múltiples factores psicosociales y conductuales.
En el paciente geriátrico, en particular, a la depresión, la ansiedad y sentimientos de indefensión, se suman temores por su condición de diabético, lo que puede incidir negativamente en su estado psíquico y conducirlo al descontrol metabólico. Es necesario, entonces, el estudio de la respuesta adaptativa a la enfermedad en este segmento poblacional, lo que permitirá identificar tempranamente hábitos y conductas de riesgo que pudieran interferir con el adecuado cumplimiento del tratamiento y el control metabólico.
Son varias las áreas que conforman la respuesta adaptativa: la percepción de la severidad de la enfermedad, su repercusión psicológica, las molestias asociadas, las barreras para el cumplimiento del tratamiento y la conducta de salud. Entre los factores capaces de modificar la expresión de dicha respuesta se destacan: la edad avanzada, el deterioro cognitivo (Perteneciente o relativo al conocimiento), la comorbilidad (La presencia de uno o más trastornos (o enfermedades) además de la enfermedad o trastorno primario), el deterioro de la capacidad funcional, la depresión y el apoyo social. El estudio de la respuesta adaptativa a la diabetes constituye un reto para los interesados y una necesidad impostergable, afín de comprender el papel del comportamiento humano en el proceso salud-enfermedad y perfeccionar las prácticas de salud.
De todos es conocido el impacto que sobre la sociedad tiene el envejecimiento progresivo de la población. Esta realidad tiene trascendencia por sí misma pero aún más si se suma la morbilidad que este envejecimiento conlleva. El fenómeno del envejecimiento constituye, por tanto, un reto para la ciencia y la sociedad que debe dar respuesta a los problemas psicosociales y comportamentales de este grupo poblacional así como, desarrollar estrategias, tanto preventivas como de intervención comunitaria, que contribuyan a mejorar la calidad de vida de las personas de la tercera edad. Es importante resaltar que la percepción sobre la calidad de vida de un individuo, si es buena y expresa cierta realización personal o conformidad apoyada en su sentido personal, puede contrarrestar los molestos efectos o los temores provenientes de las enfermedades.
La diabetes mellitus constituye una de las principales enfermedades crónicas no transmisibles a nivel mundial, por lo que representa un problema de salud que alcanza proporciones epidémicas en el planeta. En el año 2013, por ejemplo, la Federación Internacional de Diabetes (FID) calculó que había 194 millones de personas con ese padecimiento en el mundo, mientras que para el 2025 se calcula que esta cifra habrá aumentado de manera alarmante, hasta alcanzar los 333 millones, lo cual significa que el 6,3 % de la población mundial vivirá con la enfermedad.
A nivel mundial, cada año 3,2 millones de muertes son atribuidas a la diabetes mellitus. En los países desarrollados, como los Estados Unidos de Norteamérica, la diabetes se ha notificado como la séptima causa de muerte y la causa principal de amputaciones de extremidades inferiores y ceguera en personas de 18 a 65 años. Se calcula que la diabetes cuesta a la economía de este país más de 98 millones de dólares por año en costos directos e indirectos. También se estima que las familias de bajos ingresos que apoyan a un miembro adulto con diabetes dedican el 10 % de sus ingresos para su atención. Cuando esta enfermedad está mal controlada, puede representar una pesada carga económica para el individuo.
Principales dimensiones de la respuesta adaptativa a la diabetes mellitus: factores que modulan su expresión en la edad geriátrica
La diabetes mellitus constituye un grupo de enfermedades metabólicas caracterizadas por hiperglucemia (aumento de las concentraciones de glucosa en sangre), resultado de defectos en la secreción de insulina, en su acción o en ambos. Se trata de una compleja enfermedad en la que coexiste un trastorno global del metabolismo de los hidratos de carbono, grasas y proteínas.
En las personas mayores de 65 años la diabetes mellitus se presenta de manera peculiar, afecta generalmente al sexo femenino, lo que tal vez está justificado por el mayor promedio de vida de las féminas y la mayor concurrencia en estas de factores diabetógenos. Suele ser en muchas ocasiones, asociada con la obesidad. Mediante la presencia de síntomas inespecíficos los cuales pueden hacer sospechar la presencia de la alteración metabólica.
La diabetes mellitus, como enfermedad crónica, acompaña al paciente desde su debut hasta su muerte, con períodos de mejoría y descompensación, lo afecta física y psicológicamente y puede traer como consecuencia la negación o no aceptación de la enfermedad o el abandono del tratamiento alegando “cansancio o aburrimiento”, sobre todo al conocerse que no resulta curable con los medios disponibles en la actualidad.
Como el paciente cuenta con una autonomía considerable en el manejo de su enfermedad puede tomar, en muchas ocasiones, la errónea decisión de suspender las prescripciones médicas y alejarse de los servicios de salud. En la práctica médica, esta situación se presenta con bastante frecuencia, por lo que ha generado la búsqueda de variados enfoques y metodologías en el ámbito de la atención en salud que faciliten el acercamiento real al problema, fundamentalmente en relación con los conocimientos, percepciones, actitudes, temores y prácticas de las personas con enfermedades crónicas en el marco sociofamiliar.
A pesar del amplio despliegue de estrategias multidisciplinarias y los esfuerzos realizados hasta el presente para mejorar la calidad de vida de las personas que padecen de diabetes mellitus, todavía en las áreas de salud se constata un número no despreciable de pacientes con descontrol metabólico, y por tanto una mayor prevalencia de complicaciones derivadas de la enfermedad. En el paciente diabético, la calidad de vida está relacionada con el control metabólico, el que a su vez depende de múltiples factores psicosociales y conductuales. En el paciente geriátrico, en particular, a la depresión, la ansiedad y sentimientos de indefensión, frecuentes en esta edad, se suman temores por su condición de diabético, lo que puede incidir negativamente en su estado psíquico y conducirlo al descontrol metabólico.
Es necesario, entonces, el estudio de la respuesta adaptativa a la enfermedad en este segmento poblacional, ya que ello permitirá identificar tempranamente hábitos y conductas de riesgo que pudieran interferir con el adecuado cumplimiento del tratamiento y el control metabólico, para desarrollar posteriormente estrategias certeras que permitan elevar la calidad de vida del paciente diabético, en edad geriátrica.
La respuesta adaptativa es el grado de adecuación psicosocial de la conducta, estado emocional y valoración del paciente en relación con su enfermedad.
Entre los factores, relacionados con el proceso de envejecimiento, que influyen en dicha repuesta, y por tanto deben tenerse en cuenta en este tipo de estudio se encuentran:
- El declive o deterioro del estado intelectual, que se refiere a los decrementos relativos en las ejecuciones ante tareas intelectuales y que puede afectar la orientación, la memoria, el pensamiento, el lenguaje y otras funciones corticales superiores.
- Edad: se conoce que la edad explica una parte de la varianza en el funcionamiento intelectual y que son otros aspectos socioambientales en constante cambio los que parecen explicar, en mayor medida, las diferencias interindividuales.
- La comorbilidad: a los cambios derivados del fenómeno del envejecimiento se le suman las enfermedades crónicas que padecen los ancianos. Un rasgo característico de la senectud es la coexistencia de varias enfermedades crónicas. La literatura internacional refleja que el 30 % de los senescentes padece tres o más enfermedades crónicas y que unas con otras interactúan en detrimento de su salud.
- Deterioro o pérdida de la capacidad funcional: que es la causa fundamental de buena parte de los problemas médicos, económicos y sociales del anciano.
- La depresión: que es el problema emocional de mayor ocurrencia en la vejez, y a la que contribuyen significativamente los cambios biológicos, psicológicos y sociales asociados al paso de los años. Se ha demostrado una asociación entre el padecimiento de enfermedades y la aparición de síntomas depresivos. Sin embargo, dicha relación está modulada por determinados indicadores como los servicios de salud y sociales, convenientes ingresos económicos, jubilación satisfactoria, ambiente enriquecido física y socialmente que amortiguan el impacto de la enfermedad sobre el estado de ánimo, entre otros.
- El apoyo social tiene para la vejez beneficiosos efectos para la salud y su bienestar. El apoyo social no debe ser visto sólo como transacción de ayuda material, sino también como aceptación, afecto y afirmación.En el contexto social se tiende muchas veces a sobrevalorar la ayuda económica como apoyo real, y subvalorar los aspectos de ayuda afectiva y moral, sin tener en cuenta si las necesidades reales que tiene la persona, en el momento del apoyo, son materiales o psicosociales.
Una ayuda brindada por alguien considerado como perteneciente a la red de apoyo, significativa para la persona, puede ser una condición importante para el desarrollo de conductas adecuadas para enfrentar la enfermedad. Si el sujeto puede contar con más fuentes de apoyo desde sus diferentes espacios de interacción, se encontrará en mejores condiciones para asumir y responder a las exigencias que el proceso de enfermedad demanda.
En situaciones donde el tipo de apoyo social recibido no es el que precisamente demanda la persona necesitada o se brinda por una fuente irrelevante para esa persona, los efectos que producirá esta relación obviamente serán negativos; y quizás aún más dañinos si el proveedor del apoyo no expresa sus verdaderos sentimientos o retiene información por temor a lastimar o herir al receptor de la ayuda (o viceversa), con lo que se enrarece el proceso de interacción social, y los efectos pueden resultar sumamente dañinos para la salud y el bienestar de todos los participantes en el proceso.
El apoyo social es un concepto de sumo interés y utilidad para los dedicados a la salud mental, en tanto pone en primer plano la significación de los factores sociales y psicológicos para la salud y el bienestar. La experiencia clínica y una cantidad cada vez mayor de resultados de investigaciones empíricas sugieren con fuerza que el apoyo social juega un papel importante en la adaptación a la enfermedad, sobre todo en el ajuste a la enfermedad crónica. Las personas con un sistema de apoyo social muy reducido presentan pobres estrategias de afrontamiento y menor estabilidad emocional que aquellas otras que poseen una red de relaciones de apoyo mutuo bien desarrollada. Muchos investigadores consideran que el verdadero apoyo social es el percibido, y argumentan que si el sujeto no percibe la ayuda ofrecida o los recursos externos que están a su disposición, difícilmente influirán sobre su salud y bienestar.
Entre los factores o dimensiones que conforman la respuesta adaptativa a la enfermedad se encuentran la percepción de la severidad de la enfermedad, su repercusión psicológica, las molestias asociadas, las barreras para el cumplimiento del tratamiento y la conducta de salud.
Cada paciente suele conferir un determinado significado o connotación a su enfermedad, lo cual puede percibirse como un alivio a responsabilidades y situaciones personales, es decir, como un beneficio, o más frecuentemente como un evento potencialmente estresante, como un reto, una amenaza, una pérdida, un castigo. En función de ello, la persona asume, en mayor o menor grado, las exigencias que implica vivir con la enfermedad. Como se explicó, la diabetes mellitus es una entidad cuyo tratamiento requiere de seguir, de por vida, una determinada cantidad de acciones y cuidados que exigen un reajuste sistemático. Dichos ajustes son particularmente difíciles en personas de avanzada edad. El paciente debe desarrollar habilidades para el manejo de la diabetes tales como la autoaplicación y el autoajuste de la dosis de insulina, así como el manejo de instrumentos para la automedición de la concentración de glicemia, entre otros.
La persona más importante en el manejo de esta afección es el paciente mismo. El padecimiento de una enfermedad ya implica una carga estresante en el desenvolvimiento de la vida de las personas, saber cómo vivir con ella es esencial para evitar el desarrollo de complicaciones a corto y largo plazo.
Las barreras o problemas con el cumplimiento del tratamiento se observan siempre que se requiere de su autoadministración, independientemente del tipo y la gravedad de la enfermedad y de la accesibilidad a los recursos de salud. Son muchos los factores que contribuyen a generar barreras para el cumplimiento del tratamiento indicado. Aunque algunos de estos factores se relacionan con la persona, influyen también, notoriamente, las características de la enfermedad y su proceso, y los atributos del sistema de asistencia sanitaria y de prestación de servicios.
Entre las barreras más frecuentes para el cumplimiento del tratamiento se destacan las psicológicas y las de orden económico. Es reconocida la relación entre salud y personalidad, esta última como reguladora y autorreguladora del comportamiento humano a través de funciones como la autodeterminación, la flexibilidad, la variedad de intereses y proyectos futuros. El estrés o tensión emocional, la desesperanza y los sentimientos negativos, el temor a la dependencia, el sentirse estigmatizado por la enfermedad, la angustia por los posibles efectos adversos del tratamiento, otorga un papel importante a los factores psicológicos como aspecto definitorio dentro del sistema de elementos que intervienen en el proceso salud-enfermedad.
Al factor socioeconómico también se le atribuye un efecto considerable sobre el cumplimiento del tratamiento. El nivel socioeconómico deficiente, la carencia de redes de apoyo social efectivas, las precarias condiciones de vida, las creencias, inhibidores sociales y mitos populares acerca de la enfermedad y el tratamiento; las familias disfuncionales y flagelos como la pobreza, el analfabetismo y el desempleo, son algunos factores que influyen en el buen cumplimiento del tratamiento.
Por su parte, la conducta de salud está mediada por el sistema de conocimientos, percepciones, creencias que el paciente tenga acerca de su enfermedad, su motivación para recuperar su salud o para adaptarse adecuadamente a su condición de persona enferma, la confianza en su capacidad para involucrarse en los comportamientos terapéuticos de la enfermedad y las expectativas con respecto a los resultados del tratamiento, así como por sus actitudes, el desarrollo de los procesos volitivos y las características de sus procesos cognitivos. Otro aspecto a considerar es las redes de apoyo social y los recursos con que cuenta para la ejecución de las prescripciones.
Toda enfermedad repercute, en mayor o menor medida, en la vida del sujeto, provoca una ruptura de su comportamiento y modo de vida habituales y genera una situación de desequilibrio. La diabetes mellitus es un síndrome de hiperglucemia crónica cuya sintomatología determina limitaciones en el modo de vida de estos pacientes, y en muchos de ellos, el desarrollo de complicaciones crónicas que pueden llevarlos a la invalidez y a la muerte prematura. Enfrentarse a dicha enfermedad constituye un reto importante tanto en la vida del paciente afectado como en la cotidianidad de la experiencia familiar. Los cambios en los hábitos, la eliminación de conductas riesgosas para la salud, y la adquisición de nuevos comportamientos que devengan en una mejor calidad de vida no son siempre fáciles de asumir. Sin embargo, está bien probado que es posible promover el bienestar y prevenir o retrasar las complicaciones, a corto y largo plazos, en las personas con diabetes mellitus mediante un buen seguimiento acompañado de un control estricto de la glucemia, y la modificación de los factores de riesgo cardiovascular.
Teniendo en cuenta el importante aporte de la diabetes mellitus a la morbilidad y mortalidad, es de gran relevancia el estudio de la respuesta adaptativa a esta enfermedad, lo que constituye un reto para los interesados, al ser una afección generadora de altas demandas psicológicas y conductuales por parte del paciente, quién conduce gran parte de su proceso de salud, así mismo, profundizar en las respuestas adaptativas a esa enfermedad es una necesidad impostergable en el personal de salud para comprender mejor el papel del comportamiento humano en el proceso salud-enfermedad y perfeccionar las prácticas de salud.